Buscar este blog

viernes, 31 de julio de 2015

31 de julio: Beato Juan Colombini

n.: c. 1300 - †: 1367 - país: Italia
otras formas del nombre: Juan Colombani
canonización: Conf. Culto: Gregorio XIII 1583

En Acquapendente, de la Toscana, tránsito del beato Juan Colombini, rico comerciante que, dejándolo todo, abrazó la pobreza, y con quienes le siguieron fundó la Orden de los Jesuatos, a cuyos componentes quiso pobres de Cristo y desposados con la dama Pobreza.

Nacido en 1304 de una rica familia de Siena, bien pronto llegó a ser un rico comerciante de lana, tejiendo una amplia red de contactos comerciales que lo llevaron a pertenecer al gobierno de la ciudad. Tuvo un feliz matrimonio, completado con dos hijos. Pero la lectura ocaional de una vida de santa María, eremita en Egipto, lo pone en una profunda crisis espiritual, un cambio de vida decisivo. Restituye con intereses lo que había ganado con usura y convence a su mujer de abrazar la más austera pobreza. La grave agitación política de la Siena del siglo XIV llevan a Juan a dar forma pública a su conversión. Él y su mujer se deciden por una «visible publicidad» del Evangelio. Así, se vuelven laavaplatos en el missmo lugar donde Juan había sido gobernador, y sus seguidores, llamados «Jesuatos», aunque hayan sido nobles, deben hacerse mendigos.

La clásica ceremonia de la investidura caballeresca del tiempo es utilizada como rito con el cual los novicios se despojan en público de las ropas para vestir sólo harapos, en el centro de la Piazza del Palio de Siena, frente a la estatua de la Virgen, patrona de la ciudad. Sus seguidores adoptaban el estilo de los juglares de la época en la predicación por calles y plazas, ganándose el apelativo de «locos de Dios». El gobierno de Dios decide alejarlo como peligroso, pero él se transforma «de desterrado por los hombres en pregonero de Dios» [juego de palabras: «bandito dagli uomini in banditore di Dio»], utilizando el exilio para difundir su reclamo de radicalismo evangélico. Murió en paz con la Iglesia después de haber sido duramente perseguido.

El culto del beato fue aprobado en 1583, y en 1606 se aprobó el ingreso de sacerdotes en la congregación, pero por abusos, fue suprimida por completo en 1668. La rama femenina subsistió hasta fines del siglo XIX.

(fuentes: Santi e Beati; eltestigofiel.org)

otros santos 31 de julio:

- Beatos Andrés de Palazuelo y 31 compañeros
- Beata Zdenka Cecilia Schelingová 

jueves, 30 de julio de 2015

30 de julio: Beato Sergio Cid Pazo

presbítero y mártir
†: 1936 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 11 mar 2001

En la ciudad de Barcelona, igualmente en España, beato Sergio Cid Pazo, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, víctima en la citada persecución por haber dado, sin temor alguno, testimonio de su fe cristiana.

Había nacido en Allariz, Orense, el 24 de abril de 1886. Decidido por la vocación religiosa, ingresó en el aspirantado de Barcelona-Sarria. Hecho el noviciado, profesó los votos religiosos el año 1906 y tras acabar sus estudios eclesiásticos se ordenó sacerdote el año 1912. Su destino como salesiano fue todo el tiempo en Sarria como catequista o animador religioso de los estudiantes. Era un sacerdote celoso y muy estimado, cuyas virtudes todos apreciaban. Al día siguiente a los sucesos del 18 de julio, que era domingo, en el sermón de la misa habló con entusiasmo del martirio por la causa de Jesucristo.

Cuando hubo de salir de la casa religiosa, parece que no halló ningún refugio sino que anduvo como un pordiosero por la ciudad hasta que fue arrestado yendo en un tranvía. Preguntado si era sacerdote salesiano, dijo que sí, y entonces fue obligado a subir a un coche y lo llevaron por la carretera de Sarria hasta las proximidades de la estación del funicular de Vallvidriera, donde lo fusilaron. Su cadáver fue llevado al Hospital Clínico de Barcelona. Era el 30 de julio de 1936.

Fue glorificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en el acto de beatificación de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.

fuentes: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003; eltestigofiel.org

otros santos 30 de julio:

- San Pedro Crisólogo
- Beata María Vicenta de Santa Dorotea

miércoles, 29 de julio de 2015

29 de julio: Beato José Calasanz Marqués

El 18 de julio de 1936 estalló la guerra civil en España, acompañada, en ocasiones, de persecución religiosa. Laicos, religiosos y sacerdotes fueron encarcelados y asesinados por su fe religiosa, entre ellos 29 salesianos (entre los cuales el P. Inspector don José Calasanz) de la antigua Inspectoría Tarraconense, 2 Hijas de María Auxiliadora (sor Carmen Moreno y sor Amparo Carbonell) de la Inspectoría de Santa Teresa de Jesús, y un laico (Alejandro Planas), los que dieron su vida entre julio de 1936 y abril de 1938. Murieron dando ejemplo de fidelidad a su fe cristiana y a su vocación salesiana, con sentimientos de confianza en Dios y de perdón a sus asesinos.

De las cartas que los beatos José Calasanz, Jaime Ortiz y Julio Junyer escribieron en aquellos momentos.
[Positio super martyrio servorum Dei Josephi Calasanz et sociorum, Roma 1995. Informatio pp. 103-104 y 170; Summarium, pp. 204-205]


Nuestra confianza está puesta en Dios, en la protección de María Auxiliadora 
y de nuestro Padre San Juan Bosco

Desde el cautiverio en la cárcel de Valencia escribía el Inspector, don José Calasanz, a don Pedro Ricaldone, Rector Mayor de la Congregación Salesiana, informándole sucintamente de la situación que se estaba viviendo: «Sólo unas líneas para comunicarle noticias de algunos y mías, ya que de otros no me es posible. Estábamos en Ejercicios Espirituales en nuestra Casa de Valencia y pensábamos terminarlos hoy. A pesar de haberse declarado la huelga general el lunes, pasamos tranquilos todo el día y la primera parte de la noche; pero desde la una de la madrugada comenzaron a sonar disparos alrededor de toda nuestra casa, y se iban repitiendo constantemente llegando a romper los cristales de nuestras ventanas los proyectiles que disparaban contra la Casa; después hemos sabido que desde el anochecer tenían sitiada la casa. Ya puede imaginar la honda impresión y hasta miedo con que apresuradamente nos levantamos todos, y más no habiendo en casa una triste arma con que defendernos, si por ventura hubiéramos tratado de hacerlo; pero sin arma alguna, ¿qué podíamos hacer? Para fortificar nuestras almas y para evitar una profanación algunos fueron a la iglesia a retirar el Santísimo y comulgamos todos, consumiendo todas las sagradas formas. Sobre las cinco de la mañana y convencidos seguramente de que no nos defendíamos por que no teníamos armas, asaltaron nuestra Casa y, destruyendo cuanto encontraban a su paso, llegaron donde estábamos todos reunidos. Según cálculos debían ser más de doscientos los asaltantes, y venían empuñando toda clase de armas y hasta palos: nos cachearon y nos encerraron en una habitación. Según nos dieron a entender, la intención era la de asesinarnos.

Pocos momentos después llegaron las fuerzas de seguridad, que tan repetidamente habíamos reclamado durante toda la noche desde que notamos los primeros disparos. Creíamos que estas fuerzas, reclamadas por nosotros, venían en nuestro socorro, pero lo acontecido es que nos han traído a todos (37 de los nuestros y 5 empleados) a esta cárcel celular de Valencia, desde donde le escribo no sé en calidad de qué: alguno me ha dicho que como presos gubernativos, y hasta creo se ha dicho que acusados de haber hecho disparos, lo que es completamente falso porque, como he dicho, no teníamos en casa ni una triste arma. No sé el tiempo que nos tendrán aquí: Dios sabe si se prolongará por unos días o por semanas; y sé mucho menos la muerte que puede esperarnos. Pero nuestra confianza está puesta en Dios y en la protección de María Auxiliadora y de nuestro Padre San Juan Bosco: no dudamos tampoco de su bendición y de las oraciones de usted y demás Superiores y hermanos. Ya puede figurarse cuánto lamento no poder comunicarle noticias de ninguna Casa: estamos incomunicados, y las noticias de este movimiento sedicioso son lo más contradictorias. Por si puede salir pronto esta carta, pongo punto final, encomendándonos a sus oraciones y pidiendo su bendición».

También el salesiano coadjutor Jaime Ortiz, semanas antes de morir, escribió a su madre dos cartas, de las que entresacamos los siguientes sentimientos: «Tal vez Dios nuestro Señor ha permitido este estado de cosas para que no nos durmamos, para que trabajemos con nuevos bríos, para que sólo busquemos su mayor gloria y no nuestro bienestar... No todo sale como nos gustaría a nosotros o nos parece mejor. Seguramente Dios nuestro Señor sacará muchísimo bien así, mejor que de otra manera, y por esto ha permitido este aparente fracaso [...] Ciertamente estaréis preocupados por lo que pudiera ocurrirnos si continuasen las salvajadas de los últimos días... Nosotros seguimos trabajando normalmente, tanto los salesianos como los chicos, con tranquilidad, sin preocuparnos gran cosa por lo que pueda ocurrir. Quiero decir, sin dejarnos abatir por el pesimismo... Ya veremos cuánto nos querrá probar el Señor... Rezad para que amemos un poco más nuestra vocación y contribuyamos en lo que podamos, a la mayor gloria de Cristo Rey».

