Carmelo Volta es modelo y protector de los párrocos y de todos los que tienen cura de almas. Fue párroco celoso primero en Ain‑karen (San Juan en la Montaña) y luego en Damasco, donde, junto con sus cohermanos sufrió el martirio por Cristo. Había nacido en Real de Candia, cerca de Valencia, en España, en 1803. Su padre, José Volta y su madre Josefina Bamez, después de haberlo educado santamente en familia, lo confiaron a los Hermanos de las Escuelas Pías, para que fuera educado e instruido por estos religiosos.
Tenía 22 años cuando pudo realizar finalmente su deseo de consagrar a Dios su vida en la Orden de los Hermanos Menores. Después de la formación y los estudios, fue ordenado sacerdote. En 1831 llegó a Tierra Santa, donde se encontró con el Beato Manuel Ruiz. Sus espíritus estarán siempre unidos en un mismo ideal para compartir en un mismo campo las luchas del apostolado y el triunfo del martirio. Animado del espíritu de Dios, trabajó con gran celo por el bien de las almas que le fueron confiadas. A los 57 años de edad, el incansable ministerio pastoral había limitado sus fuerzas, por lo cual pidió un coadjutor, y lo tuvo en la persona del joven sacerdote Engelberto Kolland. La popularidad de Carmelo fue singular: en Ain‑karem y sobre todo en Damasco, era amado y respetado inclusive por los Musulmanes.
La noche del 10 de julio de 1860 los drusos invadieron el convento, Carmelo buscó refugio en un rincón de la escuela parroquial pero fue descubierto por un turco, que lo golpeó con un bastonazo. Un joven al ver esto, corrió para ayudar a su párroco, pero éste le aconsejó que huyera. Poco después llegaron otros musulmanes que le prometieron salvarlo con la condición de que renunciara a su fe en Cristo y se adhiriese a Mahoma. A esta propuesta, justamente indignado, gritó: “No faltaba más, que yo me hiciera turco! Soy cristiano y sacerdote, quiero morir siguiendo a Cristo”. Los musulmanes no le permitieron continuar, lo rodearon y los mataron a golpes de maza, mientras él repetía invocaciones a Dios. La segunda víctima estaba inmolada. El cielo acogía a un nuevo ciudadano, mientras en la tierra feroces alaridos vomitaban blasfemias e imprecaciones contra los seguidores de Cristo. Carmelo Volta tenía 57 años.
(fuente: www.franciscanos.net)
otros santos 03 de julio:
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