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sábado, 30 de abril de 2016

30 de abril: Santa María de la Encarnación Guyart

Gracias a la iniciativa del Papa Francisco, la Iglesia universal celebra este año por primera vez la fiesta de la “madre de la Iglesia canadiense”, que integró negocios y contemplación.

El 3 de abril de 2014, el Papa Francisco hizo un regalo a la Iglesia canadiense y a su población: inscribió en el catálogo de los santos a la hermana María de la Encarnación (1599-1672), fundadora del convento de las ursulinas en Quebec, y a Francisco de Laval (1623-1708), primer obispo canadiense y fundador del seminario de Quebec.

Estas canonizaciones, llamadas “equivalentes”, es decir, sin milagro y sin que tenga lugar una celebración formal, muestran que la vida de estos dos modelos de evangelizadores es una especie de milagro.

Si Francisco de Laval es considerado el padre de la Iglesia canadiense, María de la Encarnación es la madre. La vida y los escritos de esta gran mística siempre continúan atrayendo a la gente. Algunos se reúnen aquí y allá para profundizar en su mensaje.

Nacida como María Guyart, se convirtió en la señora Martín y después en la hermana María de la Encarnación. Mujer de acción y contemplación, plantó su experiencia espiritual y misionera en el jardín de su vida cotidiana.

Contribuyó a traer al mundo a un pueblo de creyentes en tierras americanas tras integrar perfectamente el servicio al prójimo y el amor a la Trinidad.


Mujer de negocios y de Dios

Cuarta hija de Jeanne Michelet y del panadero Forent Guyart, María nació el 28 de octubre de 1599 en Tours. A los 7 años, vio a Jesús en un sueño, que le pedía: “¿Quieres ser mía?”. Ella respondió espontáneamente: “¡Sí!”.

En 1617, sus padres le dieron en matrimonio a Claude Martin, un fabricante de telas y sedas que falleció dos años más tarde.

La joven viuda quedó con un hijo de seis meses en los brazos y un comercio en bancarrota. Arregló las deudas, liquidó los bienes y se fue con su padre con su pequeño hijo Claude. No quería casarse en seguida y se ocupó de su hijo y de su padre.

Durante este periodo, el más tranquilo de su vida, desarrolló el gusto por Dios y por la oración. La víspera de la Anunciación del 1620, tuvo una experiencia de la misericordia divina que la marcó para siempre y que llamó “el día de mi conversión”.

En medio de una gran luz, tomó conciencia de su miseria, y al mismo tiempo, se vio inmensa en la Sangre de Cristo. Más tarde, en 1654, escribiría a su hijo: “Volví a nuestra casa, cambiada en otra criatura, pero cambiada con tanta fuerza que ya no me conocía a mí misma”.

María Guyart desarrolló su unión con Cristo en medio de exigentes ocupaciones. En 1621, trabajó en la empresa de transporte de su hermano, junto al Loira, negociando contratos, ocupándose de los empleados, cuidando caballos.

En esta trepidante existencia, vivió una gran intimidad amorosa con la Trinidad, integrando los negocios y la oración. Ayudaba a la gente hablándoles de Jesús.


Misionera en Nueva Francia

Tras repetidos llamamientos del Señor, entró en la congregación de las religiosas ursulinas en Tours en 1631 y recibió el nombre de María. Pidió que se le añadiera el de la Encarnación por su certeza de saber a Dios encarnado en los hombres.

Sufrió la separación de su hijo de diez años que le lanzaba gritos bajo las ventanas del convento, pero sentía que el Señor le preparaba otra cosa. ¡Cuántas lágrimas, de todas maneras!, pero su relación fue de una gran profundidad, tejida de vínculos de intimidad fuera de lo común.

Durante treinta años, mantuvo una correspondencia regular con este hijo, que se convirtió en monje benedictino. Gracias a él, conocemos la vida mística de su madre, sus estados de oración, sus recuerdos íntimos, sus inicios en Nueva Francia, su experiencia trinitaria.

Para ella, el Padre es su Padre; el Verbo, su Esposo; el Espíritu, quien actúa en ella. Se ve como una nada perdida en este gran Todo. Ella ve el mundo a la luz eterna de la Trinidad.

En 1634, en un nuevo sueño, ve “un lugar muy difícil” que reconoce a su llegada a Quebec. Recibe del mismo Dios el don del “espíritu apostólico” que la hace viajar espiritualmente a distintos países.

Mientras tanto, es nombrada asistente de la maestra de novicias y les ofrece conversaciones espirituales que se publicarán más tarde. Descubre que la verdadera oración es más una cuestión de corazón que de cabeza.

La religiosa recibe del padre Poncet la Relación de 1634 en la que las misioneras piden una “valiente maestra” para dirigir una escuela de niñas. Se siente llamada a esta misión.

Pide a san José que la ayude, viéndolo como el guardián de este gran país: “Sentía en el alma que Jesús, María y José no debían ser separados”. La devoción a la Sagrada Familia será importante en Nueva Francia y san José será proclamado patrón de Canadá.

En París, los jesuitas confiaron al padre Poncet que escribiera a María de la Encarnación para anunciarle que la querían en Canadá, aunque fuera en clausura. El arzobispo de Tours autorizó que se ocupara de un seminario de niñas.

Finalmente partió para Quebec, a los cuarenta años, con otras religiosas y una viuda rica de Alenzón, Madeleine de La Peltrie, que quiso consagrar su fortuna a la conversión de las jóvenes amerindias. Seis años antes, ella ya la había visto en un sueño sin conocerla.

María no volverá a ver a su hijo, que entonces tenía casi veinte años.

La travesía fue larga y peligrosa, el barco incluso chocó contra un iceberg. El 1 de agosto de 1639, María desembarcó finalmente en Quebec, que contaba con unas 250 personas.

Todo estaba por hacer: construir un monasterio, aprender las lenguas indias, acoger a las niñas para enseñarles la fe cristiana, recibir a visitantes amerindios y franceses, componer diccionarios, catecismos e historias de santos en las lenguas amerindias. Además, mantuvo una correspondencia constante con su hijo, sus amigos y bienhechores de Francia: en total escribió unas 13.000 cartas.


La Teresa del Nuevo Mundo

La vida no era nada fácil: duro invierno, amenaza iroquesa, enfermedades, incomprensión de las autoridades, incendios –entre ellos el del monasterio a finales de diciembre de 1659, que ella reconstruyó.

En 1654, en respuesta a las peticiones de su hijo Claude, convertido en superior de los benedictinos de Saint-Maur, le envió su autobiografía, la Relación de su vida. Este texto, una de las obras maestras de la literatura mística, hizo decir a Bossuet que María de la Encarnación era la “Teresa del Nuevo Mundo y de nuestro tiempo”.

De 1639 a 1672, María da a luz a esta joven Iglesia de América sin salir de su clausura: es una verdadera epopeya mística la fundación de este Canadá. Ella nutrió a la joven Iglesia con su fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que irradiaba desde lo profundo de su alma, constantemente en espera, en oración.

“Dios nunca me ha conducido a través de un espíritu de miedo, sino por el del amor y la confianza”, escribió en 1668. Sus múltiples ocupaciones no la alejaron de la presencia de Dios en su vida.

La palabra que puede resumir mejor la vida de esta gran mística es el amor. Ya fuera María Guyart, la señora Martín, la madre de Claude o la hermana María de la Encarnación, siempre fue una gran enamorada de Dios y de las almas, hasta su entrada en la vida eterna el 30 de abril de 1672 a los 72 años, unos meses después del fallecimiento de la señora de La Peltrie.

Su hijo escribió una primera biografía: “Rindió su bella alma a los brazos de aquel por quien había suspirado toda su vida” (don Claude Martin).

Juan Pablo II la proclamó beata el 22 de junio de 1980. Vio en ella una “alma profundamente contemplativa”, “maestra de vida espiritual” en quien “la mujer cristiana se realiza plenamente y con un extraordinario equilibrio”. El Papa Francisco la canonizó con Francisco de Laval el 3 de abril de 2014.

escrito por Jacques Gautier
(fuente: aleteia.org)

otros santos 30 de abril:

- San José Benito Cottolengo
- Beata Paulina von Mallinckrodt
- San Pio V, Papa

viernes, 29 de abril de 2016

29 de abril: San Hugo de Cluny

Abad de Cluny, nacido en Semur (Brionnais en la Diocesis def Autun, 1024; m. en Cluny, el 28 de abril de 1109. Era el hijo mayor del conde Dalmatuis de Semur y Aremberge (Aremburgis) de Vergy, descendiente de las familias más nobles de Borgoña.

Damatius, dedicado a la guerra y la caza, deseaba que Hugo adoptara la misma carrera de caballero y le sucediera en sus ancestrales territorios. Pero su madres, influenciada, al parecer, por una visión de un sacerdote al que consultaba, quiso que su hijo se dedicara al servicio de Dios. Desde sus primeros años Hugo dio muestras de una extraordinaria seriedad y piedad que su padre, reconociendo su evidente e aversión al oficio de caballero, se lo confío a su tío- abuelo Hugo, obispo de Auxerre, para que se preparara para el sacerdocio. Bajo la protección de este familiar, Hugo recibió su primera educación en la escuela del monasterio adjunta al priorato de S, Marcelo. A los catorce años entró en el noviciado de Cluny donde mostró tal fervor religioso que se le permitió hacer sus votos al año siguiente sin completar el severo noviciado acostumbrado en este monasterio.

El privilegio especial de la Congregación Cluniacense le permitió convertirse en diácono a los dieciocho y sacerdote a los veinte. En reconocimiento por el maravilloso celo por la disciplina de la orden y por la confianza que despertó su sobresaliente talento para el gobierno enseguida fue elegido gran prior a pesar de su juventud. Esto significaba estar al cargo de la dirección doméstica del claustro tanto en lo espiritual como en lo material y representaba al abad durante su ausencia (Cfr. D'Achery, "Spicilegium", 2ª ed., I, 686). Al morir S. Odilón el 1 de enero de 1049, después de una administración de casi medio siglo, Hugo fue unánimemente elegido Abad. El día de su toma solemne de posesión ofició el arzobispo Hugo de Besançon el día de la fiesta de la Cátedra de Pedro de Antioquía (22 de febrero de 1049).