Por su parte, el sacerdote Julio Junyer escribía a su primo, horas antes de su muerte: «Apreciado Paco: Ha llegado el día último de mi vida y a ti y a toda la familia dirijo mi último saludo, que quisiera ser un abrazo. Os espero en el cielo, al cual espero poder ir por la misericordia de Dios. Muero inocente; y ofrezco mi vida al Señor por el bien de la Iglesia y de España. En cuanto a mis padres, tu prudencia te dirá lo que debes hacer. A los jueces que me condenaron, de todo corazón los perdono. Nada más, Paco. De la tía Salvadora pido sólo resignación y conformidad con la voluntad de Dios. Rogad por mí y hasta el cielo».

(fuente: www.donbosco.es)

otros santos 29 de julio:

- Beato Luis Martín
- Santa Marta de Betania

martes, 28 de julio de 2015

28 de julio: Beato Germán Martín Martín

Nació en San Cristóbal de Priero, Asturias. Hizo el noviciado salesiano en Carabanchel Alto, donde profesó en 1918. Siguió allí dos cursos más para estudiar la filosofía. Realizó las prácticas pedagógicas el primer año en el colegio salesiano San José de la calle Rocafort de Barcelona y los dos años siguientes en Baracaldo. Tras un tiempo en Hispanoamérica, para cumplir según las leyes de entonces el servicio militar sustitutorio, regresó a España, siendo ordenado presbítero en Vitoria-Gasteiz en 1927.

Estrenó su sacerdocio en Carabanchel, donde permaneció durante seis años. En 1933 es destinado al colegio San Miguel Arcángel del Paseo de Extremadura, dos años de consejero escolástico y el último de catequista o animador espiritual de los alumnos internos. En estos años de vida salesiana, don Germán practicó con exactitud y ejemplaridad el sistema preventivo en los diversos encargos que los Superiores le confiaron. Sabía llegar con delicadeza al corazón de los jóvenes. Antiguos alumnos suyos lo elogiaban por su profundo espíritu salesiano, bondad y métodos pedagógicos.

Al tener que marcharse del colegio los salesianos, don Germán junto con el beato don Dionisio Ullivarri, administrador del colegio María Auxiliadora de Salamanca, que estaba de paso en Madrid, se hospedaron en una pensión cercana a la Gran Vía. Seguidamente se trasladaron ambos a otra situada en la calle Alfonso XII, 66. El domingo 30 de agosto, los dos salesianos visitaron, según costumbre, a una familia amiga que vivía en la calle Orellana. Allí les detuvieron y les condujeron a la checa de Fomento y, aquella misma noche (madrugada del día 31 de agosto) los asesinaron en el cementerio de Aravaca, cerca de Madrid.

(fuente: www.samuelmiranda.com.mx)

otros santos 28 ed julio:

- San Sansón de Dol
- San Pedro Poveda Castroverde

lunes, 27 de julio de 2015

27 de julio: Santos Jorge, Aurelio y Sabigótona, Félix y Lilios

Mártires
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación

En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, monje originario de Siria y diácono, Aurelio y Sabigótona, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, quienes, en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, en la cual fueron finalmente decapitados.

Durante el siglo VIII, los moros tuvieron en España una actitud tolerante hacia los cristianos, como la habían tenido en otras partes, en las primeras etapas de la dominación mahometana. Lo único que prohibían terminantemente a los cristianos era el proselitismo y la rebelión abierta contra la ley de Mahoma. Pero, después de la fundación del emirato independiente de Córdoba, los emires Abdherramán II (hasta el 852) y su hijo Mohamed I (852 a 886) emprendieron una verdadera persecución. Una de las víctimas más notables fue san Eulogio de Córdoba, decapitado el año 859, quien había alentado a los cristianos y asistido en la cárcel a los confesores de la fe. San Eulogio nos dejó una relación de la vida y martirio de muchos cristianos, el «Memriale Sanctorum», entre los que se cuentan los que se conmemoran en Córdoba en la fecha de hoy.

El primero de ellos Aurelio, era hijo de un moro y una española de alta posición. Sus padres le confiaron, al morir, al cuidado de una tía suya, quien educó al niño en la religión cristiana. En su juventud, Aurelio aparentaba ser mahometano, pero seguía practicando secretamente el cristianismo y logró convertir a su esposa, Sabigota, la cual tomó en el bautismo el nombre de Natalia. Un día, Aurelio vio a un mercader cristiano llamado Juan, a quien los moros paseaban por la ciudad en un burro para que sirviese de escarmiento a los cristianos, después de apalearle cruelmente por haber afirmado en público la falsedad de la religión de Mahoma. Al ver el valor de Juan, Aurelio se arrepintió de la cobardía con que hasta entonces había ocultado su verdadera religión, pero no se atrevió a hacer una confesión pública de su fe, por temor a lo que pudiera suceder a sus dos hijos pequeños. Después de hablar con su esposa, ambos decidieron consultar a san Eulogio. El santo les aconsejó que antes de confesar públicamente la fe tomasen previsiones, de suerte que sus hijos fuesen educados en el cristianismo en caso de que ellos muriesen. Aurelio y Natalia confiaron el cuidado de sus hijos al propio san Eulogio. El ejemplo de los dos esposos atrajo a la fe a un pariente de Aurelio, llamado Félix, quien había apostatado del cristianismo y se había hecho mahometano, en tanto que su esposa, Liliosa, había permanecido cristiana. Al reconvertirse al cristianismo, Félix quedaba amenazado de muerte como renegado. Los cuatro comenzaron a visitar a los cristianos cautivos; así conocieron, entre otros, al mercader Juan y a sus dos hijas, santa Flora y santa María, quienes se hallaban prisioneros en Sevilla.

Por entonces, llegó a España un monje llamado Jorge, procedente del monasterio de San Sahas en los alrededores de Jerusalén, quien había recorrido primero Egipto y luego Europa, para pedir limosna a fin de sostener su monasterio. Aurelio recibió al monje en su casa, y ambos se hicieron muy amigos. Según se cuenta, el monje Jorge no se había lavado en veinte años (era ésa una forma de penitencia más concebible en aquella época que en la nuestra). Flora y María conquistaron la palma del martirio y poco después, se aparecieron a Aurelio y Natalia y les dijeron que pronto alcanzarían, ellos también, la felicidad eterna. Interpretando la visión como una señal de la voluntad de Dios, Natalia y Liliosa manifestaron abiertamente su cristianismo al visitar las iglesias de Córdoba (donde había siete) sin velarse el rostro. Todos fueron arrestados cuando asistían a misa en la casa de Aurelio; el monje Jorge fue también hecho prisionero. Todos fueron acusados de haber apostatado del Islam, pero tal acusación no podía aplicarse al monje, ya que era extranjero. Sin embargo, cuando le iban a poner en libertad, Jorge insultó públicamente, ante el tribunal, el nombre de Mahoma y fue condenado con sus compañeros. Todos fueron decapitados delante del palacio del emir.

El Memoriale Sanctorum de San Eulogio constituye prácticamente nuestra única fuente de información; la historia de estos mártires puede leerse en el Libro II, cap 10. Cf. Florez, España Sagrada, vol. X; y Simonet, Historia de los Mozárabes de España, pp. 428 ss.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI; eltestigofiel.org

otros santos 27 de julio:

- San Simeón
- Beata Madre María de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

domingo, 26 de julio de 2015

26 de julio: Beata María Pierina de Micheli

«Oigo en mi corazón: “Buscad mi Rostro”. Tu Rostro buscaré, Señor, no me ocultes tu rostro». 
(Sal 27, 8–9)

A esta invocación del antiguo salmista adhirió de manera admirable la vida de la Beata Maria Pierina De Micheli, de nombre seglar Giuseppina, quien, nacida en Milán el 11 de septiembre 1890 de una familia de clase media popular, última de trece hijos, educada cristianamente, fue llevada a la pila bautismal el mismo día de su nacimiento.

El acontecimiento más importante de su infancia fue la precoz muerte del padre, que marcó tristemente todo el camino de su maduración. Muy pronto Giuseppina mostró una sagaz inteligencia, pero su salud inestable la condicionó a lo largo de los años. Habiendo finalizado los estudios iniciales cultivó el arte de la costura, sin descuidar adquirir los fundamentos de la erudición cultural, dedicándose, por ejemplo, a tocar el violín, el clavicémbalo y a aprender lenguas extranjeras. Muy solícita para con los bienes espirituales, desde la adolescencia, se ocupó de explicarles el catecismo a los niños en su parroquia, mientras un hermano alcanzaba el presbiterado y dos hermanas se convertían en religiosas; el ejemplo de éstos suscitó la vocación a la vida religiosa en su alma, ya bien dispuesta.

Tras un período de íntima resistencia de su alma a causa del afecto filial hacia su madre, próxima a cumplir 24 años, fue admitida como novicia en el Instituto de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, que recién se habían establecido en Milán, y asumió el nombre de Sor Pierina. Luego obtuvo el título de maestra, aprendió latín y concluyó los estudios de lenguas y de música. Emitió la primera profesión el 23 de mayo de 1915. En 1919, fue enviada a la Casa Madre de la Congregación en la Argentina y en 1921, tras la profesión solemne, regresó a Italia. En su ciudad natal desempeñó el cargo de Maestra de las novicias y de Superiora, hasta que, en el transcurso de 1939, asumió la tarea de ocuparse de la nueva fundación de la Casa en Roma, de la cual fue nombrada Superiora hasta su muerte, y en el año 1940, desempeñó el mandato también de Superiora Regional para Italia.

