(¿865?-880)
Nació en la aldea de Villemont, cerca de Bourges, en Francia; pertenecía a una familia de campesinos pobres. En aquella época todo el pueblo estaba sometido a la dependencia del conde de aquel lugar.
Santa Solange, o Solangia, era una pequeña pastora que creció siendo muy devota, al grado de consagrarse completamente a Cristo desde tierna edad. Cuando llegó a la adolescencia se convirtió en una joven muy hermosa, además de ser robusta y sana.
Todas las mañanas Solange sacaba a pastorear a sus ovejas. En el camino hacía un alto en la iglesia de su pueblo para dejar ahí un ramo de flores silvestres, y luego continuaba hasta su lugar favorito en el campo, donde ella misma se había improvisado una pequeña capilla, en la que se dedicaba cada día a rezar.
En una ocasión pasaba por ahí en su caballo Ranulfo, el joven hijo del conde de Bourges, quien al verla quedó prendado de ella y quiso hacerla su esposa. Él dio por hecho que el ser de noble cuna le sería muy fácil tomarla, pero Santa Solange se le rehusó terminantemente, aduciendo que ya estaba casada con Cristo.
La negativa sólo encendió más al muchacho, quien por la fuerza intentó poseerla. Todo fue infructuoso, pues además de su fortaleza física de muchacha campesina, Santa Solange demostró que sus convicciones eran inquebrantables.
Derrotado y furioso, Ranulfo sacó entonces su espada, y diciéndole: “¡Si no eres mía no habrás de ser de nadie!”, de un tajo le cortó la cabeza.
La leyenda cuenta que el cuerpo decapitado se levantó, se colocó nuevamente la cabeza en su lugar, y antes de salir corriendo y perderse en la maleza, le respondió a su violador: “¡Jesús será siempre mi único marido!”
El lugar cercano a Bourges donde ocurrió este suceso se conoce todavía como Campo de Santa Solange.
También entre la gente sencilla campesina se encuentra Dios y la santidad. Dios no hace acepción de personas en su corazón de Padre.
A esta chica francesa, que murió el diez de mayo del año 880, el Señor le concedió muchos dones además de los que ya tenía por su naturaleza encantadora, belleza impresionante y buena trabajadora.
No le faltaron muchos pretendientes. Los rechazó a todos porque quería vivir en estado de virginidad. Aún así, tuvo sus dificultades. Una de ellas fue el encuentro con el conde Gothie.
Iba paseando por el campo y, al verla tan guapa, se quedó alucinado. Y sin dudarlo, le dijo que se casara con él. La chica interrumpió su oración para decirle que prefería mantenerse virgen.
Desde luego que hay que tener las ideas claras y la voluntad fuerte para rehuir la petición de manos de todo un conde.
Pero el conde, de buenas formas aparentes, era todo un animal. No quería darse por vencido. La vio varias semanas, visitó a sus padres.
Todo fue inútil. Entonces maquinó en su malvado corazón raptarla. Y estando apacentando el ganado, se presentó bruscamente, la sentó en su caballo y huyó.
La chica, una fornida campesina, le hizo frente cuando intentó abusar de ella. Cuando pasaban por un torrente, hizo un esfuerzo muy grande y se cayeron los dos.
Todo el mundo se reía de su torpeza y de sus pocas habilidades para salir de ese sitio.
No obstante logró salir de la corriente del río que había al fondo del torrente.
Enfurecido por no haber podido violarla, la cogió y le cortó la cabeza con su espada.
El vicio ciega los ojos del alma.
(fuente: evangelizafuerte.mx)
otros santos 10 de mayo:
- San Juan de Ávila
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