Hugo como abad

El carácter de Hugo tiene muchas semejanzas con el de su contemporáneo Gregorio VII. Ambos ardían en el deseo de extirpar los abusos que abundaban entre el clero, deseaban acabar con la investidura y sus corolarios, con la simonía y la incontinencia clerical, y querían rescatar a la sociedad cristiana de la confusión en la que e inestabilidad política en que se hallaba debido a la avaricia y ambición de los gobernantes. El emperador reclamaba el derecho de nombrar a los obispos, abades y hasta al papa mismo (ver CONFLICTO DE LAS INVESTIDURAS) y en demasiados casos su selección se debía motivos políticos sin tener en cuenta en absoluto los motivos religiosos. Los grandes propósitos tanto de Hugo como de Gregorio, fueron evitar que la iglesia se convirtiera en un mero patrimonio del Estado y reestablecer la disciplina eclesiástica. Si en ciertos casos Gregorio permitió que su pasión sobrepasara la discreción, encontró en Hugo un aliado sin fisuras y hay que atribuir el mérito a la orden benedictina, sobre todo a la rama cluniacense, de extender entre la gente y llevando a efecto en Europa occidental, las muchas y saludables reformas que emanaban de la Santa Sede

Al fundar Cluny en 910 y dotarla de todos sus territorios, Guillermo el Piadoso de Aquitania la había colocado bajo la directa protección de Roma. Así, Cluny con su red de fundaciones dependientes de ella (ver Cluny, Congregación de; Gallia Christ., II, 374), era un arma formidable para la reforma, en manos de los sucesivos papas. Hugo delegó la elección de sus superiores de todos los claustros e Iglesias bajo su autoridad, en manos espirituales y les prometió – además de los privilegios de la congregación – el apoyo y protección de Cluny, salvando así a cientos de claustros de la avaricia de los señores seculares que procuraban no interferir con los derechos de una congregación tan poderosa que tenía el favor del emperador y de los reyes. Para asegurarse esa protección muchos claustros se afiliaron con Cluny, se abrieron nuevas casa en Francia, Alemania, España e Italia, mientras que bajo Hugo también se fundó en S. Pancras cerca de Lewes, la primera casa benedictina en Inglaterra. (ver, sin embargo, SAN AGUSTIN DE CANTERBURY; SAN DUNSTAN). Puesto que los superiores de la mayoría de estas casas estaban directa o indirectamente nombrados por Hugo y puesto que, como abad, tenía que ratificar las elecciones, es fácil de entender el importante papel que tuvo en la gran lucha entre el imperialismo y la Santa Sede.

Ya en 1049, con veinticinco años, Hugo apareció en el concilio de Reims. Y a petición y ante León IX, expresó tan enérgicamente contra los abusos que se daban que ni los obispos simoníacos pudieron oponerse a su celo. Este fervor contribuyó mucho a que se aceptaran muchas ordenanzas para remediar la disciplina eclesiástica (cfr. Labbe, "Conc.", IX, 1045-6), y León IX se lo llevó a Roma para tener el apoyo del joven abad en el gran concilio que se celebró en 1050 en el que se decidieron muchas cuestiones de disciplina eclesiástica y se condenó la herejías de Berengario (cfr. Hefele, Conciliengesch.", IV, 741).

Victor II, sucesor de León, también mantuvo a Hugo en la más alta estima y confirmó en 1055 todos los privilegios de Cluny. Al llegar Hildebrando a Francia como legado papal (1054) se apresuró a ir a Cluny a consultar con Hugo y asegurar que asistiría al concilio de Tours. Esteban IX, nada más ser elegido, llamó a Hugo a Roma, le hizo su acompañante en los viajes y finalmente murió en sus brazos en Florencia (1058). También fue acompañante de Nicolás II y con él tomo parte en el concilio de Roma que promulgó el importante decreto sobre las elecciones papales (Pascua, 1059). Fue enviado a Francia con el cardenal Esteban, un monje de Monte Cassino, para hace cumplir los decretos del sínodo romano y proceder a Aquitania, mientras su compañero iba a al noroeste. La ayuda activa de numerosos claustros pertenecientes a Cluny le permitieron realizar la misión con gran éxito. Reunió concilios en Aviñón y Vienne y logró el apoyo de los obispos para muchas importantes reformas. El mismo año presidió el concilio de Toulouse. En el concilio de Roma de 1063 defendió los privilegios de Cluny que estaba siendo atacado duramente en Francia.

Alejandro II envió a S. Pedro Damián, cardenal obispo de ostia, como legado en Francia para afrontar esta y otras cuestiones, mientras ratificaba todos los derechos y privilegios de los predecesores de Hugo. Tras una estancia en Cluny, durante la cual concibió una gran admiración y venenración por el monasterio y sus abades, como se refleja en sus cartas (cfr. "Epist.", VI, 2, 4, 5 en P.L., XCLIV, 378), el legado reunió un concilio en Chalons, que decidió a favor de Hugo.

Apenas había ascendido Hildebrando a la silla de S. Pedro como Gregorio VII cuando escribió a Cluny para asegurarse la cooperación de Hugo en la promoción de varias reformas. A Hugo le encargó ocuparse del desagradable asunto del obispo Manasse de Reims así como de comisiones en relación a la expedición del conde Evroul de Roucy contra los sarracenos en España. Gregorio le pedía frecuentemente que fuera a Roma, por no pudo dejar Francia hasta después de los desagradables acontecimientos de 1076 (ver GREGORIO VII), apresurándose entonces a visitarle en Canossa. Con ka ayuda de la condesa Matilde, se las arregló para conseguir la reconciliación -- desafortunadamente de corta duración – entre Gregorio y Enrique IV, que ya había escrito una carta afectuosa declarando su gran deseo de paz con la Iglesia (cfr. "Hist. Lit. de la France", loc. cit. infra).

Hugo trató con el legado papal en España el asunto de la reforma eclesiástica y como resultado de su diligencia y el gran favor que le dispensaba Alfonso VI de Castilla, se cambió el rito mozárabe por el ritual romano en todo su reino. (N. del T. El primer lugar en cambiar el rito fue el Monasterio de S. Juan de la Peña en Aragón; ver la crónica Pinatense). Gracias a la ayuda de muchas fundaciones cluniacenses en Aragón, Castilla, Cataluña y León etc., y a los muchos obispos cluniacenses elegidos fue capaz de dar un gran ímpetu a la reforma eclesiástica en estos lugares. En 1077 fue comisionado para presidir el concilio de Langres y después de encargarse de deponer al obispo de Orleans y al arzobispo de Reims. Gregorio le escribió muchas cartas afectuosas y en el sínodo romano de 1091 se refirió a Hugo en términos laudatorios raramente empleados por un sucesor de Pedro para una persona aún viva. Y que la opinión no era solo la del papa está claro porque Gregorio pidió a los conciliares que si compartían su opinión y contestaron: "Placet, laudamus" (Bullar. Clun., p. 21).

Al volver a comenzar la lucha entre Enrique IV y la Santa Sede, Hugo salió inmediatamente para Roma, pero fue apresado por el camino y llevado ante el rey. Habló al rey de someterse al sucesor de Pedro con tanto interés que pareció haber evitado de nuevo la guerra, de no haber sido este otro ejemplo de la bien conocida duplicidad del monarca. No es necesario volver a afirmar que la relación de Hugo con la Santa sede continuó sin cambios bajo Urbano II y Pascual II, puesto que ambos habían salido de entre las filas de sus monjes. Rodeado de cardenales y obispos, Urbano consagró el 25 de octubre de 1095 el altar mayor de la nueva iglesia de Cluny y concedió al monasterio nuevos privilegios, que fueron aumentados por Pascual durante su visita de 1107. En el gran concilio de Clermont de 1095 donde se decidió organizar la primera cruzada se vio el gran entusiasmo religioso resultado de los trabajos de Gregorio y Hugo. El abad realizó los más valioso servicios en la composición y promulgación de los decretos, por lo que el papa se lo agradeció especialmente.

Hasta la muerte en 1106, de Enrique IV que en ese año dirigió dos cartas a su “más querido padre”, pidiéndole que rezara por él y que intercediera ante la Santa sede (cfr. "Hist. Lit. de la France", loc. cit. infra), Hugo nunca dejó en su empeño de conseguir la reconciliación entre los poderes espiritual y temporal. En la primavera de 1109 Hugo, agotado de tantos años de trabajo y sintiendo de que aproximaba su fin, pidió los últimos sacramentos, reunió en torno a si a sus hijos espirituales y dando a cada uno el beso de paz los despidió con el saludo: Benedicite. Entonces pidió que le llevaran a la capilla de La Virgen, se vistió con tela de saco y cenizas ante el altar y así expiró su alma a su creador en la tarde del lunes de pascua (28 de abril). Su tumba, en la iglesia, fue pronto testigo de milagros; el papa Gelasio peregrinó a ella en 1119, muriendo en Cluny el 20 de enero. El 2 de febrero fue elegido en el monasterio Calixto II, que inició inmediatamente el proceso de canonización y el 6 de enero de 1120 le declaró santo, designando el 29 de abril como su fiesta. En honor de S. Hugo, se concedió al abad de Cluny en adelante el título y dignidad de cardenal. A instancias de Honorio III el traslado de sus restos se realizó el 23 de mayo de 1220. Pero con la revuelta de los hugonotes (1575), los restos y el costoso sarcófago desaparecieron quedando apenas unas pocas reliquias.

Personalidad e influencia de S. Hugo

En pocos casos de santos se ha dado tanta unanimidad ya en el tiempo en que vivió ya después, como en el de S. Hugo. Viviendo en un edad de distorsionada y de abusos, cuando la iglesia tenía que luchar contra mayores fuerzas enemigas domésticas y externas más fuertes aún que la que manejaba la Reforma, ni siquiera una voz se levantó contra este santo – ya que no tenemos en cuenta las palabras del obispo francés que en el calor de una discusión pronunció alguna palabras precipitadas y que de hecho se convertiría en uno de los principales panegiristas de Hugo. En una de sus cartas, Gregorio declara que espera con confianza el éxito de la reforma eclesiástica en Francia por la misericordia de Dios y por medio de Hugo “a quien ninguna imprecación, ningún aplauso o favor, ningún motivo personal puede desviar del camino de la rectitud” (Gregorii VII Registr., IV, 22).

En la “Vida del obispo Arnulfo de Soissons”, Arnulfo dice de Hugo:”Más puro en pensamiento y obra, como el perfecto promotor y perfecto guardián de la disciplina monástica y de la vida regular, el firme apoyo de lo verdaderamente religioso y de los hombres probos, el campeón vigoroso y defensor de la Santa Iglesia” (Mabillon, op. cit. infra, saec. VI, pars II, P. 532). Y el Obispo Bruno de Segni dice de sus últimos días:” Anciano y cargado de años reverenciado y amado por todos, aun gobierno el venerable monasterio (es decir, Cluny) con la misma consumada sabiduría – un hombre laudable en todas las cosas, difícil de comparar y de maravillosa santidad “(Muratori, "Rerum Ital. script.", III, pt. ii, 347).

Emperadores y reyes compitieron con el soberano pontífice en mostrar su veneración y estima por Hugo. Enrique el Negro en una carta que nos ha llegado se dirige a Hugo como su “muy querido padre, digno de todo respeto”, y declara que le debe a las oraciones del abad él haber recuperado la salud y el feliz nacimiento de su hijo, urgiéndole a que vaya a la corte de Colonia la próxima pascua para ser el padrino de su hijo (el futuro Enrique IV).