El camino de Sor Pierina, del cual nos ofrecen testimonio también sus manuscritos, se puede comprender plenamente a la luz de su particular devoción por el Divino Rostro de Jesús que, siendo apenas adolescente, la beata ya advirtió y divulgó diligentemente. De hecho, este singular culto del Señor fue para Pierina fuente de consuelo en los sufrimientos, ocasión de ofrendas reparadoras, invitación a la oración y a la contemplación, y estímulo asiduo de santidad. En el Rostro humano y divino del Redentor halló las señales de un inconmensurable amor hacia la humanidad pecadora y, con férvido espíritu de compasión, deseó compartir el interés por la salvación.

“Alla luce del tuo Volto”



(fuente: www.fic.org.ar)

otros santos 26 de julio:

- San Jorge Preca
- San Joaquín y Santa Ana

sábado, 25 de julio de 2015

25 de julio: Santa Faustina Kowalska

Hija de una piadosa familia católica, María Faustina Kowalska nació en Glogowiec, en el condado de Lodz, Polonia, el 25 de agosto de 1905. Sus padres la bautizaron con el nombre de Helena, y desde pequeña se inició en la contemplación de los misterios de la Salvación. Durante las vísperas en la exposición del Santísimo Sacramento, la pequeña Helena sintió el llamado de Dios a la vida religiosa.

Sin embargo, por varios años, se resistió a dar el "hágase" al Plan de Dios, hasta que en 1924, tuvo una visión del Señor Jesús quien la reprendió por su falta de entrega y amor en su vida espiritual, invitándole a ingresar al convento en Varsovia. Helena fue recibida por las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia el 1 de agosto de 1925, y hasta finales de 1926, fue novicia en dicho convento. Ese año tuvo varias visiones beatíficas en la que el Señor le enseñó todo lo que podía padecer por su santo nombre y su causa misericordiosa.

El 30 de abril de 1926, Helena tomó los hábitos, y asumió el nombre de María Faustina; dos años más tarde, profesó los votos de pobreza, castidad y obediencia. A los superiores y el confesor personal de la futura santa, conocedores de las experiencias místicas de Faustina, les costaba aceptar la profunda e íntima relación entre ella y el Señor Jesús. Sin embargo, la futura santa no hizo caso a las dudas, y Santa Teresita del Niño Jesús se le apareció en sueños para consolar y premiar su profunda perseverancia, heroicidad y futura santidad. Adoración al Santísimo.

En una ocasión, mientras María se encontraba en profunda oración, Jesús se le apareció y le pidió que lo adorase en el Santísimo Sacramente por una hora durante nueve días sucesivos: "Reza con todo tu corazón en unión a María e intenta además durante este tiempo realizar las estaciones de la Cruz". Estando en el séptimo día de la novena, la futura santa tuvo una visión de la Madre de Dios, parada entre el cielo y la tierra, vestida con un esplendoroso y luminoso vestido.

La Virgen tenía sus manos plegadas en oración sobre su pecho y miraba fijamente al cielo. Algunos rayos luminosos, que se desprendía de su corazón ascendían al cielo y otros caían sobre Polonia. Luego de esta visión, una noche María Faustina rezaba en su celda. Jesús vestido de blanco se le apareció, y levantó una de sus manos en señal de bendición, mientras que la otra tocaba su vestido. Debajo de éste, y ligeramente dibujado al lado del pecho, emanaban dos grandes rayos, uno rojo, y el otro de color pálido blanco. María Faustina esperaba en silencio; su corazón se contrajo de temor y alegría a la vez. Entonces Jesús le dijo: "Pinta una imagen según lo que ves con la firma: Jesús, en ti confío. Deseo que esta imagen se venere primero en tu capilla, y luego en todo el mundo. Y prometo que las almas que venerarán esta imagen no perecerán, y la victoria caerá sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente en la hora de su muerte. Yo los defenderé como Mi propia gloria".

María Faustina acogió con profundo amor y entrega estas palabras, y a partir de este encuentro trabajó intensamente para lograr este propósito. El camino no fue fácil, y hubo que superar muchos obstáculos. Algunos días más tarde, el Señor se le apareció de nuevo para pedirle que difunda en el mundo la fiesta en honor a su Misericordia. "Yo deseo que esta imagen, que tu pintarás con un cepillo, sea solemnemente homenajeada el primer domingo después de Pascua, que ese domingo sea la fiesta de la Misericordia", fueron las palabras de Cristo a la mística polaca. "También deseo que los sacerdotes proclamen la devoción de la Misericordia a todos los pecadores; que permita que el pecador no tenga miedo en acercarse hacia Mí, en acudir a Mí. Las llamas de mi Misericordia aclaman para ser gastadas a favor de las almas pecadoras; y yo deseo derramarlas sobre ellas", le dijo el Señor.

María entonces se propuso a trabajar con más ahínco y esfuerzo en esta nueva misión, que finalmente vería sus frutos cuando varias réplicas de la imagen empezaron a pintarse en varios lugares del mundo; primero en Europa, y luego en América. En el último día de su retiro espiritual, preparándose para renovar sus votos en Walendow, Polonia, María Faustina fue de nuevo visitada por el Sagrado Corazón de Jesús en el momento que ella recibió la Sagrada Comunión. En ese momento, mientras María Faustina observaba el corazón misericordioso de Cristo, comprendió su profunda y gran misericordia, que debía ser derramada sobre las miles de almas pecadoras. La última aparición de Cristo a la religiosa polaca ocurrió en la Cuaresma de 1933.

María Faustina estaba preparándose para su profesión final, coleccionado todos sus sufrimientos interiores y exteriores en un ramillete espiritual para Jesús, y esperando silentemente para ofrecerle el mejor de los sacrificios por su causa y misión. "Yo deseo que sepas cuanto amor arde en mi corazón por las almas más alejadas de Mí. Y tu entenderás lo que te digo cuando medites en mi Pasión", fueron las palabras de Cristo para María, quien le pidió que invocase su Misericordia en nombre de los pecadores, pues Él desea su salvación. Murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. El Señor premió su ardoroso corazón y entrega en la misión diciéndole: "Mi hija, tu corazón es mi paraíso".

La santa polaca fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 30 de abril del año 2000.

(fuente: www.aciprensa.com)

otros santos 25 de julio:

- Beato Ángel Darío Acosta Zurita
- Santiago el Mayor, Santo

viernes, 24 de julio de 2015

24 de julio: Beato Juan Soreth

Nació en Caen (Normandía-Francia) en 1394. Siendo muy joven vistió el hábito carmelitano en su misma ciudad.

 Por el 1417 se ordenó sacerdote y el 26.5.1440, después de haber regentado los estudios en varios conventos, recibió el Magisterio de Teología en París.

El 1440 fue elegido provincial de Francia y en 1451 Superior General de toda la Orden, cargo que desempeñó hasta su muerte.

El beato Juan Soreth es sin duda una de las figuras más eminentes en la historia de nuestra Orden. Su celo infatigable, desplegado sobre todo como General del Carmelo, la propagación que hizo de la Segunda Orden, su pureza y santidad de vida, lo unen a las grades figuras que vivieron con las más vivas ansias y el más grande ardor el espíritu y los anhelos del profeta Elías.

Bien se le puede apellidar como el "Reformador del Carmelo", en un tiempo verdaderamente crítico.

Estaba convencido de que el Carmelo sólo puede florecer y producir frutos de santidad para bien de toda la Iglesia, manteniendo el justo equilibrio entre la vida de oración y el apostolado.

Procuró introducir, ayudado por el papa Calisto III, la "observancia" de la Regla en todos los conventos, insistiendo de un modo particular en 1a pobreza religiosa y en el recogimiento interior y exterior, ya que la relajación suele introduci rse por ahí.

Para ello, se sirvió especialmente de tres medios: de una Exposición de la Santa Regla, de una redacción de las Constituciones y sobre todo de la frecuente visita canónica a los conventos, visita que hacía con toda humildad y fervor y con gran delicadeza de conciencia.

El 7.10.1452 obtenía del papa Clemente V la Bula "Cum Nulla", por la que quedaban erigidas canónicamente la Segunda y Tercera Orden del Carmelo.

Escribió tratados llenos de unción espiritual y profunda doctrina y renunició a varias prebendas eclesiásticas.

Murió en Angers el 25 de julio de 1471.

Fue beatificado por el papa Pío IX en 1866.

Su fiesta se celebra el 24 de julio.


Su espiritualidad

En su precioso libro "Expositio paraenetica in Regulam Carmelitarum" queda plasmada maravillosamente su rica espiritualidad.

En cada página se advierte la preocupación de elevarse más allá de la ascesis y de la observancia exterior para crear y disfrutar del ambiente contemplativo.

Insiste en afirmar que el fin del religioso y de la perfección del corazón es alcanzar la oración no interrumpida, ydesde este ángulo v¡sual considera siempre la soledad, el silencio, la vida común y la mortificación de los sentidos como medios eficaces para la vida interior.

"Sea una tu celda extedor y otra tu celda interior... la puerta de la clausura exterior es señal de la clausura interior para que los sentidos sean siempre orientados interiormente hacia Dios".

La meditación, según el Beato, no es fin en sí misma, en cuanto que es "Frecuente excogitación, que investiga el modo, la causa, la razón", mayormente es raciocinio y no tiene eficacia sin la adhesión de la voluntad, sino que es medio y preparación para llegar a la contemplación. Así, pues, el beato Soreth sigue la línea tradicional de la Orden en cuanto al fin de la vida carmelitana. Esto es la contemplación.

Fue muy amante del Santísimo Sacramento, y, en cierta ocasión, con gran peligro de su vida, salvó un Copón de Formas Consagradas, que iban a ser pasto de las llamas.


Su mensaje

- que amemos y trabajemos con celo por nuestro Carmelo.
- que seamos observantes de cuanto hemos prometido.
- que nuestras monjas y religiosas sean muchas y santas.
- que los seglares carmelitas vivan su propio carisma.


Su oración

Te pedimos, Señor, que el Beato Juan Soreth, insigne en renovar la vida religiosa y, en especial, las comunidades de religiosas carmelitas, nos haga cada día más fieles en el seguimiento de Cristo y de su Madre. Amén.

(fuente: www.carmelnet.org)

otros santos 24 de julio:

jueves, 23 de julio de 2015

23 de julio: Santa Brígida de Suecia

Fundadora de la Orden del Santísimo Salvador

Martirologio Romano: Santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente, consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó de este mundo al cielo (1373).

Etimológicamente: Brigida = Aquella que es poderosa y fuerte, el origen es incierto, posiblemente hebreo o céltico

SANTA BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.


La Pasión: centro de su vida

A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.


Matrimonio

Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.


En la Corte

Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.


Las Visiones

La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"


Problemas familiares y peregrinaciones

Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.


Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones

Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.

En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.

En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.

El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.


En Roma e Italia

Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.

Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.


Profecías y revelaciones

Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.

El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.

Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.

En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.

A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.

La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.

Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.


Visiones y escritos

Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas."

Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.

El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.

Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte".

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

miércoles, 22 de julio de 2015

22 de julio: San Vandregisilo

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, san Vandregisilo, abad, que, habiendo renunciado a vivir en la corte con el rey Dagoberto, hizo vida monástica en varios lugares, y promovido al sacerdocio por san Audeno, obispo de Rouen, en el bosque llamado Gemeticense fundó y rigió el monasterio de este mismo nombre (c. 668).

Vandregisilo nació en las cercanías de Verdún (Francia), a fines del siglo VI o a principios del VII. Era pariente del Beato Pepino de Landen, predecesor de la dinastía carolingia. Sus padres le educaron piadosa y sobriamente, y en la escuela aprendió los rudimentos de las ciencias profanas. Los nobles de aquella época sólo podían hacer carrera en la corte, de suerte que Vandregisilo fue enviado a la corte de Austrasia, en cuanto tuvo edad suficiente para ello. Ahí contrajo matrimonio por complacer a sus padres, aunque personalmente no lo deseaba, pues desde tiempo atrás tenía la intención de abrazar la vida religiosa. Felizmente, los deseos de su esposa concordaban con los suyos, de suerte que vivieron juntos como hermano y hermana (aunque también se cuenta que fueron los padres de Santa Landrada).

Cuando Vandregisilo puso en orden todos sus asuntos seculares, ambos se retiraron a la vida religiosa, el año 628. El rey Dagoberto no dejó de oponerse a ello, ya que no quería perder a un servidor tan eficaz y de tanta confianza. Vandregisilo comenzó por quedar bajo la dirección de San Baudry de Montfaugon, cerca de Verdún; pero a los pocos meses, comprendió que debía retirarse durante algún tiempo a la soledad. Así pues, se construyó una choza en los bosques, a orillas del río Doubs, cerca de Saint-Ursanne, en el Jura, donde pasó seis años. Su modo de vida y las penitencias que practicaba recuerdan mucho la disciplina de los monjes de Irlanda, ya que sólo comía dos veces por semana, dormía una o dos horas diarias y rezaba el oficio descalzo sobre el suelo helado. Por ello, se ha dicho que San Vandregisilo estaba bajo la influencia de San Columbano; tal hipótesis es bastante verosímil, puesto que San Ursicino, uno de los discípulos de San Columbano, había santificado con su vida y su muerte el sitio en el que habitaba entonces San Vandregisilo y éste proyectó, en una época, un viaje a Irlanda. Abandonando a los discípulos que se habían congregado a su derredor, el santo pasó algún tiempo en la abadía de San Columbano en Bobbio y después se trasladó a la abadía de Romain-Moütier. Ahí permaneció diez años, hasta perfeccionarse en las reglas y prácticas de la vida cenobítica. El arzobispo de Rouen, San Ouén (también llamado San Audeno), en cuya diócesis trabajó algún tiempo Vandregisilo, le confirió las órdenes sagradas.

Una vez que Dios formó así perfectamente a su instrumento, le dio a entender que había llegado el momento de emprender la gran obra de su vida, o sea la fundación de la abadía de Fontenelle, en las cercanías de Caudebec-en-Caux. Pronto se unieron a Vandregisilo numerosos discípulos. El año 657, San Ouén (San Audeno) consagró a San Pedro la iglesia de la nueva abadía. Fontenelle fue uno de los monasterios más característicos de la Edad Media, ya que era a la vez hogar de ascetas, centro misional y escuela de artes y letras. San Vandregisilo se preocupó particularmente por el bienestar de los habitantes de los alrededores; no contento con encargarse de la instrucción de las personas que trabajaban en las dependencias del monasterio, que eran muy numerosas, extendió su celo a toda la región de Caux, donde había todavía muchos paganos. La bondad del santo ablandó y transformó a muchas almas; su humildad atrajo aun a los más renuentes y su predicación obró numerosas conversiones.

En julio del año 668, Vandregisilo tuvo que guardar cama a causa de una ligera indisposición. Entonces, fue arrebatado en éxtasis y comprendió que su muerte estaba próxima. En cuanto volvió en sí, reunió a sus monjes y les dijo: "Quedad tranquilos. Si permanecéis fieles a mis enseñanzas y recordáis lo que os he predicado, si estrecháis entre vosotros los lazos de unidad, amor y humildad y no dejáis que la discordia se introduzca entre vosotros, el monasterio prosperará. El Señor estará siempre entre vosotros y os reconfortará y ayudará en todo".

(fuentes: ar.geocities.com/misa_tridentina01; catholic.net)

otros santos 22 de julio:

- Beata María Inés Teresa Arias
- Santa María Magdalena

martes, 21 de julio de 2015

21 de julio: San Alberico Crescitelli

Mártir en China

Martirologio Romano: En Yanzibian, de Yangpingguan, en China, san Alberico Crescitelli, presbítero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, que en la persecución promovida por el movimiento de los Yihetuan, golpeado primero brutalmente hasta quedar casi muerto, fue arrastrado al día siguiente, atados sus pies, por un camino empedrado hasta cerca de un río, donde su cuerpo fue despedazado y decapitado, mereciendo por todo ello la palma del martirio (1900).

San Alberico nació en Altavilla, en Benetto, Nápoles el 30 de junio de 1863.

Tuvo una temprana vocación religiosa y su sacerdocio lo llevó a integrar el Instituto Pontificio de las Misiones Exteriores de Milán. Su vocación lo impulsó a misiones extranjeras en China que luchaban por expandir las creencias cristianas.

A fines del siglo XIX y principios del XX se abatió sobre estas misiones un furioso y sangriento ataque, proveniente de la Asociación de la Justicia y de la Armonía, conocida comúnmente como de los Boxers.

El odio acumulado y reprimido contra los extranjeros durante la Guerra del Opio y a la imposición de los llamados Tratados Desiguales por parte de las potencias occidentales fueron desencadenantes de la persecución. Sin embargo, la matanza de los misioneros fue motivada especialmente por razones religiosas, según cuentan los documentos de la época.

Crescitelli desarrolló su ministerio en el Shanxi Meridional y allí fue martirizado y decapitado el 21 de julio de 1900. “Dicen que, cuando su cabeza rodaba hacia un río cercano, todavía sus labios decían: ‘Jesús, Jesús, Jesús’”.

Alberico y los otros 119 mártires que murieron en China por odio a la fe cristiana fueron proclamados santos de la Iglesia el 1 de octubre de 2000 por S.S. Juan Pablo II.

(fuente: catholic.net)

otros santos 21 de julio:

- Santa Práxedes
- San Lorenzo de Brindisi

lunes, 20 de julio de 2015

20 de julio: San Elías, Profeta del Antiguo Testamento

La memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato, Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Yahweh era el verdadero Dios.

Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviado nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios. El día 20 de julio se reúne en el Monte Carmelo una gran multitud de devotos de Elías: cristianos de distintos ritos, judíos, musulmanes. Todos suben allí con los más variados medios de locomoción o a pie, para cumplir sus votos, para presentar a sus niños al bautismo y sobre todo para cantar y danzar en honor del profeta. Desde el interior del monasterio se escucha el rumor de una gran feria: aquella abigarrada multitud se reúne allí cada año en nombre de Elías, el cual continúa ejerciendo su fascinación y su notable influencia eo la vida y en las creencias de aquellos pueblos.

De Elías, los Carmelitas aprenden a oir la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.

(fuente: www.ocarm.org)

otros santos 20 de julio:

domingo, 19 de julio de 2015

19 de julio: San Juan Plessington

n.: c. 1637 - †: 1679 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Guillermo (William) Pleasington, Scarisbrick
canonización: B: Pío XI 15 dic 1929 - C: Pablo VI 25 oct 1970
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

En Chester, en Inglaterra, san Juan Plessington, presbítero y mártir, que habiendo sido ordenado sacerdote en Segovia, al volver a Inglaterra fue condenado por ello a la horca, siendo rey Carlos II.