Durante su viudedad, la emperatriz Inés escribió a Hugo en términos no menos respetuoso y afectuosos, pidiéndole que rogara por el feliz descanso del alma de su marido y por el próspero reino de su hijo. Ya hemos hablado de las cartas que envió Enrique IV a Hugo, quien a pesar de su larga lucha para intentar someter a la Iglesia al poder imperial, parece que nunca perdió el profundo respeto y afecto de su santo padrino.

En reconocimiento por los beneficios derivados de las fundaciones cluniacenses, Fernando I el Magno de Castilla y León (m.1065), hizo a su reino tributario de Cluny; sus hijos Sancho y Alfonso (VI) doblaron los tributos y éste último, además de introducir el ritual romano a instancias de Hugo, mantuvo una afectuosa correspondencia con el abad. En 1081 Hugo fue elegido por los reyes y príncipes de de varios reinos cristianos de España como árbitro para decidir las cuestiones sucesorias.

Cuando Roberto II de Borgoña rehusó asistir al concilio de Autun (1065) en el que su presencia era necesaria, Hugo fue enviado a convencerle y lo hizo tan bien y tan elocuentemente en interés de la paz que Roberto acompañó al abad sin resistirse al concilio, se reconcilió con los que habían matado a su hijo y prometió respetar en adelante las propiedades de la iglesia.

Guillermo el Conquistador, poco después de la batalla de Hastings (1066) hizo ricos regalos a Cluny y pidió ser admitido como un confrater de la abadía como los reyes españoles. Le pidió que enviara seis monjes a Inglaterra para las necesidades espirituales de la corte, petición que renovó en 1078, prometiendo nombrar a doce cluniacenses a los obispados y abadías dentro del reino.

Hugo se desentendió del tema de los nombramientos eclesiásticos y cuando un poco más tarde fundó el Priorato de S. Pancras en Lewes, tomó todas las precauciones para asegurar a sus claustros dependientes la libertad de elección y respeto del derecho canónico. Poco después se vio la necesidad de esa precaución al estallar la guerra de las investiduras bajo el hijo de Guillermo. El campeón de la iglesia en esta lucha, Anselmo de Canterbury era uno de los muchos obispos que consultaban con Hugo en sus dificultades y en tres ocasiones – una durante su exilio de Inglaterra – visitó al abad en Cluny.

Para los monjes confiados a él, Hugo fue un modelo de previsión paternal, de devoción a la disciplina y oración y de obediencia sin dudas a la Santa Sede. En el cumplimiento de los grandes objetivos de su orden, el servicio de Dios y la santificación personal, intentó hacerlo con el máximo esplendor y solemnidad en los servicios litúrgicos de Cluny. Algunas de sus ordenanzas litúrgicas, como el canto del Veni Creator en tercia del domingo de Pentecostés (y durante al octava) se extendió a toda la iglesia romana. Comenzó la magnífica iglesia de Cluny – ahora completamente desaparecida –que fue, hasta la erección de S. pedro de Roma, la más grande de la cristiandad, y considerada el más excelso ejemplo de románico de Francia. El papel de Cluny en la evolución de este estilo y de su escuela especial de escultura, el lector debe buscar los tratados sobre la historia de la arquitectura. Hugo dio el primer impulso a la introducción de la clausura estricta en los conventos de monjas, prescribiéndola por primera vez en el de Marcigny, del que su hermana fue la primera priora, en 1061 (Cucherat, op. cit. infra), y donde su madre también tomo el velo. Conocido por su caridad para con los pobres que sufrían, construyó un hospital para leprosos, donde él mismo realizaba los más básicos trabajos.

Es imposible seguir aquí el efecto que han tenido para la civilización, la concesión de la libertad personal y cívica a los siervos de la gleba y a los colonos feudatarios de Cluny, y el impulso hacia la formación de organizaciones de oficios y comerciantes – de cuyos núcleos surgieron la mayoría de las ciudades modernas de Europa.

Aunque su estudio favorito era la Escritura, Hugo animó al estudio de la ciencia en todas las formas posibles uy mostró profundo interesen la educación enseñando personalmente en la escuela adjunta al monasterio. A pesar de la tremenda actividad de su vida, encontró tiempo para mantener una extensa correspondencia. Se han perdido casi todas sus cartas y su “Vida de la Virgen María”, por la que tenía una gran devoción, así como por las almas del purgatorio. Sin embargo, las que quedan y su sermón sobre el mártir S. Marcelo bastan para mostrar “ lo bien que sabia escribir y con cuanta habilidad podía hablar a los corazones” (Hist. Lit. de la France, IX, 479).

Fuentes

Las Fuentes para la biografía de Hugo son las “ Vitae” de RAINALD, HILDEDETER, el monje HUGO, GILO, ANONYMUS PRIMUS y SECUNDUS.

Las Vitae de Rainald y Anonymus Primus, unto con una sinopsis del mismo, también de Rainald, se pueden ver en Acta S.S., III, Apr., 648 58; las de Hildebert, Hugo y Anonymus Secundus en Bibliotheca Cluniacensis, ed. MARRIER y DU CHESNE (Paris, 1614), 413 38; 447 62, 557-69; LEHMANN, Forschungen zur Gesch. des Abtes Hugo I von Cluny (Gottingen, 1869) es una cuidadosa consideración de la información contenida en todas las anteriores “Vitae” excepto la de Gilo. La Vita de Gilo se editó por primera por L'HUILLIER, Vie de St-Hugurs (Solesmes, 1888) y es probablemente la mejor de todas. Respecto a la disciplina cluniacense, ver HEROOTT, Vetus disciplina monastica (Paris, 1726), 371 ss, y P.L., XCLIX (Paris, 1882). Se pueden consultar también las siguientes obras: DUCKETT, Charters and Records of Cluni (Lewes, 1890); IDEM, Record-Evidences among Archives of the Ancient Abbey of Cluni from 1077 to 1537 (Lewes, 1886), que contiene documentos relacionados con las fundaciones de la orden en Inglaterra;MABILLON, Annales O.S.B., III V (Paris, 1703-38); SAINTE-MARTHE, Gallia Christ., IV (Paris, 1728), 1117; HELVOT, Hist. des ordres religieux, V (Paris, 1792); CHAMPLY, Hist. de Cluny (Macon, 1866); Hist. Lit. de la France, IX, 465 ss.; HEIMBUCHER, Die Orden u. Kongreg. der kath. Kirche, I (Paderborn, 1896), 116 ss.; BAUMER in Kirchenlex., s.v.; BOURGAIN, Chaire Francaise, XII s. (1879), 72; BRIAL, Rec. hist. France, XIV (1896), exi, 71 3; PIGNOT, Hist. de Cluny, II (Paris, 1868), 1-372; WATTENBACH, Deutsch. Geschichtsquell., II (1874), 150; CUCHERAT, Cluny au onzieme siecle (Autun, 1886); BERNARD and BRUEL, Recucil des chartes de l'Abbaye de Cluny (Paris, 1876-); GREEVEN, Die Wirksankeit der Cluniacenser auf kirchl. u. polit. Gebiete im 11. Jahrhunderete (Wesel, 1870).

Kennedy, Thomas (1910).
Tanscrito por Michael T. Barrett. Dedicado a las almas benditas del purgatorio.
Traducido por Pedro Royo
(fuente: ec.aciprensa.com)


otros santos 29 de abril:

jueves, 28 de abril de 2016

28 de abril: Beata María Luisa de Jesús Trichet

Co-Fundadora, junto a San Luis María de Montfort, de la Congregación de las Hijas de la Sabiduría

Hay vidas de vidas en el santoral católico, vidas que simplemente dejan asombrado a cualquiera. No basta admirarlas ni es suficiente tenerles una gran devoción. A veces repasar su epopeya tan personal y frecuentemente anónima, invita es a amarlas con todo el corazón. La beata María Luisa Trichet fue una de ellas.

Citarla como cofundadora de la obra religiosa de San Luis María Grignión de Montfort ya sería suficiente para reconocerle la dimensión espiritual que la enaltece. Testimoniar que todavía hoy en pleno siglo XXI, descreído y egoísta, su Congregación sigue en pie de lucha desenvolviendo un apostolado titánico en la educación y entre enfermos, complementaría ya el aprecio y la valoración suficientes para reconocer que su fundadora vela todavía por la obra y santifica a sus hijas espirituales.

Nació en una familia acomodada y prestante hacia 1684. Atractiva y bien educada no solamente de modales sino de formación cristiana. Francesa hasta la médula, catequizó en una región sumamente católica que pagaría en sangre el precio de su fidelidad a la religión durante la Revolución Francesa y el régimen de Napoleón: La Vandée. Allí los campesinos que habían sido beneficiados con el apostolado de San Luis de Montfort y de María Luisa abnegadamente entregada a los enfermos de su tiempo, se levantarían en defensa del rey y de la monarquía aunque estos no supieran valorar ese gesto de lealtad, irrebatible consecuencia del trabajo espiritual de esta pareja de santos. Cuando se conocieron en el pestilente hospital de Potiers ella tenía 19 años y san Luis era ya un desconcertante y varonil individuo de recién cumplidos 30, con notable fama de gran predicador y confesor en la región.


De una obra de caridad a la conformación de una comunidad religiosa

Bien pronto la joven, que se había propuesto como obra diaria de caridad ir a ayudar un poco durante el día a los enfermos del hospital, encontró que el capellán era un joven sacerdote excepcional y valiente de la pequeña nobleza bretona, celoso predicador sobre todo de la devoción a María. De ir dos o tres veces a la semana pasó a hacerlo casi todos los días, hasta que uno de ellos le comunicó a su familia que se iría a vivir al hospital.

La respuesta fue que sin duda no era cosa de ella, que eso era idea del sacerdote aquel que la iba a terminar volviendo loca. El sacerdote ya había alborotado la ciudad con su elocuente prédica ardiente y elevada, con sus modales finos pero firmes, con su celo por la gloria de Dios y de María. El mismo clero de la localidad se estaba sintiendo "zarandeado".

Como no había donde instalarla, el propio San Luis Grignión intentó que la dirección del hospital la nombrara Gobernanta lo que no se consiguió. Entonces ella se ideó para que fuera recibida como pobre insolvente y la ubicaran en una habitación de precariedad deprimente. Allí comenzó su epopeya. Comenzó con el dolor de tener que ver partir a San Luis apenas unos meses después de ella haber iniciado su apostolado consagrado en el hospital, pero no se desanimó. Años enteros sola y apenas recibiendo cartas de san Luis Grignión para alimentarla espiritualmente fueron dando poco a poco resultados que se manifestaron en el reconocimiento que todo mundo hacía de la caridad de esta joven mujer y en la llegada de dos compañeras que se le unirían al duro y frecuentemente ingrato trabajo de velar por enfermos y ancianos que maltrataban a sus samaritanas.

Para completar San Luis fallece prematuramente con apenas 43 años de edad de manera repentina, dejando en la absoluta orfandad una obra que era incluso mal vista por un sector del alto clero de la región, que había recibido descomedidas referencias del misionero desde el propio París, para el cual Montfort era algo atípico. Sin embargo tuvo que haber habido mucha fe y dedicación abnegada en María Luisa Trichet para que la obra se mantuviera y creciera como la tenemos todavía hoy día en más de 20 países, con el estandarte en alto y el invaluable patrimonio moral de haber dejado 33 religiosas mártires en la Revolución Francesa. Al momento de su muerte María Luisa, de 75 años de edad cumplidos en 1759, dejaba 175 hermanas profesas y 35 casas establecidas con muchas postulantes y novicias.

escrito por Antonio Borda
(fuente: gaudiumpress.org)
otros santos 28 de abril:

miércoles, 27 de abril de 2016

27 de abril: Beata María Antonia Bandrés y Elósegui

«Esta Hija de Jesús ofreció su vida por un familiar agnóstico, habiendo dado pruebas en el convento de una edificante fortaleza que se puso de relieve en el transcurso de su dolorosa enfermedad. Murió a los 21 años»

En un hogar acomodado de Tolosa, Guipúzcoa, España, nació esta beata el 6 de marzo de 1898. Su padre Raimundo Bandrés era un reputado jurista que había formado una gran familia junto a Teresa Elósogui. Antonia fue la segunda de quince hermanos. Nació frágil y recibió cuidados y ternura a raudales que hicieron mella en su forma de ser. Tanto derroche de atenciones revertieron en su personalidad en tal grado que durante los primeros años fue una persona inmadura en la que se apreciaba una hipersensibilidad preocupante.

Su madre se había ocupado de inculcarle muchos valores que, unidos a su gran devoción a María, fueron abriéndole luminosos caminos. Pero en el transcurso de su adolescencia, esta madre generosa y llena de piedad, no ocultó su inquietud: «¡Qué chiquilla más fastidiosa!, decía, ¡cuánto vas a sufrir con ese carácter!». Sin embargo, el germen de tan buen ejemplo ya estaba larvado en el corazón de la joven. Comenzó una labor caritativa con los pobres y necesitados que malvivían en los suburbios acompañando a su madre de la que aprendió a contemplar el rostro de Cristo en ellos. También contaba con la discreción de una empleada doméstica que la seguía solícita en esta acción solidaria que llevaba a cabo y que iba dejando una huella indeleble en los agraciados, conmovidos por su espíritu humilde, sencillo y generoso. Finura de trato y el tacto que brotaba de su caridad le permitieron suavizar las aristas que halló en personas difíciles y hábitos violentos.

Había cursado estudios en el colegio de san José, de Tolosa, erigido por la Madre Cándida, fundadora de las Hijas de Jesús, quién al conocerla, seducida por su virtud, vislumbró en ella una futura vocación. La espiritualidad mariana del centro, que tenía como objeto directo de su devoción a la Virgen del Amor Hermoso, hicieron que reviviese en Antonia el amor a María que su buena madre le infundió. En 1915, a la edad de 17 años, como en medio de su frágil salud emergía la fortaleza que proviene de la gracia divina, no dudó en consagrarse. Cumpliría así el vaticinio que la fundadora le hizo cuando era una adolescente: «Tú serás Hija de Jesús». Antonia entrevió la llamada en medio de la oración cuando realizaba los ejercicios espirituales en Loyola. El profundo y legítimo cariño que le vinculaba a su familia no fue un escollo. Y aunque experimentaba el dolor de la separación, siguió en pos de Cristo. Eso sí, reconocería con toda sencillez en el noviciado: «Solo por Dios los he dejado». Un tío suyo, Antón, agnóstico declarado, no vio con buenos ojos esta decisión, sentimiento que no pasó desapercibido para la beata.

En 1918 profesó en Salamanca y, casi a la par, su salud fue quebrándose irremisiblemente. La sonrisa en medio del sufrimiento era una constante en su rostro, como lo fue la conformidad y paz que mostró en todo instante dejando conmovido a su médico, el egregio Dr. Filiberto Villalobos. Éste comentaba con doctos amigos, como el gran Miguel de Unamuno, el impacto que le causaba ver tanta conformidad y fe en su paciente, que caminaba gozosa a un final indeclinable porque sabía que le aguardaban los brazos del Padre celestial. «¡Qué errada es nuestra vida! –exclamaba–. Esto sí que es morir!». Una reflexión que caló en el ánimo de sus interlocutores. El hecho es que Antonia había ofrecido su vida a Dios por la conversión de su tío Antón, gracia que le fue concedida y que se materializó cuando él se percató de la grandeza de su sobrina, hallando la paz en el perdón y la misericordia divina ante la imagen de la Virgen de Aránzazu.

¡Quién hubiera dicho que aquélla frágil adolescente que mostraba la herida de sus sentimientos a la primera de cambio, impulsada por una enfermiza sensibilidad, iba a actuar con tanta entereza! Que se hubiera propuesto con esa firmeza con que lo hizo: «Es preciso llegar a la cumbre», enfrentándose con bravura a una muerte inevitable que asumió uniéndose a Cristo sabedora de que Él nunca la abandonaba, creyendo que le sería otorgada la petición que hizo para su querido padrino. Si Cristo había sufrido, por qué no iba a hacerlo ella. Resoluta, clara, indeclinable en esta determinación de morir para ser dadora de vida con Él, tenía claro que ese afán de ofrenda tenía que cumplirlo con este cariz: «de hacerla, hacerla entera».

En medio de sus sufrimientos, Dios no quiso dejarla huérfana de consuelo, y ella llegó a manifestar: «¿Esto es morir? ¡Qué dulce es morir en la vida religiosa! Siento que la Virgen está a mi lado, que Jesús me ama y yo lo amo…». El 27 de abril de 1919, festividad de Nuestra Señora de Montserrat, culminó su calvario y entró en la gloria. Tenía 21 años recién cumplidos. Fue beatificada por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996 junto a su fundadora, la Madre Cándida María de Jesús.

Escrito por Isabel Orellana Vilches
(fuente: zenit.org)

otros santos 27 de abril:

- San Rafael Arnáiz Barón
- Beato Jaime de Bitetto
- Beato Nicolás Roland

martes, 26 de abril de 2016

26 de abril: San Fray María Rafael Arnáiz Barón

Rafael Arnaiz Barón nació el 9 de Abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.

Dotado de una precoz inteligencia, ya desde su primera infancia daba señales claras de su inclinación a las cosas de Dios. En estos años recibió la primera visita de la que había de ser su sino y compañera: la enfermedad que le obligó a interrumpir sus estudios. Recuperado de ella, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la Stma. Virgen, a finales de verano de 1922 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen del Pilar, hecho que no dejó de marcar el ánimo de Rafael.

Trasladada su familia a Oviedo, allí continuó sus estudios medios, matriculándose al terminarlos en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Con una inteligencia brillante, Rafael estaba dotado de destacadas cualidades para la amistad. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también su experiencia espiritual de vida cristiana.

En su corazón bien dispuesto, Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida monástica.

Habiendo tomado contacto con el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas –su Trapa- se sintió fuertemente atraído por lo que vio en el lugar que correspondía con sus deseos íntimos.

Allí ingresó el 16 de Enero de 1934.

Dios quiso probarle misteriosamente con una penosa enfermedad –la diabetes sacarina- que le obligó a abandonar tres veces el monasterio, adonde otras tantas volvió en aras de una respuesta generosa y fiel, realmente heroica, a la que sentía ser la llamada de Dios.

Santificado en la gozosa fidelidad a la vida monástica y en la aceptación amorosa de los planes de Dios, consumó su vida en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién estrenados los 27 años, siendo sepultado en el cementerio del monasterio.

Pronto voló imparable su fama de santidad allende los muros del monasterio.

Con la fragancia de su vida, sus numerosos escritos continúan difundiéndose con gran aceptación y bien para cuantos por su medio entran en contacto con su espiritualidad.

El 19 de Agosto de 1989, SS. Juan Pablo II le propuso como modelo para los jóvenes en Santiago de Compostela con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, proclamándole Beato el 27 de Septiembre de 1992 en la Plaza de San Pedro en Roma junto a otros siervos de Dios.

Su espiritualidad, tan rica en matices, está polarizada en la búsqueda de Dios, que cada vez se hace más dominante en su vida, y que él expresa en una frase muy propia en la que parece decirlo todo: “¡Sólo Dios!”. Dios lo llena todo en su vida. Fuera de él, nada tiene sentido.

Por eso la vida de Rafael es ante todo un testimonio de la trascendencia de Dios; de lo absoluto de Dios. No un Dios de quien se conoce muchas cosas, sino un Dios experimentado en la vida y que le ha fascinado.

Así, fascinado por Dios, descubrió que la vida monástica era “su” camino, porque sintió que Dios le llamaba a vivir sólo para buscarle a Él en una vida oculta, la del no ser, a fin de ser únicamente para Dios.

Sediento de Dios, su única aspiración era la de vivir para amar, porque era un hombre hecho para amar y porque Dios no quería más que su amor desprendido de todo. Y porque no quería que su vida fuera otra cosa más que un acto de amor, y quería amar a Jesús con frenesí, en expresión suya, quisiera dejar de vivir, si vivir pudiera sin amarle.

Estas expresiones, que en otro pudieran parecer una mera aspiración piadosa, vacías de contenido, en Rafael tenían un sentido muy profundo, como tuvo ocasión de demostrarlo en su vida, sobre todo al pasar por la dura prueba de la enfermedad que le obligó a salir repetidas veces del Monasterio, torciendo sus ilusiones, volviendo otras tantas veces a reemprender la vida monástica.

Efectivamente, la enfermedad fue el crisol en que Dios quiso moldearlo.

A través de ella, Rafael descubrió el camino de la cruz que Dios le ofrecía como única alternativa.

En la Cruz descubrió su tesoro, su descanso. En ella descubrió que estaba Dios, y no la cambiaría por nada ni por nadie, como él decía.

La amó hasta la paradoja de sentirse absolutamente feliz porque se sentía absolutamente desgraciado.

Purificado en el amor y en el dolor, Rafael, de carácter jovial y comunicativo, atractivo a todos los que le trataban se hizo cada día más transparente a Dios, a su Espíritu y a los hombres.

Es el fruto de una humildad sincera, aprendida a la luz y en el contacto con Dios, que no tolera una falta en los repliegues del corazón. Finalmente, otra nota muy significativa de su espiritualidad es su amor entrañable a María, que ocupa un lugar central en su camino hacia Dios.

De ella recibe ayuda, luz, consuelo, y con ella mantiene unas relaciones llenas de confianza, sencillez y ternura. Sus escritos –cartas y opúsculos- que él nunca hizo para la publicación, han sido recogidos en el libro titulado: “Vida y escritos de Fray María Rafael”, y recientemente en “Obras Completas”.