Juan (o a veces Guillermo) Plessington, ejecutado el 19 de julio de 1679, y canonizado por SS Pablo VI entre los «Cuarenta mártires de Inglaterra y Gales», el 25 de octubre de 1970, no se diferencia demasiado del curso vital que conocemos de otros mártires del mismo período: también a él, sacerdote católico de incógnito en Inglaterra, le toco ser blanco de la acusación en el presunto «complot papista paraa asesinar al rey» que «desveló» (en realidad, inventó) el protestante Titus Oates, y que, cuál no fuera el descarado perjurio, que el propio Oates fue luego juzgado y condenado a muerte, aunque finalmente fue indultado. Pero mientras tanto, mientras el supuesto complot era «verdad oficial», muchos católicos, especialmente sacerdotes, perdieron la vida acusados de la infame trama.

Uno de ellos fue Plessington. Nacido hacia 1637, no se sabe si de familia católica o protestante, lo enconttramos ya cerca de los años 60 en el Colegio Inglés de Valladolid, España, estudiando para sacerdote católico. Recibe la ordenación en 1662 y vuelve a Inglaterra al año siguiente. Puede dedicarse muchos años a un fructífero ministerio, pero en las detenciones por la conjura de Oates, es apresado y condenado a muerte el 11 de julio de 1679. Será ajusticiado en Gallow's Hill in Boughton, Cheshire, con el salvaje cuanto acostumbrado procedimiento de horca, deshollamiento (aun vivo), dispersión de los restos.

Lo que hace distinto a Plessington es que se conservan las palabras que tuvo gracia de los jueces de poder pronunciar antes de ser ahorcado, un medianamente largo discurso, que transmite la serenidad del ánimo del mártir, pero también ejercita una catequesis dirigida a los espectadores. He aquí la exhortación:

Queridos conciudadanos: Estoy aquí para ser ejecutado no por hurto u homicidio ni por alguna otra cosa contra la ley divina o por haber hablado contra la Monarquía y el Gobierno civil. Supongo que alguno de los presentes estuvieron en mi proceso en los últimos juicios y pueden atestiguar que no se me pudo hacer cargo de otra cosa que la de ser sacerdote. Estoy seguro que pensáis que el sacerdocio no va de suyo contra la monarquía ni contra el gobierno del país. Si queréis consultar el Antiguo o el Nuevo Testamento, que son la base de la Religión, (veréis) que si no hay sacerdotes no hay religión. Lo dice San Pablo en el capítulo VII, 12 de la carta a los Hebreos. Si el sacerdocio se cambia, se cambia también la Ley, y por ello al quedar el sacerdocio abolido, la Ley y la Religión vienen absolutamente a menos.

Que el Papa tenga poder para deponer a los reyes o para dar licencia de matar no es punto de nuestra fe. Yo protesto en presencia de Dios y de la Corte celestial que soy absolutamente inocente de la conjura de la que tanto se habla y que aborrezco propósitos tan sanguinarios y dañosos, y si bien han pasado nueve semanas desde que fui condenado a muerte no he sido acusado de semejante cosa, así que puedo confortarme con las palabras de San Pedro IV, 15-16: «Que ninguno de vosotros sufra como homicida o ladrón o malhechor, o como avaro de las cosas materiales, pero si alguno sufre por ser cristiano que no se avergüence o lo lamente». Yo he merecido una muerte peor, porque aunque he sido un leal y fiel súbdito de mi rey, pero he pecado muchas veces contra Dios. Quizás ladrones y bandidos que asaltan por los caminos tienen mayor perfección que yo en su servicio a Dios, toda vez que yo he recibido tan grandes favores de El. Pero como no ha habido pecador del que él no se haya compadecido si acude a la misericordia de Jesús, así yo espero, por los méritos de su pasión, que él tendrá misericordia de mí que estoy arrepentido de corazón de haberlo ofendido. Sed testigos los que me escucháis de que yo profeso sin dudar y firmemente todos los artículos de la fe católica romana y que por la verdad de cada uno de ellos, con la ayuda de Dios, yo estoy dispuesto a morir, y que prefiero morir antes que poner en duda algún punto de la fe enseñada por nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana...

En qué condiciones Margarita Plat, uno de los principales testigos contra mí, estaba antes o después que estaba conmigo, díganlo los más próximos parientes de ella. George Massey, otro testigo, juró en falso cuando juró que yo le di el sacramento y celebré la misa en el lugar y tiempo recordado por él, y yo verdaderamente creo que ni él me habló jamás ni yo le hablé ni nos vimos sino en la semana del juicio. El tercer testigo, Robert Wood, murió repentinamente. Pero ¿por qué debo hablar de muertos? Estos fueron todos los testigos, al menos los que depusieron. Yo de corazón y libremente perdono a todos los que han sido o son en alguna manera causa de mi muerte y de todo corazón les deseo que los que viven se puedan arrepentir cordialmente. Que Dios bendiga al Rey y a la familia real y le dé un próspero reinado aquí y una corona de gloria en la otra vida. Que Dios les dé paz a sus súbditos y que ellos vivan y mueran en la verdadera fe, esperanza y caridad. No queda sino que yo me encomiende a mí mismo a la misericordia de Jesús, por cuyos méritos yo espero alcanzar misericordia. Oh Jesús, sé para mí Jesús.

Datos y texto del discurso tomados del artículo correspondiente de José Luis Repetto Betes en Año Cristiano, BAC, 2003, tomo VII, día 19. Allí mismo cita bibliografía: Tigar, C., «Forty martyrs of England and Wales» (Londres 1970), Waugh, M., «Blessed John Plessington» (Londres 1961); ignoro la fiabilidad de las fuentes y por lo tanto la credibilidad del discurso. En todas las biografías que he podido conseguir mencionan que habló a la gente antes de morir, pero no se citan las palabras. De todos modos no es extraño (aunque en nuestra época nos lo parezca) que se le permitiera al reo dar esas palabras, ya que era un personaje bien relacionado, y la ejecución no parece haberse hecho, como las de Tyburn, ante el «populacho». La última edición (2000) del Butler's Lives of Saints, tomo de julio, pág 152, señala que su discurso antes del ahorcamiento fue impreso y distribuido, y menciona tres de los temas: la bendición al rey, que él es asesinado por ser sacerdote y que los súbditos del Papa no tienen permiso para asesinar; pero lamentablemente no reproduce el texto.

(fuente: www.eltestigofiel.org)

otros santos 19 de julio:

- San Arsenio El Grande
- San Símaco, Papa

sábado, 18 de julio de 2015

18 de julio: San Arnulfo de Metz

Obispo

Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, en lo que hoy es Francia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos. (†640)

Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.


Breve Biografía

Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.

Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.

A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegis y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales. Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611. En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.

De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegis permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.

(fuentes: aciprensa.com; catholic.net)

otros santos 18 de julio:

- San Simón de Lipnica
- San Bruno de Segni

viernes, 17 de julio de 2015

17 de julio: Santas Justa y Rufina

EDUCACION Y JUVENTUD

Nacieron nuestras Santas Justa y Rufina por los años 268 y 270 respectivamente en Sevilla, siendo Santa Justa dos años mayor que su hermana. Era la familia de los Rufinos de clase ilustre y distinguida, si bien, no desempeñaban ningún cargo público y vivían más bien ocultos y sencillamente. Sin embargo, desde la más tierna edad de sus hijas, se preocuparon con interés y especial esmero en que recibieran la mejor educación, poniéndolas al cuidado de los mejores maestros.

No obstante, era en el propio hogar donde recibían la mejor educación de sus propios padres, porque ellos mimos fueron los que les enseñaron el tremendo horror al pecado y el especial amor a la virtud que tan lindamente aprendieron. Fueron los propios padres los que las enseñaron a rezar todos los días a la Virgen Madre de Dios y a encomendarse a Ella con especial confianza; y también fueron ellos los que las enseñaron a amar a Jesús, a quien consagraron su virginidad y a quien amaban con especial predilección.

Eran muy niñas cuando ocurrió la muerte de sus padres y se quedaron huérfanas. El venerable Obispo de la ciudad, muy amigo de la familia, dándose cuenta de la situación en que se quedaban, tuvo especial cuidado en visitarlas con frecuencia para animarlas a perseverar en la virtud y a que emprendieran un oficio para poder ganarse honradamente la vida.

Siguiendo los consejos de su Obispo y demás amigos, con sus propios ahorros montaron en la Puerta de Triana un negocio de alfarería.


LA TIENDA DE ALFARERIA

Las jóvenes muchachas, al quedarse sin padres, tuvieron que aprender a ganarse la vida como las personas mayores. El ambiente no les era favorable; eran cristianas y los cristianos entonces eran perseguidos a muerte.

Para hacerse fuertes empezaban el día oyendo misa y orando durante largo tiempo. La oración de las mañanas y lectura diaria de los Evangelios era lo que mayor fortaleza les daba. Durante el día despachaban en su tienda y atendían las faenas de su propia casa.

Eran especialmente caritativas con los pobres, con los que eran muy generosas.

No obstante, su mayor preocupación era la conversión de los paganos. Rezaban asiduamente por ellos y siempre que tenían ocasión la aprovechaban para anunciar el Evangelio y enseñar las verdades de la fe a los ignorantes gentiles. Los mismos cristianos, al conversar con las Santas, se sentían más fervorosos, y algunos se animaban tanto que no les importaba morir martirizados. Cuando la persecución era más recia, muchos cristianos amigos pasaban por su tienda para desahogarse mutuamente y animarse en secreto a perseverar en la oración y la penitencia para estar así preparados para lo que Dios quisiera de ellos.