(fuente: www.abadiasanisidro.es)


otros santos 26 de abril:

- Beato Estanislao Kubista
- San Isidoro de Sevilla
- Santa Franca de Piacenza

lunes, 25 de abril de 2016

25 de abril: San Herminio de Lobbes

Abad

Etimológicamente significa “soldado”. Viene de la lengua alemana.

Una humilde oración de abandono también permanece siempre muy sencilla sin pretender nada. En cualquier edad, ¿quién no se sorprende a sí mismo diciendo: escucha, escucha mi oración de niño? Y siguen los combates cotidianos. Lucha y contemplación se unen.

Este joven nació en Laon, Francia, a finales del siglo VII.

Sus padres eran fervientes cristianos. Lo educaron en el celo apostólico y, cuando tuvo la edad requerida, se marchó al monasterio de Lobbes.

Estudió profundamente la Sagrada Escritura simultáneamente con las ciencias profanas.

Se distinguió por su amor a la pureza de costumbres. El obispo, viendo sus buenas cualidades, lo ordenó de sacerdote.

Con el tiempo, llegó a ser abad del monasterio durante muchos años, destacando entre sus hermanos los monjes, como un verdadero santo.

Toda su actividad la desplegaba haciendo el bien a los necesitados, los preferidos del Evangelio.

Convirtió el monasterio en una auténtica casa de acogida y de hospitalidad.

Dios le concedió el don de la profecía. De esta forma, anunció la victoria de Carlos Martel en la batalla del 21 de marzo del año 717; la dominación de Pipino el Breve sobre los franceses; la muerte de Radbode, jefe de los frisones y otras tantas.

Viendo que llegaba el día de su muerte, la recibió con dulzura y amabilidad. Como si fuera su hermana. Esto ocurría en el año 737.
(fuente: www.churchforum.org)

otros santos 25 de abril:

- Beato José Trinidad Rangel
- San Pedro de San José Betancur
- San Marcos

domingo, 24 de abril de 2016

24 de abril: San María de Cleofás

"Cerca de la Cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala" (Juan 19:25). ¿Cómo debemos interpretar "la hermana de su madre", literalmente, como hijas de los mismos padres, ó en el mismo sentido de los "hermanos de Jesús" que se entiende como parientes cercanos?

La respuesta corta es que María de Cleofás es probablemente la hermana de la Santísima Virgen María. María de Cleofás puede haber tenido un esposo previo llamado Alfeo, ó este Alfeo puede haber sido Cleofás. La Santísima Virgen María, por supuesto, tuvo un sólo esposo (José) y fue simpre virgen. La respuesta más detallada a continuación.

Los parientes de Jesús

Leyendo la Biblia encontramos que Jesús tuvo "hermanos" llamados Santiago, José, Simón (Simeón) y Judas (Mateo 13:55). También sabemos que Su madre, María, tuvo una "hermana" llamada María. Esta otra María, a su vez, tuvo un esposo llamado Cleofás (Juan 19:25). Yo espero poder resumir y desenredar esta madeja de parientes. (No busco aquí demostrar la virginidad perpetua de la Santísima Virgen María; hay muchas otras fuentes de información para este propósito, y las enumeraré al fin de este artículo).

Primero, veamos lo que nos dicen los Evangelios. A la muerte de Jesús, se nos dice que María, la esposa de Cleofás estaba presente (Juan 19:25). Ella es identificada como la madre de Santiago y José en una ocasión (Mateo 27:56), y en otra como la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé (Marcos 15:40). Por otra parte, Santiago es identificado como el hijo de Alfeo en Mateo 10:3, Marcos 3:18 y Lucas 6:15. Podemos inferir que es improbable que María, la esposa de Cleofás sea verdadera hermana de la Virgen María por llevar el mismo nombre. Pero, estaban relacionadas en otra manera. Esto tiene un paralelo en el uso Semítico del término "hermano" aplicado a la relación de Santiago para con Jesús.

Un antiguo historiador, llamado Hegesipo, puede darnos más información. Nativo de Palestina, Hegesipo terminó sus memorias siendo ya anciano, durante el reinado del Papa Eleuterio (175-189). Él deriva su información de fuentes personales dado que pudo interrogar a varios miembros de la familia de Jesús. Hegesipo nos dice que:

"Después del martirio de Santiago, fue decidido en forma unánime, que Simeón, hijo de Cleofás, era digno de ocupar _ _ _ de Jerusalén. ‘El fue, se dice, un primo del Salvador; Hegesipo cuenta que Cleofás era hermano de José' (Eusebio, Hist. eccl., III, 11). San Epifanio (Haer., LXXVII, 7) dice lo mismo y agrega (Haer., LXXVII, 14) que este Simeón, el hijo de Cleofás, era primo de Santiago el Justo, tal como Hegesipo dice en otro pasage." (Prat, Jesus Christ, p. 505).

Cleofás es el hermano de José (El padre adoptivo de Jesús). De ahí, surge que María, la esposa de Cleofás, sea la cuñada de la Virgen María, lo que explica el porqué de llevar el mismo nombre y de ser llamadas hermanas. De ahí también se puede concluir que Santiago es primo de Jesús. Ferdinand Prat razona:

"Sabemos, por lo tanto que la madre de los dos "hermanos" del Señor fue María de Cleofás, la "hermana" de la Santísima Virgen. También sabemos que Cleofás, el hermano de San José, era padre de un tercer hermano, llamado Simón ó Simeón. El otro hermano, Judas, está siempre conectado con Simón y es, como él, parte de la familia de David. Es natural, entonces, suponer que también era un hijo de Cleofás.

Los puntos que quedan por aclarar se resolverían en nuestra opinión si arriesgamos dos hipótesis. Primero, que María, hermana de la Santísima Virgen, habiendo tenido dos hijos de un primer matrimonio, Santiago y José, se casó por segunda vez con Cleofás, hermano de José, quien también tenía dos hijos de un primer matrimonio, Simón y Judas. De acuerdo a las costumbres de la época, no había nada extraordinario en el matrimonio entre un viudo y una viuda, cada uno de ellos con niños. La segunda es que la hermana de la Santísima Virgen tuvo como primer esposo a un hombre de la tribu de Leví, llamado Alfeo.

De esta manera se resolverían nueve ó diez problemas. Por lo tanto, uno pudiera explicar porqué Santiago, José, Simón y Judas son simpre nombrados en ese orden como "hermanos" del Señor; porqué Santiago y José son un par distinto de Simón y Judas; porqué María, la hermana de la Virgen María, es conocida como la madre de Santiago y José y no como la madre de Simón y Judas; porqué, de acuerdo a Hegesipo, Simón y no Santiago es el hijo de Cleofás; porqué, nuevamente de acuerdo a Hegesipo, Simón y Judas son de la familia de David; porqué, de acuerdo a la tradición, Santiago era de lineage sacerdotal; porqué la opinión común de los Católicos indentifica a Santiago, hijo de María, hermana de la Santísima Virgen, Con Santiago el Apóstol, el hijo de Alfeo; porqué María de Cleofás es llamada en el Evangelio como la hermana de la Santísima Virgen, cuando ella era en realidad su cuñada, siendo la esposa del hermano de San José; finalmente, porqué, después de la muerte de San José y Cleofás, las dos hermanas acercaron a las dos familias para que en adelante las dos families parezcan una." (Prat, Jesus Christ, p. 136-137).

Los Evangelios no nos dicen nada de Cleofás ó José (El padre adoptivo de Jesús) durante la vida adulta de Jesús. Podemos imaginar que después de sus muertes, las dos familias (sin sus protectores y cabezas) se juntaron bajo un solo techo. Esto podría así estrechar sus lazos: las dos Marías como "hermanas" y Jesús y Sus primos como "hermanos". El Evangelio y la tradición mantuvieron esos nombres sin negar la perpetua virginidad de María.

Lectura adicional y bibliografía

Releyendo my escrito, temo haber omitido mucho material. No pretendo que nada de lo presentado sea original; las fuentes originales deben ser consultadas para tener el cuadro completo. Mencionaré material para lectura adicional:

→ Prat, Ferdinand. Jesus Christ: His Life, His Teaching, and His Work (Jesucristo, Su Vida, Sus Enseñanzas y Su Trabajo), dos volúmenes. (Milwaukee, 1950).


→ Un trabajo Católico formal, esta es mi primera fuente de información histórica. Una fuerte defensa de la posición Católica, un trabajo fascinante, es descripto por Carroll como "exhaustivo y profundo".
Carroll, Warren H. The Founding of Christendom (La Fundación de la Cristiandad), (Christendom Press, 1985). El primero de un proyecto de siete volúmenes (tres completos), las notas detalladas y bibliografía con anotaciones me llevaron al libro de Prat. Vívido y fácil de leer, este es el único intento en este siglo, que yo conozca, a una historia de la Cristiandad desde un punto de vista Católico formal. Warren Carroll es un experto en el foro "Ask the Experts' (Pregunte a los expertos).


→ St. Jerome. Against Heldivius (En Contra de Helvidio). ¿Qué mejor lugar para obtener una defensa, basada en la escrituras, de la virginidad perpetua de María que el más grande erudito de la Biblia de su época? Las típicas abjeciones de los Protestantes de hoy en día fueron simplemente refutadas en el año 383, tal que esta herejía no retornó a la superficie hasta épocas relativamente modernas.

→James Akin tiene una copia electrónica en http://www.primenet.com/~jakin.

→ Fr Most, William G. "Brothers and Sisters of Jesus" (Hermanos y Hermanas de Jesús). Este corto artículo defiende la virginidad perpetua de María, con énfasis en cuestiones linguísticas. La copia electrónica se puede obtener como jesbrs.txt en ewtn.com.


escrito por Christopher Y. Wong 
Traducción por José F. Mibelli
 (fuente: www.ewtn.com)

otros santos 24 de abril:

- San Antimo y compañeros mártires
- San Benito Menni
- Santa María de Santa Eufrasia Pelletier

sábado, 23 de abril de 2016

23 de abril: San Jorge de Inglaterra

Martir
(303)

Que Dios nos conceda valor como a San Jorge
para luchar contra el dragón infernal y vencerlo
y no permitirle que nos esclavice con sus tentaciones.

Los que siembran entre pesares,
cosechan entre cantares. 
(S. Biblia Salmos).

Jorge significa: el agricultor.

"Nacido en Lydda, Palestina, la tierra de Jesús, era hijo de un agricultor muy estimado. Entró al ejército y llegó a ser capitán. Se hizo famoso porque al llegar a una ciudad de Oriente se encontró con que un terrible caimán (o dragón o tiburón) devoraba a mucha gente y nadie se atrevía a acercársele. San Jorge lo atacó valientemente y acabó con tan feroz animal. Y reuniendo a todos los vecinos que estaban llenos de admiración y de emoción, les habló muy hermosamente de Jesucristo y obtuvo que muchos de ellos se hicieran cristianos.

Pero el emperador Diocleciano mandó que todos tenían que adorar ídolos o dioses falsos y prohibió adorar a Jesucristo. El capitán Jorge declaró que él nunca dejaría de adorar a Cristo y que jamás adoraría ídolos. Entonces el emperador declaró pena de muerte contra él. De paso para el sitio del martirio lo llevaron al templo de los ídolos para ver si los adoraba, pero en su presencia varias de esas estatuas cayeron derribadas por el suelo y se despedazaron. A Jorge lo martirizaron y mientras lo azotaban, él se acordaba de los azotes que le dieron a Jesús, y no abría la boca, y sufría todo por Nuestro Señor sin gritar ni llorar. Muchos al verlo exclamaban: ""s valiente. En verdad que vale la pena ser seguidor de Cristo". Cuando lo iban a matar decía: "Señor, en tus manos encomiendo mi alma". El siempre rezaba y Dios siempre lo escuchaba. Al oír la noticia de que ya le iban a cortar la cabeza se puso muy contento, porque él tenía muchos deseos de ir al cielo a estar junto a Nuestro Señor Jesucristo.

San Jorge mártir es el Patrono de Inglaterra y de los Boys Scouts.

Su culto alcanzó gran celebridad desde muy antiguos tiempos en la Iglesia. La Iglesia de Oriente lo llama "El gran mártir".

En tiempos de Las Cruzadas, el rey Ricardo Corazón de León se convenció en Tierra Santa de que San Jorge tenía un gran poder de intercesión en favor de los que lo invocaban y llevó su devoción a Europa, especialmente a Inglaterra.
(fuente: www.ewtn.com)

otros santos 23 de abril:

- Beato Gil de Asís
- San Adalberto de Praga 
- Beata María Gabriela Sagheddu

jueves, 21 de abril de 2016

21 de abril: Beato Bartolomé Cerveri

Presbítero y Mártir

Nació en Savigliano (Turín) alrededor 1420.

Fue profesor de teología en Turín (1452) y varias veces prior de Savigliano.

Insigne por su magisterio y por su ministerio apostólico fue encargado del oficio de inquisidor general (1459).

Luchó eficazmente por la defensa de la fe y selló su enseñanza con el martirio cuando fue asesinado por los herejes cerca de Cerveri el 21 de abril de 1466. Su cuerpo fue venerado en Savigliano, hasta que en 1801 fue trasladado a la iglesia parroquial de Cerveri. Pío IX confirmó su culto el 22 de septiembre de 1853.

 (fuente: www.dominicasdebetania.org) 

otros santos 21 de abril:

- San Maximiliano de Constantinopla
- San Anselmo
- San Román Adame Rosales

miércoles, 20 de abril de 2016

20 de abril: San Marcelino de Embrún

†: c. 374 - país: Francia
canonización: pre-congregación

En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos y fue ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli.

Marcelino es celebrado como el primer obispo de Embrún, una pequeña ciudad en los Altos Alpes, en el sudeste de Francia. Fue un sacerdote africano que, junto a dos compañeros (Vicente y Domnino), evangelizo una amplia región de lo que hoy conocemos como el Delfinado. Marcelino hizo de Embrún la base de su labor misionera, y construyó un oratorio en un acantilado del lugar; éste fue reemplazado por una gran iglesia en la propia ciudad cuando creció el número de cristianos. San Gregorio de Tours, que murió en el 594, nos cuenta que incluso en sus días el agua que se utilizaba para llenar el bautisterio de esa iglesia tenía fuertes propiedades curativas.

Marcelino fue consagrado obispo por san Eusebio de Vercelli, y sufrió persecución a manos de los arrianos, que lo obligaron a esconderse en las montañas, adonde lo visitaban y aentaban sus fieles y clero. Murió el 13 de abril del 374, pero no fue enterrado sino hasta el día 20. Más tarde sus restos fueron trasladados a Puy, para evitar que fueran profanados por incursiones sarracenas, pero fueron destruidos en 1792, excepto su cabeza, que permaneció en Digne, donde Domnino tenía su base misionera.

La corta biografía de san Marcelino que se halla en Acta Sanctorum (abril, vol. II) es un documento antiguo y fidedigno. Ver Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. I, pp. 290-291. 
Traducido para ETF de Butler, edición Burns, 1999, volumen 4 (Abril), pág. 138, excepto las referencias bibliográficas, que provienen de la edición 1964.

«Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
(fuente: www.eltestigofiel.org)

otros santos 20 de abril:

- San Aniceto
- San Secundino de Córdoba
- Santa Inés de Montepulciano

martes, 19 de abril de 2016

19 de abril: San Expedito

El sentido de la devoción a los santos

Los Santos son nuestros modelos, son un regalo de Dios para que crezcamos al comparar nuestra vida con la de ellos. Si ellos pudieron, nosotros también; así debemos pensar pues la santidad suena en estos tiempos como algo lejano e inalcanzable, quizás hasta pasado de moda. Sin embargo, es nuestra misión de vida como cristianos, nuestra meta obligada. Por supuesto que solo podemos llegar a la santidad con la ayuda y Gracia de Dios, pero El ve nuestro esfuerzo y pone Su parte cuando iniciamos el camino con decisión y compromiso.

Algunos santos son muy especiales, porque demostraron en vida la fortaleza necesaria para imponerse a los frenos que el mundo pone a la conversión. Ellos son soldados, soldados de Dios. Soldado de Dios es aquel que lucha con las armas de la fe, el amor y la Palabra, contra las tentaciones y ataques que el mal hace a las obras de Dios. De este modo un soldado es un defensor de las obras del Señor ¡No es acaso un honor gigantesco el ser de este modo soldado!

San Expedito es sin dudas un modelo de fortaleza y compromiso con el Amor de Dios, un defensor de Su Divina Voluntad. En estos tiempos su devoción ha crecido porque la gente busca ayuda espiritual, intercesión ante el Trono de Dios, y San Expedito viene a ocupar un espacio importante en esa fundamental misión. Conozcamos su historia y devoción.


Historia de San Expedito

Los datos más precisos sobre la vida militar de Expedito fueron recopilados por un grupo de Jesuitas llamados Bolandistas, que se dedicaron a investigar y recopilar del modo más preciso posible la vida de nuestro santo. Con siglos de crónicas, San Expedito es conocido en toda Europa y Asia menor. El santo habría sido armenio, y si bien se desconoce su lugar real de nacimiento, es probable que haya sido la localidad de Metilene, que es también en donde sufre su martirio. Otra posibilidad es que fuera oriundo de Roma, y enviado en misión militar a Metilene. Esta ciudad fue construida en el Siglo II por el emperador romano Trajano. Armenia fue una de las primeras regiones en recibir las enseñanzas de los apóstoles Judas Tadeo, Simón y Batoloméo, como así también un lugar de innumerables persecuciones a los cristianos. En este país se derramó la sangre de muchos mártires, entre ellos San Expedito y San Pantaleón.

San Expedito era contemporáneo de Santa Filomena y San Jorge y vivió a principios del siglo IV. Nuestro santo era un militar del Imperio Romano que tenía a su cargo toda una legión a las ordenes de Dioclesiano, emperador que años más tarde lo mandaría a matar. La Tradición cuenta que Expedito era jefe de la 12ª Legión Romana conocida como “Fulminante”, que estaba establecida en Metilene, sede de una de las provincias romanas da Armenia. Militar de carrera, tenía más de seis mil hombres a su cargo, y había recibido el estricto entrenamiento militar de las legiones del César, comprometido con la defensa del imperio y sus leyes. Se cree que su nombre deriva de ?Expedici?, que era un tipo de formación militar romana ligera y veloz; seguramente nuestro santo se inició en una unidad de este tipo y de allí deriva su apellido.

Milagro en batalla

Las legiones eran poderosas unidades militares dispersas a lo largo y ancho del imperio, con unos siete mil soldados de infantería cada una y apoyadas también por caballería. Expedito estaba a cargo de la Legión ?Fulminante?, con el título de Tribuno, equivalente al rango de General de División. Las milicias romanas habían recibido de Diocleciano el decreto ordenando la persecución de los cristianos, que se oponían a profesar la fe politeísta oficial del imperio. La pena era la muerte, y en particular era la pena de flagelación y decapitación para los funcionarios del imperio, militares o civiles, que se convirtieran al cristianismo.

La legión de Expedito estaba basada en Armenia y tenía como misión principal luchar contra los pueblos bárbaros en la zona de Germania, esto es en Armenia y Turquía. Habían luchado durante mucho tiempo, bajo las órdenes de su general, pero habían agotado las provisiones de alimentos y agua en tierras que estaban infectadas de enemigos. Finalmente, enfrentaron una vez más la batalla sin tener las fuerzas para hacerlo. Expedito les habló, trató de levantar sus espíritus una vez más, pera nada logró esta vez. El enemigo estaba cada vez más cerca, y sin fuerzas, alimentos ni bebida, nada podía hacerse.

Los soldados romanos habían visto muchas veces lo que hacían los cristianos cuando enfrentaban la muerte que ellos mismos les prodigaban: elevaban sus brazos al cielo y pedían ayuda a su Dios. Y la leyenda decía que ese Dios muchas veces escuchaba sus pedidos y oficiaba milagros. Para sorpresa de Expedito, sus soldados, de uno en uno empezaron a elevar sus brazos al cielo y rogar a ese Dios único de los cristianos del que ellos habían escuchado hablar. Las tropas enemigas se sorprendieron porque nunca habían visto a una Legión Romana completa elevando sus brazos al cielo y rogando a Dios en pleno campo de batalla. Se detuvieron extasiados, sin comprender lo que ocurría. En ese momento el cielo se oscureció y precipitó un vendaval de viento y agua que cubrió a soldados y bestias, transformando el lugar en confusión. La Fulminante se recompuso y aprovechando la situación volvió a salir victoriosa de la batalla.


La conversión y muerte de Expedito

Muchos de los soldados de la legión se convirtieron al Cristianismo de inmediato, felices de haber testimoniado el Poder del Dios Único. Expedito no comprendía lo que ocurría, sin embargo su corazón estaba tocado por la fortaleza de ese Dios que se había acordado de sus hombres, y de él mismo. Su corazón sabía que Dios lo estaba llamando, pero su puesto en la milicia romana no era compatible con tal conversión, lo esperaba la muerte en caso de desafiar la autoridad del Emperador. Los hechos llegaron a los oídos de Dioclesiano, que preocupado envió ordenes para que se detenga esa revuelta militar, de soldados romanos convertidos al cristianismo.