PIEDAD, ORACION Y SACRIFICIOS

Según San Juan Crisóstomo, la santidad y virtud de un alma santa solamente puede conocerse por el aprecio que haga de la oración. Ni la virginidad, ni la humildad, ni la paciencia en las adversidades, ni siquiera el amor y cuidado de socorrer a los necesitados dan a conocer la santidad de un alma como lo da a conocer la oración.

Todas estas virtudes se pueden dar en un alma sin fe y sin que ame a Dios; pero el cuidado de hacer oración diariamente y de poner en ella toda su esperanza y empeño, solamente se puede dar en las almas santas que ponen toda su confianza en Dios. Por eso, repetía San Juan Crisóstomo: "No hay señal más clara para conocer la virtud de un hombre que el ver el aprecio que éste hace de la oración".

No cabe duda que las Santas Justa y Rufina eran almas de acendrada oración.

La misa diaria y la comunión siempre que podían, eso no les faltaba; pero además, como todos los santos, siguiendo el consejo de Cristo, pasaban mucho tiempo orando en el secreto de su casa, sin que nadie lo supiera.

En la oración se hacían fervorosas y sentían grandes deseos de padecer por Cristo para así, de alguna manera, corresponder a su amor.

Se sacrificaban con ayunos y penitencias, y todo lo que ahorraban se lo daban a los pobres más necesitados, recordando las palabras de Jesús: "Todo lo que deis a los pobres en mi nombre, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, no quedará sin recompensa".


LA DIOSA SALAMBONA

Es necesario advertir que en tiempos de las Santas Justa y Rufina, España era todavía una provincia romana. Todos debemos saber también, por la historia, que los romanos eran paganos que adoraban gran multitud de ídolos. Se puede decir en cierta manera que coleccionaban los ídolos, pues para tenerlos a todos contentos, a todos les ponían altares y les ofrecían incienso. Y la cosa llegaba a tal extremo que, por si acaso se les olvidaba alguno, elevaban incluso altares a los dioses desconocidos.

Es notorio el caso de San Pablo en Atenas, como aprovechó esta circunstancia para predicarles a Cristo diciendo a los gentiles que les venía a hablar de ese Dios desconocido, que sin saberlo ya le tenían allí su altar. El dios más conocido y famoso entre los paganos era sin duda la diosa Venus. La diosa Salambona no era otra que la misma Venus en su actitud triste y llorosa por la muerte de su Adonis.

En aquellos tiempos en Sanlúcar la Mayor había un bosque y un templo dedicados a consagrados a la diosa Salambona.

En Sevilla tuvo Venus su templo donde está hoy la iglesia de Santa María Magdalena.

La diosa construida de barro cocido, hueca como un botijo, sujeta por dentro a un armazón de hierro. Para hacer llorar a la imagen le ponían plomo por dentro de los ojos, y acercándole fuego al plomo se derretía y salía al exterior por unos orificios en los ojos en forma de gruesas lágrimas. Mientras duraba esta ceremonia todo el público la acompañaba con grandes chillidos y lamentos fingidos.


LAS SANTAS DESTRUYEN EL ÍDOLO

En aquellos tiempos entre los paganos, el día de mayor fiesta en Sevilla, era el primero de junio. Ese día, se sacaba en procesión por toda la ciudad con gran algazaro la diosa Salambona. La llevaban sobre unas andas a hombros como los pasos de Semana Santa y la acompañaba numerosa multitud de gente que iban gritando tras la imagen con grandes lamentos fingidos. Varias muchachas iban delante de la procesión pidiendo limosna para el culto por las casas de los vecinos.

Al llegar a la casa de las Santas y al pedirles una limosna para el culto de la diosa, ellas, con gran entereza y valentía, respondieron que solamente adoraban al verdadero Dios creador del mundo y de todas las cosas, y que no contribuirían al culto de una ridícula imagen de barro. Corrieron las muchachas paganas hacia los que llevaban la imagen, diciendo que allí había unas cristianas blasfemando y ridiculizando a su dios, diciendo que era de barro y que no era un dios verdadero.

Se fueron hacia ellas con el ídolo diciendo: "¿Qué nuestro dios no puede nada? Mirad lo que puede"; y arrojándose hacia su exposición de cacharros, les rompieron gran cantidad.

Viendo que todo se lo destrozaban y sintiendo deseos de demostrarles el poco poder de su ídolo, cogiendo algo pesado, se lo arrojaron diciendo: "Mirad como vuestro ídolo no está hecho de mejor barro que nuestros botijos" y el ídolo quedó destrozado en mil pedazos. Viendo el ídolo destrozado, se enfurecieron terriblemente contra ellas y empezaron todos a gritar, diciendo: "¡Merecen la muerte! ¡Atadlas y llevémoslas al Prefecto para que las condene a morir en el circo! ¡Hay que hacerlas morir!..."


PRISION DE LAS SANTAS

Las Santas tenían su tienda en la Puerta de Triana. Allí, las cogieron presas y las llevaron atadas, entre insultos y malos tratos por toda la ciudad hasta el Pretorio o Palacio de Justicia, que estaba donde está hoy la iglesia de María Auxiliadora.

Es indecible -dice el autor- lo que tuvieron que padecer las heroicas sevillanas al ser llevadas desde la Puerta de Triana hasta donde estaba el Prefecto, pasando por las mismas calles y plazas por donde estaban las gentes esperando para ver pasar triunfalmente a la Salambona. ¿Quién puede calcular las afrentas y malos tratos de que eran objeto?

Llegadas a presencia del Prefecto Diogeniano, éste les preguntó: ¿Cómo os atrevéis a hacer eso contra la deidad de Salambona?

Ellas respondieron: "Eso que vos llamáis la diosa Salambona, no era más que un despreciable cacharro de barro cocido; nosotras adoramos al único Dios verdadero que está en los Cielos, y a su Hijo Jesucristo que se hizo hombre y murió por nosotros para salvarnos de nuestros pecados..."

La muchedumbre enfurecida y sedienta de sangre, al oir las enérgicas palabras de las Santas, pedía con gritos salvajes la muerte de las cristianas. Diogeniano, extremadamente enojado, accediendo a los deseos de los paganos, mandó las llevasen a la cárcel y que allá, en los oscuros calabozos, las castigasen por el ultraje hecho a Salambona.

Las dichosas cárceles donde fueron encerradas y atormentadas aún se conservan hoy, después de 17 siglos, en los sótanos de la Iglesia de María Auxiliadora.


INTERROGATORIOS

Se hizo público el día en que iban a juzgar a las cristianas; ya muy temprano acudieron al juicio gran multitud de hombres y mujeres, devotos de la diosa Salambona que, sedientos de sangre, estaban allí para pedir venganza por el ultraje de las cristianas.

Entra Diogeniano rodeado de sus esbirros y la gente aplaude de pie. Momentos después aparecen las dos castas doncellas. Diogeniano, como gavilán que mira a su presa, las mira con ojos airados.

La gente empieza a gritar: "¡Muerte a las cristianas! ¡Muerte a las cristianas!"Mandó el Presidente poner silencio y seguidamente dijo a las valerosas Heroínas de Cristo:

"El tremendo ultraje que habéis hecho a Salambona, os ha merecido la pena de muerte; no obstante vuestra juventud me mueve a compasión y os voy a dar la posibilidad de que os podáis salvar"

-Ya entiendo lo que me quieres proponer- contesta Justa; no insistas; jamás renegaremos de nuestra fe.

Diogeniano, reprimiendo un movimiento de cólera, replicó: "Tu poca edad no comprende el alcance de tus palabras, que además comprometen a tu hermana"

-Estás muy equivocado -replicó vivamente la joven Rufina-, mis creencias son las mismas de mi hermana, mi fe es también la suya, y como ella, yo también estoy dispuesta a derramar hasta la última gota de mi sangre antes de renegar de Cristo.

Entonces, el tirano, agitándose rabiosamente en su trono, con voz fuerte y excitada les dijo: "Os lo repito por última vez: ¿Queréis adorar a nuestros dioses?"

-Nunca -replicaron las Santas-; nosotras no reconoceremos otro dios que nuestro Dios y a El sólo adoraremos.


MARTIRIO DE LAS SANTAS

La rabia de los crueles tiranos los movió a probar en ellas los más terribles suplicios. Primeramente las llevaron al potro, donde con indecible dolor de las Santas las descoyuntaron los huesos. Luego, desnudas, con uñas de hierro les arañaron todo el cuerpo surcando con indecible dolor sus delicadísimas carnes. Teniendo todo el cuerpo hecho una llaga las abandonaron en los oscuros calabozos para volver a ellas otro día con mayores tormentos.

Las Santas en el calabozo oraban fervorosamente a Dios y se encomendaban con especial ternura a la Reina de los Cielos. Cuando con más fervor se encomendaban a la Virgen, el oscuro calabozo se iluminó con celestial resplandor apareciendo en medio de la luz la Virgen Santísima, tan hermosa, que les desaparecieron todos los dolores y, arrobado el espíritu en dulcísimo éxtasis, sintieron en su alma delicias celestiales que les hizo exclamar como San Pablo: "Todos los trabajos del mundo no son nada comparados con la gloria que esperamos"

Quedaron de aquella visión tan animadas a padecer más, que todos los tormentos del mundo les parecían nada, a cambio de conseguir las delicias de los cielos.