Expedito dudó y dudó, postergó su decisión una y otra vez. Muchos de sus propios soldados se habían unido a Jesucristo, a la fe de los cristianos. Su corazón no se decidía entre los apegos a las glorias humanas, a su carrera militar, y el llamado que indudablemente recibía desde lo alto. Pero cierto día Expedito fue tocado por la Gracia de Dios y recibió la Luz Divina. Este episodio cambiaría para siempre su vida, convirtiéndose inmediatamente al cristianismo, cueste lo que cueste.

Conmovido por los hechos vividos e inspirado por el Espíritu Santo, Expedito resuelve un día cambiar su vida y convertirse al cristianismo. Fue entonces que se le apareció el espíritu del mal en la forma de un cuervo. El cuervo le gritaba ¡cras…cras…!, palabra latina que quiere decir “mañana…mañana”. Esta decisión déjala para mañana, le decía el cuervo. ¡No tengas apuro! ¡Espera por tu conversión! Pero San Expedito reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con su pie derecho mientras exclamaba Hodie… Hodie… Hodie (que en latín significa Hoy… Hoy… Hoy…). ¡No dejaré nada para mañana, a partir de hoy seré cristiano!

El circo romano había sido creado por el Emperador para demostrar el poder del Imperio, pero irónicamente había producido el efecto contrario, el de difundir el cristianismo más y más. Cuando Expedito se convirtió al Cristianismo comenzó a proteger a los mártires que eran devorados por los leones en el circo. Para Dioclesiano esto era inadmisible, un general a cargo de una Legión del Imperio se atrevía a desafiar su decreto Imperial. De inmediato se ordenó el arresto y el interrogatorio de Expedito y sus más cercanos soldados y amigos, todos convertidos a la fe de Cristo, por aquellos que hasta poco tiempo atrás eran sus compañeros de milicia.

El 19 de abril del año 303 de nuestra era, por orden del Emperador Diocleciano, nuestro santo fue sacrificado en Melitene, sede de una de las Provincias Romanas en Armenia junto con sus compañeros de milicia Caio, Galatas, Hermogenes, Aristonico y Rufo. La pena fue de flagelación (dando lugar al posible arrepentimiento del reo) y la decapitación. Su sangre regó aquellos primeros siglos de la Iglesia, junto a la de tantos otros mártires que comprendieron que Cristo mismo, en Su Cruz, tiene Su Trono en la celebración Eucarística legada en la noche del Jueves Santo.


La devoción a San Expedito

La devoción a San Expedito se ha ido difundiendo especialmente en la época moderna. Se recogen noticias de su devoción hacia mediados del siglo XVII en Sicilia, especialmente, en las ciudades de Mesina y Arcireale, donde en 1781 fue declarado segundo patrono de la ciudad y patrono especial de comerciantes y navegantes, y también protector para obtener rápida solución a los problemas urgentes. En nuestros tiempos, infinidad de Iglesias tienen imágenes de nuestro santo, y rinden culto a su devoción.

En forma coherente con su propia historia de vida, San Expedito tiene un rol de intercesión especial frente a Dios para atender los casos urgentes. Nos referimos a los casos en que de producirse una demora habría un gran perjuicio. Es conocido como uno de los abogados de las causas imposibles junto con Santa Rita de Cascia y San Judas Tadeo (oriundo de Nazareth y primo del Señor), a quienes también se les suele invocar en estos casos. También ha pasado a ser patrono de las personas que quieren obtener una Gracia por una causa perdida, pero la necesitan inmediatamente. De este modo, San Expedito es reconocido por el Don que Nuestro Padre Misericordioso le dio para resolver nuestras necesidades en formas urgente pero también es Patrono de los Jóvenes, Socorro de los Estudiantes, Mediador en los Procesos y Juicios, Salud de los Enfermos, Protector en los Problemas de Familia, Laborales y Negocios, pudiendo ser invocado en otros casos.


Devocionario

Este santo patrono, San Expedito, no atiende nuestros ruegos con el fin de ser venerado, sino para que sigamos su ejemplo y nos acerquemos a Dios sin postergaciones, ya mismo. San Expedito nos lleva a comprender que sólo Dios puede ayudarnos, sólo el Señor puede escuchar nuestros pedidos y actuar de acuerdo a nuestra mejor conveniencia, siempre según Su Divina Voluntad, la que debemos respetar y honrar con nuestros actos.

Veamos en San Expedito un modelo de fortaleza y de coraje cristiano, y así ¡sepamos tomar las armas del Señor, el amor, la fe y la esperanza, y corramos a Su encuentro, revestidos de la armadura del estado de Gracia, envueltos en los Sacramentos, enamorados de la Eucaristía, y dispuestos a dar nuestra vida por quien es Todo Amor!


Novena a San Expedito

Para los que tienen urgencia en la solución de algún problema. Se debe rezar durante 9 días.

Señor, ten piedad de mí.
Jesucristo, ten piedad de mí.
Señor, ten piedad de mí.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Padre Celestial, que sos Dios, ten piedad de mí.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de mí.
Santa María, Reina de los Mártires, ruega por mí.
San Expedito, invencible atleta de la Fe, ruega por mí.
San Expedito, fiel hasta la muerta, ruega por mí.
San Expedito, que todo perdiste para ganar a Jesús, ruega por mí.
San expedito, que fuiste atormentado, ruega por mí.
San Expedito, que pereciste gloriosamente por la espada, ruega por mí.
San Expedito, que recibiste del Señor la Corona de Justicia que prometió a los que le aman, ruega por mí.
San Expedito, auxilio de los que pierden cosas, ruega por mí.
San Expedito, patrono de la juventud, ruega por mí.
San Expedito, auxilio de los estudiantes, ruega por mí.
San Expedito, modelo de soldado, ruega por mí.
San Expedito, patrono de los viajeros, ruega por mí.
San Expedito, salvación de los enfermos, ruega por mí.
San Expedito, consolador de los afligidos, ruega por mí.
San Expedito, apoyo fiel de los que esperan en vos, ruega por mí.
San Expedito, yo te suplico, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, ven a mi auxilio.
Jesús, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdóname Señor.
Jesús, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchame Señor.
Jesús, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de mi Señor.
Jesús, óyeme. Jesús, escucha mi oración.
Que mi voz llegue a ti, Señor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Oración a San Expedito

Mi San Expedito de las causas justas y urgentes, intercede por mi junto a Nuestro Señor Jesuscristo, para que venga en mi socorro en esta hora de aflicción y desesperanza. Mi San Expedito tú que eres el Santo guerrero. Tú que eres el Santo de los afligidos. Tú que eres el Santo de los desesperados. Tú que eres el Santo de las causas urgentes, protégeme, ayúdame, otorgándome: fuerza, coraje y serenidad. ¡Atiende mi pedido! (hacer el pedido).

Mi San Expedito, ayúdame a superar estas horas difíciles, protégeme de todos los que puedan perjudicarme, protege a mi familia, atiende mi pedido con urgencia. Devuélveme la Paz y la tranquilidad. ¡Mi San Expedito! Estaré agradecido por el resto de mi vida y propagaré tu nombre a todos los que tienen Fe. Muchas Gracias.

Padre Nuestro, Ave María y Credo.


Oración que se encuentra a los pies de la imagen de San Expedito en la Ciudad de Santa Fé, Argentina

San Expedito de causas justas y urgentes
socorredme en esta hora de aflicción y desesperación
interceded por mi, junto a nuestro Señor Jesucristo,
Vos que sos el santo de los afligidos,
Vos que sos en el santo de los desesperados,
Vos que sos el santo de las causas urgentes,
protegedme, ayudadme, dadme fuerza, coraje y serenidad.

Atended a mi pedido: (hacer el pedido)

Ayudadme a superar estas horas difíciles
protegedme de todos los que me puedan perjudicar.
Proteged a mi familia,
Atended mi pedido con urgencia.
Devolvedme la paz y la tranquilidad.
Sere agradecido por el resto de mi vida y
llevare tu nombre a todos para que tengan fe.

(rezar un Padrenuestro, un Avemaría y hacer la señal de la cruz)

Glorioso Mártir de Cristo,
protector de los casos urgentes,
humildemente te ruego me obtengas del Divino Corazón
de nuestro amadísimo Redentor
y de su madre Virgen María,
el pronto socorro de esta aflicción y necesidad en la que me hallo.

(…petición…)

Ruega a la inmaculada Virgen. María
que por los tormentos que su Divino Hijo sufrió
en Su Pasión y por los dolores que Ella padeció
en su maternal y virginal corazón,
me conceda el alivio de esta tribulación que padezco,
si conviene para la mayor honra y gloria de Dios y bien de mi alma.-

Amén


Letanías de San Expedito

Señor, ten piedad; Cristo, ten piedad; Señor, ten piedad; Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros
San Expedito, invencible atleta de la fe,
San Expedito, fiel hasta la muerte,
San Expedito, que perdiste todo para ganar a Jesús,
San Expedito, que has sido golpeado con varas,
San Expedito, que has muerto gloriosamente por la espada,
San Expedito, que recibiste del Señor, la corona de justicia,
San Expedito, Patrono de la juventud,
San Expedito, Auxilio de los estudiantes,
San Expedito, Modelo de los soldados,
San Expedito, Protector de los viajeros,
San Expedito, Salud de los enfermos,
San Expedito, Consuelo de los afligidos,
San Expedito, Mediador en los procesos,
San Expedito, Nuestro mediador en los asuntos urgentes,
San Expedito, que nos enseñas que no hay que dejar para mañana, la oración fervorosa y confiada,
San Expedito, sostén de los que esperan en vos,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.


Oración

Que la intercesión del glorioso Mártir San Expedito nos encomiende, oh Dios, a tu Bondad, a fin que su protección nos obtenga, lo que nuestros propios méritos son impotentes para hacérnoslos conceder. Amén.

(fuente: www.reinadelcielo.org)

otros santos 19 de abril:

lunes, 18 de abril de 2016

18 de abril: Beato Andrés de Montereale

Presbítero Agustino

Martirologio Romano: En Montereale, en la región de los Abruzos, beato Andrés, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que se dedicó a predicar por Italia y Francia. († 1479)

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 11 de mayo de 1764 por el Papa Clemente XIII.

Vino a la luz de este mundo en la pequeña localidad de Mascioni, provincia de L’Aquila (Italia), en el seno de una modesta familia de campesinos. Aunque desconocemos la fecha exacta de su nacimiento, es muy probable que tuviera lugar dentro del primer decenio del siglo. Se dice que a los catorce años entró en el vecino convento de los agustinos de Montereale. Ciertamente en 1431 figura como estudiante de teología en Rimini, y en los años sucesivos en Padua y Ferrara, logrando los grados de lector y bachiller. En 1438 explicó en el studio et universitate Senensi los libros de las Sentencias, y pocos años después obtuvo el título de maestro en sagrada teología.

A sus obligaciones docentes o de gobierno – en 1453 fue elegido provincial de Umbría - se vio obligado a añadir otras delicadas actividades, pues en consideración a su dinamismo, a la valía de su persona y a la reconocida rectitud, en varias ocasiones los Padres generales de la Orden lo nombraron su vicario con el específico encargo de restablecer la observancia en los conventos de Nursia (1452), Amatrice (1468) y Cerreto di Spoleto (1475).