Al día siguiente, bajaron de nuevo los verdugos y, atándolas a unas argollas del techo por los cabellos, las flagelaron moliéndolas a latigazos. Sólo cuando las creyeron expirando, las descolgaron y las abandonaron en el suelo, envueltas en su propia sangre.

Y antes de abandonarlas, ¡Oh crueldad! aún se atrevieron a arrancarles las uñas de los pies.

¡Oh Dios mío! Si el amor se mide por lo que uno es capaz de padecer por su amado, ¿cuál sería el amor a Cristo de estas castas vírgenes?


CONTINUACION DEL MARTIRIO

Al día siguiente las llama de nuevo el tirano, sin saber con qué tormento las va a amenazar esta vez para conseguir rendirlas y doblegarlas a que adoren los ídolos.

Cuando llegan a su presencia nota que apenas pueden andar. Como les habían arrancado las uñas de los pies, los tienen hinchados y no pueden dar un paso sin sentir indecibles dolores. El tirano manda que anden más de prisa y ellas no pueden.

El cruel Diogeniano, sonriendo las dice: "No sabía que hacer esta vez con vosotras pero habéis sido vosotras mismas las que me habéis dado la idea". Y dirigiéndose a los soldados, les dice: "Coged a éstas y así descalzas como están atadlas a las colas de dos caballos y dos de vosotros id a dar un paseo con ellas por lo más abrupto y pedregoso de Sierra Morena".

Ellas, oyendo la sentencia con horror, dijeron interiormente: "¡Dios mío: Que sea lo que Vos queráis!".

Emprendieron el camino acompañándolas el mismo presidente Diogeniano que esperaba que, de un momento a otro, se rindieran y se ofrecieran para adorar a los ídolos. Hicieron el viaje por Guadalcanal y Almadén de la Plata para aprovechar y ver como iban las minas de plata.

Indecibles fueron los tormentos de las Santas. Al terrible dolor de los pies, cada vez más hinchados, era sofocante y calor y el cansancio. Con tan terribles dolores apenas se daban cuenta de las burlas y sarcasmos de los soldados. Pero Diogeniano no consiguió su intención. Cuando su fatiga llegó al extremo de no poder dar un paso, y agobiadas por los dolores cayeron desvanecidas, no tuvo más remedio que cargarlas en los caballos si quiso que volvieran a Sevilla con vida.


RECIBEN LA COMUNIÓN EN LA CÁRCEL

Habiendo regresado al palacio, descargan las muchachas y las encierran de nuevo en los calabozos. Santa Justa tenía calentura y por la noche le subió la fiebre. Tenía una sed abrasadora. "¡Quiero agua! Rufina, ¿No habrá forma de conseguir una gota de agua?"

Rufina puso la cabeza de su hermana sobre sus rodillas y la consolaba. Justa seguía delirando: "¡Me muero! ¡Me muero de sed!".

Rufina interiormente decía: "Dios mío: para tí todo es posible. Dame un poco de agua para mi hermana...!

Y ¡Oh prodigio! El agua empezó a manar y bebieron las dos la que quisieron. Justa, después de beber se restableció un poquito.

Luego oyen pasos. ¡Dios mío! ¿Qué querrán de nosotras a estas horas?

Los pasos se acercan y el temor acrecienta. De pronto, una voz conocida las consuela con aquella frase tantas veces oída: "Deo Gracias" . Era el Obispo Sabino que habiendo expuesto su vida y dando mucho dinero a los guardias había conseguido que lo dejasen pasar.

"¡Oh que alegría! es el Señor Obispo... Pero su alegría subió al más alto extremo cuando supieron que, ocultamente, les llevaba la Sagrada Comunión.

El Venerable Obispo abrió los corporales y allí mismo en el suelo expuso las Sagradas Especies mientras juntos decían una fervorosísima oración. Luego les dio la absolución y la Sagrada Comunión que sería el Viático para las dos.

Con tales emociones la enfermedad de Justa se agravó y sintiéndose morir dijo a su hermana: "Rufina yo me muero; me voy con Jesús al Cielo. Ten ánimo para resistir hasta la muerte. Allá te espero". Y, diciendo estas palabras expiró.


RUFINA ENTRE LAS FIERAS

El día siguiente es el señalado para que las dos doncellas sean llevadas al anfiteatro para que, luchando con los leones, mueran entre sus garras.

El Pretor ordena a los soldados que bajen a las cárceles a buscarlas. Cuando al volver con una sola le dijeron que la otra estaba muerta, hizo un gesto de gran contrariedad. Mandó que la custodiasen hasta la hora señalada en la que debía ser introducida en el circo para que allí pudiese demostrar todo su valor luchando hasta morir entre las fauces de los leones.

Era aquel un día de fiesta y la diversión que más gustaban los sangrientos romanos eran las luchas a muerte que se desarrollaban en el anfiteatro. Por eso, aquel día las gradas estaban llenas. En un lugar destacado estaba la tribuna de la presidencia. En ella estaba como máxima autoridad el Pretor Diogeniano acompañado de las principales autoridades.

Empieza el espectáculo. Después de varios juegos y luchas sangrientas, mandan salir a la Cristiana.

Salió Rufina tranquila y serena, caminando con paso seguro y firme hacia el centro de la arena. Allí se postró de rodillas y, elevando el rostro al Cielo, hacía fervorosa oración. El pensamiento de que dentro de breves minutos iba a tener su encuentro con el amadísimo Jesús, la hizo caer en delicioso éxtasis.

Entonces el público empezó a gritar: El león, el león echadle el león. Y el león no se hizo esperar. Salió la fiera rugiendo y saltando mirando hacia las gradas todo alrededor. De pronto observó en medio a su víctima, y dando un feroz rugido y varios saltos en un momento la alcanzó. Pero ¿qué sucedió entonces? ¿Qué vio el fierísimo león para en aquel momento cambiar toda su fiereza en mansedumbre, como si fuera un cordero, y ponerse a lamer los pies de la Santa como si fuera un perrito?


MUERTE DE SANTA RUFINA

El maravilloso milagro del fiero león hambriento que se vuelve cual manso perrito y la acaricia, a unos convierte al cristianismo y a otros enfurece todavía más.

En aquél momento, las gradas del circo parecían un infierno; mientras unos gritan: "¿Qué le pasa a ese león? Azuzadle para que la embista". Otros gritan: "Es una bruja, que vaya el verdugo y le corte la cabeza". Y otros, en cambio, reconocían: "El único y verdadero Dios se ha demostrado que es el Dios de los cristianos".

Por fin prevaleció la idea de los que pedían que la degollara el verdugo. Así lo ordena Diogeniano Presidente y Gobernador de la Bética. Tenía sólo 18 años cuando salió el verdugo e hizo rodar su cabeza por los suelos. El venerable Obispo Sabino recogió sus restos por la noche para darle cristiana sepultura en el cementerio de los cristianos donde también había enterrado a su hermana.

Este cementerio estaba en el mismo sitio donde está hoy la iglesia de los PP. Capuchinos de Sevilla, en la llamada Ronda de Capuchinos.

En este mismo lugar donde está la iglesia de los PP. Capuchinos hubo antiguamente un templo más pequeño que llamaban "La Basílica de las Santas Justa y Rufina" , y refiere la tradición que el Santo Obispo San Leandro, muy devoto de las Santas lo visitaba asiduamente.

Como el templo era pequeño y estaba ruinoso, el Santo Obispo lo mandó reconstruir mayor, y puso en la fachada una inscripción en latín que decía: "ESTA ES LA CASA DE LAS SANTAS VIRGENES JUSTA Y RUFINA".

(fuente: www.architoledo.org)

otros santos 17 de julio:

- San Alejo de Roma
- Santos Mártires Escilitanos

jueves, 16 de julio de 2015

16 de julio: Beata Ermengarda (Irmengard)

Martirologio Romano: En el monasterio de Frauenwörth, junto al lago Chiemsee, en Baviera, beata Irmengard, abadesa, que desde su más tierna infancia, despreciando el esplendor de la corte, se entregó al servicio de Dios, consiguiendo que otras muchas vírgenes siguieran al Cordero (866).

Las siguientes consideranciones sobre la Beata Ermengarda (Irmengard, en alemán), están tomadas de J. Ratzinger, De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Santos, Eunsa, Pamplona 1997, pp. 69-76.

La Beata Ermengarda, fundadora del monasterio de Frauenwörth, junto al Chiemsee, nació en Ratisbona (Regensburg) el año 833 y murió a los 33 años de edad, el 866. Fue hija de Luis II "el Germánico" y Emma von Altdorf. Bisabuelos suyos fueron: Carlomagno, Hildegarda de Vintzgau, el duque Ingerman de Hesbaye, el duque Isembart II von Altdorf, Ermengarda de Francia (hermana de Carlomagno), el duque Widukind "el Grande" de Sajonia y Svetana de Sajonia.

Ermengarda tuvo tres hermanas y dos hermanos. Junto con sus hermanas, fue educada en el monastrio de Buchau (Suabia). Mas tarde, se hizo benedictina y se fue a vivir a la abadía de Frauenwörth, situada en una isla en el lago de Chiemsee (Baviera, cerca de Salzburgo). Fue la primera abadesa y se distinguió por su piedad de vida. Sus restos reposan en la capilla del monasterio. Fue beatificada por Pio XI en 1928. La pequeña isla llamada Fraueninsel ("isla de las mujeres") es un lugar de peregrinación al que acude toda Alemania. Se invoca a Ermengarda para superar la esterilidad y también como protectora en los partos múltiples. Se celebra el día de la Virgen del Carmen, 16 de julio.

Gisela, una de sus hermanas, casó con el duque Bertoldo de Suabia y tuvo dos hijas antepasadas nuestras: Bertilde de Suabia y Cunegunda de Suabia (ver descedencia de Luis "el Germánico").

El 18 de julio de 1993, el Card. Ratzinger pronunció una homilía en el monasterio de la abadía de Frauenwörth, comentando el texto de Mt 13, 24-33 (parábolas del Reino de los Cielos).

Jesús dice que "los justos brillarán como estrellas en el Reino de mi Padre. "Son los santos, personas que habiendo abierto sus ojos a la luz de Dios, despiden a su vez destellos luminosos. A la manera de estrellas suspendidas en el horizonte de la Historia, penetran con sus rayos los nubarrones y oscuridades de los tiempos, e inciden sobre el mundo para dejarnos ver algo de la santidad de Dios" (p. 69). Hay que fijarse en ellos, en los tiempos de crisis. Ellos nos darán luces nuevas para conocer mejor a Dios y a su Iglesia.

La Beata Ermengarda ha dejado en el curso de los siglos una estela continua que las múltiples tinieblas de las épocas no han podido sofocar. Durante la secularización, cuando las puertas del convento se cerraron, las gentes de Chiemgau creyeron ver luces que se movían por las inmediaciones del lugar. Decían que fue una procesión de la Beata Ermengarda. Actualmente, sólo se conserva de una parte la portada de doble planta de el convento que ella fundo, con sus pinturas de ángeles y, de otra, los huesos de la Beata. Esas dos cosas tangibles que nos quedan nos dicen muchas otras.


"Coram angelis psallam tibi"

Ermengarda, al fundar su convento, lo dispuso como un lugar al servicio de la fe. Quería que se extendiera el Reino de Dios por el mundo.

Los frescos de los ángeles nos recuerdan que desde sus mismos orígenes remotos, la vida monacal ha respondido a la idea del angelikos bios, la vida de los ángeles como modelo: mirar la faz de Dios, , estar en diálogo con Él y glorificarle con cantos armoniosos de alabanza. Los ángeles se distinguen porque vuelan y porque cantan.

Vuelan porque son ágiles y pueden alcanzar las alturas porque están desentendidos de su peso y su importancia. Y cantan porque de suyo son diáfanos y rebosan de una alegría que, al integrarse en toda la armonía de la Creación, es un reflejo de la belleza de su Autor.

"Coram angelis psallam tibi, Domine" (Ps 138,1). Ante la faz de tus ángeles he de alabarte, Señor. "Esto nos dice que, en la Liturgia, no sólo estamos reunidos unos con otros, sino que hay alguien más. Nos encontramos asociados a los ángeles mirando la faz de Dios. Con nuestras voces nos unimos a sus coros, y las suyas se juntan con los nuestros. De aquí viene la grandeza de la Liturgia: porque en ésta elevamos nuestros ojos hacia los ángeles y, con ellos, nos ponemos ante la faz del Creador. Si comprendemos esto significa que la Liturgia será para nosotros una fuente de alegría que jamás podrá ser parangonada con todas esas fiestas que nosotros hemos inventado, y en las cuales no se hermanan los Cielos y la tierra. Y, al tener la certeza de que estamos ante los ángeles de Dios, y que ellos mismos están entre nosotros, brotará con nuestro gozo el espíritu de adoración hacia la inmensa Presencia que nos envuelve" (p. 71-72).

"A la vista de este sitio y del estilo de vida que la Beata Ermengarda implantara en esta isla, nos viene a la memoria la frase en que San Benito condensó la quintaesencia de su Regla: «Operi Dei nihil praeponatur» (Antepóngase a todas las cosas, el servicio de Dios). Ha de ser siempre lo principalísimo. A ello se suma lo mismo que el Señor nos ha dejado dicho: «Buscad primeramente el Reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33). En el espíritu de San Benito, la idea es además una idea completamente práctica para los casos en que puedan surgir dudas. Podríamos preguntarnos: ¿No habrá acaso algo que sea más prioritario? Su respuesta será siempre: no. Jamás podrá surgir alguna cosa que sea más urgente que dedicar tiempo a Dios y disponerse para servirle. Lo demás tomará de ahí su ritmo justo. Tener tiempo para Dios ha de ser siempre criterio de preferencia frente a todo lo restante.

La regla de este mundo es la opuesta: «Operi Dei quaecumque res praeponatur» (Todas las otras cosas son más importantes, y se han de hacer primero: los pendientes, los apuros, etc.; luego viene Dios). El problema es que siempre se va relegando a Dios al final y nunca tenemos tiempo para Él.

"Nuestro tiempo, al quedar huero de Dios, se ha convertido sin más en tiempo vano. Con él vamos flotando en el vacío y, al perder la noción de nuestro fin, ya no sabemos el sentido, la magnitud y la densidad de nuestra vida: porque hemos invertido el orden de las cosas al estimar superfluo lo importante, y hacer de nosotros mismos lo primero sin caer en cuenta de que nuestra importancia verdadera viene sólo de Dios. Busquemos pues su Reino con total preferencia. Dios primero: tal es el llamamiento que esta obra de Irmengarda, su convento y su monasterio, continúan dirigiendo a nuestro mundo" (p. 73).


 Los restos de Ermengarda

"¿Y qué nos dicen los restos de Ermengarda? Que murió a los 34 años, y que según han declarado los expertos tras haber analizado los huesos, padecía de artritis, a pesar de su juventud, como la mayoría de sus parientes. Al saber de una muerte tan temprana, y de aquella enfermedad que había venido soportando, nos hacemos cierta idea de su vida, sus fatigas y sus dolores. Nos podemos imaginar cuánto debió de sufrir entre unos muros tan fríos, y en el coro de las horas nocturnas durante unos inviernos largos, oscuros, gélidos y húmedos".

Sus dolores fueron también morales. Supo de la sublevación de su hermano Carlomán contra el padre (Luis "el Germánico"), en 862, que se unió al dux eslavo Ratislav (846-869), guía de checos y moravos y constructor del gran imperio eslavo.

El movimiento coincidió con una nueva agitación de los abodritas (eslavos) y una incursión normanda en Sajonia, a las que se debió hacer frente, así como a la primera aparición de jinetes magiares en los confines de Baviera, que será asolada por las sagitae hungarorum entre 910 y 955 (resonante triunfo de Otón I en Lechfeld, sobre los magiares).

En consecuencia, si fue una mujer de amor, fue al mismo tiempo una mujer de sufrimiento. Ambas cosas van unidas en la vida. "Podemos afirmar que quien se niega a sufrir no puede amar de verdad, pues el amor implica siempre alguna forma de morir a sí mismo, de sentirse arrancado y, con ello, liberado de sí mismo" (p. 74).

Nuestro tiempo ignora la idea de sufrimiento. Queremos "hacer", pero no "padecer". Nuestra vida no es únicamente actividad, sino también "pasividad", estado de pasión. Hemos nacido, y tendremos que morir. Entre la hora del nacimiento y esa otra en la que seremos despojados de la vida, nuestros días son un continuo decaer hacia la muerte. Sólo si unos y otros acertamos a entenderlo y asumirlo, volveremos a comprender la forma verdadera de amarnos mutuamente: porque esto implica siempre que sepamos aceptarnos y sobrellevarnos unos a otros, aunque a veces los demás no sean «de nuestro agrado», nos fastidien y nos «alteren los nervios». Y sólo cuando aceptemos hondamente lo pasivo de nuestra existencia y sus padecimientos, podremos recobrar el sentimiento de la alegría de vivir" (p.74).


Las parábolas del Reino de los Cielos

Las parábolas del Reino es precisamente lo que nos enseñan:

a) la parábola del trigo y la cizaña: que tenemos que soportar el crecimiento de la cizaña en nosotros y en los demás,
b) la parábola del grano de mostaza: que tenemos que soportar que la Iglesia (la Obra) parezca sólo un grano pequeño de mostaza,
c) la parábola de la levadura: que debemos contentarnos con creer que el Reino de los Cielos actúa como la levadura, sigilosa en los adentros, y cuya fuerza somos incapaces de apreciar.

"Esto nos dice que necesitamos tener fe, dejarnos fermentar por la levadura del Evangelio: porque así seremos buenos y el mundo podrá serlo igualmente" (p. 74).

El abad Gerhard von Seeon puso una leyenda en unas tablillas de plomo, 150 años después de la muerte de Ermengarda: "virgo beata nimis, ora pro nobis". Irmengarda continuaba cerca de ellos para escucharles y ayudarles.

"El amor hacia el prójimo no mengua entre los santos cuando se hallan en el otro mundo" (Orígenes). Habiéndose abismado en el amor a Dios, están presentes con Él para nosotros, dispuestos a escucharnos y acompañarnos.

En la tablilla de von Seeon aparecen otras palabras: un texto de la Escritura que nos es bien conocido por la liturgia de Adviento: "Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que los hombres conozcan vuestra amabilidad. El Señor está cercano" (Fil 4,4).

Ermengarda sabía que el Señor está cercano. De aquí vino su bondad y su alegría, una alegría contagiosa. "Pienso, pues, que su legado a nuestro favor en este día se resume en las siguientes palabras: «El Señor está cerca. Manteneos a su lado. Si sois buenos por Él, podréis estar alegres también por Él»" (p. 76).

escrito por Joseph Ratzinger
(fuentes: De la Mano de Cristo; cacholic.net)

otros santos 16 de julio:

- Beato Andrés de Soveral y 29 Mártires de Brasil
- Santa María Magdalena Postel
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...