Desde el principio, el desempeño de esta misión de reformador le ocasionó no pocos sufrimientos e incomprensiones. En 1459, siendo prior y regente del estudio de Siena renunció a ambos oficios, muy probablemente por causa de los cargos contra su persona y modo de proceder que algunos religiosos hicieron llegar a Roma. No se conoce el resultado de la investigación llevada a término, pero sí ha llegado a nosotros el juicio del P. General Ambrosio Massari de Cori, por aquel entonces presidente del estudio de Perugia, quien no dudó en afirmar que Andrés, “soportando injusticias y mostrando siempre gran paciencia, maximum ostendit exemplum sanctitatis”. Los hechos posteriores confirman tal elogio, ya que en 1471 fue reelegido provincial, y nunca disminuyó la estima y la confianza de los superiores mayores de la Orden, que continuaron sirviéndose de él para promover la observancia regular.

Los últimos años del Beato transcurrieron serenos en el convento de Montereale, donde murió en abril de 1479, y donde aún hoy, en la iglesia en otros tiempos de la Orden, se veneran sus restos mortales.

Entre las festividades locales vinculadas a su memoria destaca la celebrada el 13 de septiembre, día en que, según la tradición, en 1691 habría alzado desde la tumba su brazo derecho para salvar la ciudad de un terremoto.

(fuentes: osanet.org; catholic.net)

otros santos 18 de abril:

- Beata Savina Petrilli
- Beato Andrés Hibernón
- Beato Román Archutowski

domingo, 17 de abril de 2016

17 de abril: Beata Clara Gambacorta

viuda, monja (1362-1419)

Clara vive con intensidad la fidelidad a la llamada de Dios a la vida contemplativa pero en realidad lo más grande en la vida de Clara Gambacorta es haber vivido el perdón que nos pide el Evangelio de Jesús. Es el amor al enemigo en grado heroico. Un perdón que es un don y a la vez tarea. Es maestra en ese perdón que nos asemeja al Padre Dios.

Tora (quizá la abreviatura de Teodora o Victoria) nació en 1362 de la noble familia Gambacorta de Pisa. Su padre Pedro un gran hombre y gobernante cristiano, conciliador, luchador de la paz.

A los siete años fue ya prometida al noble Simón de Massa con el que se casó a los doce para enviudar a los quince. La vida de matrimonio de Tora duró muy poco tiempo; tanto ella como su esposo fueron víctimas de una epidemia, en la que su marido perdió la vida.

Como la beata era todavía muy joven, sus parientes intentaron casarla de nuevo, pero ella se opuso con toda la energía de sus quince años.

Una carta de Santa Catalina de Siena, a quien había conocido en Pisa dos años antes cuando el padre de Clara llamó a Catalina a Pisa, la animó en su resolución.

Entonces Tora, en 1377, decidida a consagrarse a Dios se cortó los cabellos y distribuyó entre los pobres sus ricos vestidos y se acoge al Monasterio de San Martín de Pisa, de monjas Clarisas, tomando el nombre de Clara.

Fue sacada de allí a la fuerza por sus familiares, que la encarcelan y la someten a grandes presiones para quitarle sus propósitos de consagración a Dios. No le permitía su padre ir a Misa más que una vez cada cinco meses. Ahí estuvo Clara prisionera, pero ni el hambre, ni las amenazas consiguieron hacerla cambiar la resolución.

Cambió entonces su padre de actitud convencido por el obispo, Alfonso de Valdaterra, que era intimo amigo de la familia Gambacorta y había sido el último director espiritual de Santa Brígida de Suecia.

Pedro Gambacorta no sólo permitió a su hija ingresar en el convento dominicano de la Santa Cruz, sino que construyó el nuevo convento de San Domenico (En la segunda guerra mundial el convento fue seriamente dañado y las monjas se trasladaron al Palacio Serafíni en el que construyeron una nueva iglesia y lo adaptaron como convento. Allí están las reliquias de la Beata Clara)

La Beata Clara fue primero subpriora y luego priora del convento, del que partieron muchas de las santas monjas destinadas a difundir el movimiento de reforma en otras ciudades de Italia.

Hasta el día de hoy, se llama en Italia a las religiosas de clausura de Santo Domingo "Las hermanas de Pisa".

En el convento de la beata reinaban la oración, el trabajo manual y el estudio.

El director espiritual de Clara solía repetir a las religiosas: "No olvidéis nunca que en nuestra orden hay muy pocos santos que no hayan sido también sabios"

Clara tuvo que hacer frente, durante toda su vida, a las dificultades económicas, pues el convento exigía constantemente refacciones y nuevos edificios. A pesar de ello, en una ocasión en que llegó a sus manos una cuantiosa suma que hubiese podido emplear en el convento, prefirió regalar para la fundación de un hospital.

Las virtud en que más se distinguió fue, sin duda, como hemos dicho, el espíritu de perdón; practicó en grado heroico el perdón a que Jesús en el Evangelio nos llama.

Giacomo Appiano, a quien el Padre de Clara, Pedro Gambacorta, había ayudado siempre y en quien había puesto toda su confianza, le asesinó a traición, cuando éste se esforzaba por mantener la paz en la ciudad. Dos de los hijos de Pedro murieron también a manos de los partidarios del traidor.

Sin embargo, la beata perdonó de corazón a Appiano.

Años más tarde, cuando la viuda y las hijas de Appiano se hallaban en la miseria, Clara las recibió en el convento.

Su hermano murió asesinado frente a la puerta del convento, y la impresión hizo que Clara enfermase gravemente.

La beata sufrió mucho hacia el fin de su vida. Recostada en su lecho de muerte, con los brazos extendidos, murmuraba: "Jesús mío, heme aquí en la cruz". Poco antes de morir, una radiante sonrisa iluminó su rostro y bendijo a sus hijas presentes.

Murió el 17 de abril de 1419. Tenía, al morir, cincuenta y siete años.

Santa Catalina de Siena ejerció una profunda influencia en la Beata Clara.

Cuando en 1380 muere Catalina, Clara tenía 18 años y era monja dominica. Se habían conocido cinco años antes, en el 1375 cuando por pedido de Pedro Gambacorti (padre de Clara), Catalina había ido a Pisa para colaborar al entendimiento de los pueblos. Tora, cuando conoció a Catalina era una feliz y jovencísima esposa.

Pisa fue importante para Catalina, allí recibió los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo.

Se conservan dos cartas de Santa Catalina a Tora. En la primera la Beata Clara aún era una feliz casada. La segunda carta se la escribe en 1377, cuando Tora enviuda, para aconsejarle ingresar en la vida religiosa.

(fuente: www.dominicasorihuela.org)

otros santos 17 de abril:

- Santa Kateri Tekakwitha
- Beata Mariana de Jesús
- San Roberto de Chaise-Dieu

sábado, 16 de abril de 2016

16 de abril: Santa Engracia de Zaragoza

Virgen y Mártir

En tiempos del emperador Diocleciano (285-305) se produjo una de las más crueles y violentas persecusiones a los cristianos. A España, el Emperador envió como prefecto al cruel Daciano, quien hizo mártires a muchos cristianos que no renegaron de su fe.

Uno de estos mártires fue Santa Engracia, noble joven cristiana que se encontraba de paso en Zaragoza, y estaba acompañada de un numeroso cortejo para encontrarse con su prometido y luego contraer matrimonio cristiano. Valiente y guiada sin duda alguna por el Espíritu Santo, la Santa se presentó -junto con su séquito- ante Daciano y le reprochó su cruel conducta y actitud. El emperador, desoyendo los reproches de la santa, intentó, con halagos y promesas, que la santa renegase de su fe, recibiendo de ella la más firme negativa, pues Santa Engracia permaneció firme en su amor a Jesús.

Furioso, Daciano ordenó que la torturasen, junto con su valiente séquito, y luego él mismo le dio muerte.

(fuente: catholic.net)

otros santos 16 de abril:

- Santa Bernadette Soubirous
- Beato Arcángel Canetoli
- Beato Joaquín de Siena

viernes, 15 de abril de 2016

15 de abril: Santas Basilisa y Anastasia

Mártires

Las ilustres y venerables matronas romanas santa Basilisa y santa Anastasia, habían recibido la luz de la fe y la gracia de nuestro Señor Jesucristo por mano de los gloriosos príncipes de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

Quedaron tan devotas suyas, que ni aun después que ellos padecieron el martirio, quisieron dejar por temor humano de reverenciarles; antes, recogiendo con todo cuidado las venerables reliquias de aquellos santísimos Maestros de nuestra fe, les dieron secretamente honrada sepultura.

Mas como por este oficio de piedad fuesen acusadas delante del impío y cruelísimo Nerón, este primer perseguidor y fiera sanguinaria, sin respeto de la virtud y nobleza de aquellas piadosas matronas, mandó que las prendiesen y las presentasen a su tribunal cargadas de cadenas.

Pretendió el bárbaro emperador apartarlas del nuevo instituto y vida cristiana que les habían enseñado los santos apóstoles, mas ellas con gran fortaleza confesaron a Jesucristo, diciendo que era verdadero Dios, por el cual ellas estaban dispuestas a confesarle también, derramando la sangre y muriendo si fuese menester.

Entonces mandó el tirano que sacasen de su presencia a aquéllas damas tan principales y las encerrasen en la cárcel hasta el día siguiente, en el cual se les concedía nueva audiencia. Venida la hora de comparecer de nuevo al tribunal, mostráronse tan constantes e invencibles en la confesión de Cristo, que luego ordenó el ferocísimo emperador matarlas bajo tormentos.

Azotáronlas con bárbara inhumanidad, colgáronlas en un potro, y abrasaron sus delicadas carnes con hachas encendidas; y viendo los verdugos que todo esto sufrían ellas sin quejarse, y que no cesaban de invocar el nombre de Cristo Jesús, con gran furor les sacaron las lenguas de la boca y se las cortaron. Cortáronles después los pechos y las atormentaron cruelísimamente hasta que se cansaron de hacer en aquellos santísimos cuerpos la más horrible y sangrienta carnicería, y como no pudiesen quebrantar un punto la constancia maravillosa de aquellas flacas mujeres y fortísimas mártires del Señor, las condenó el tirano a ser degolladas, y así confirmaron con su sangre y con su muerte la doctrina de Dios que habían recibido de los bienaventurados Príncipes y esclarecidos Maestros de la Iglesia romana.

La edición antigua del Martirologio Romano recordaba a Santas Basilisa y Anastasia el 15 de Abril, más luego de las últimas reformas en esta mat
(fuente: www.12apostoles.es )

otros santos 15 de abril:

- Beato César de Bus
- San Damián de Molokai
- San Ortario
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