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sábado, 14 de mayo de 2016

14 de mayo: San Miguel Garicoits

El santo del « HEME AQUÍ »


LA LLAMADA DE LAS CIMAS

El muchacho cuidaba ovejas en los montes del Ostabaret. Ante sus ojos se extendía, formado por siete colinas, el circo de Ibarre, su pueblo natal. Aquella tarde, las sombras emergían del fondo del valle, haciendo más vivo y más cercano el disco azul del cielo.

Recuerda lo que le decía su madre por las noches, en la cocina: « El cielo es la casa de Dios ». Un violento deseo de ir a la casa de Dios se apodera de él. No está lejos: allá, sobre la crestería dentada!

Olvidando a su rebaño, sube. Ataca por detrás de su casa el pico del Nethe que se levanta a 770 m. Consta de tres escalones escondidos que sólo se descubren progresivamente.

Llegado al primero, el cielo parece haber retrocedido. Vuelta a empezar, mas también el cielo huye. Cuando llega al tercero, anochece, el cielo está aún lejos. El cielo escapa a cualquier empresa humana. Tendrá que arreglárselas de otra manera para escalar hasta él, pero lo alcanzará.


¿Qué será de este niño?

Sabemos lo que llegó a ser: el santo de Betharram, fundador de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, Miguel de Garicoits, canonizado por el Papa Pío XII el 6 de Julio de 1947. Será el hombre de los comienzos y de las cimas. A la triple escalada de aquella tarde de Ibarre corresponderán, en su vida, tres llamadas: la Hostia, el Sacerdocio, la Vida religiosa. Será el hombre del sí a la voluntad divina, el Santo del « Heme aquí »: « Hay que subir sin detenerse, dirá, con la vista fija en el peldaño superior y con el corazón vuelto hacia el Cielo. » ¡Hay que ir siempre adelante!

Este enamorado de las ascensiones morirá al alba, el día de la Ascensión, el 14 de Mayo de 1863. Todo es signo. Todo es gracia. No podía morir sino en una cumbre y al alba. También entonces todo empieza.

- « Si me dejara llevar por mi temperamento de Vasco, ¡qué malvado hubiera sido! »
- « A los 4 años, entré en la casa de nuestra vecina, y lancé una piedra a la mujer, que, según me parecía, había hecho daño a mi madre. Después, me escapé a todo correr, »

« Tenía 5 años. Un buhonero pasó por nuestra casa. De entre los objetos que expuso, le robé algunas agujas. Mi madre se dio cuenta y me dijo que Dios castigaba a los niños que cometían ese pecado. Concebí entonces un gran temor al robo y las agujas adquirieron, desde entonces, gran importancia para mí, »


EL MUCHACHO TURBULENTO

En 1796, Arnaldo Garicoits se casa con Graciana Etcheberry. Ambos han nacido en Ibarre, aldea de Saint-Just en el Ostabarret, Baja-Navarra: él, en Garacotxea, ella, en una familia de campesinos de Ordokia. Son las últimas sacudidas de la Revolución, con una nueva persecución contra el clero refractario.

Como sus padres, Arnaldo y Graciana dan refugio en el pajar a los sacerdotes acosados. Por los senderos del contrabando Arnaldo acompaña a estos testigos de la fe, disfrazados de pastores o campesinos, hasta la frontera española a 25 km. En cuanto a ellos, no han vacilado en ir a buscar a España la bendición nupcial: « Francia, decía Graciana, se ha separado del Papa. Nosotros tenemos que estar con el Papa. »

En la primavera del año 1797, el 15 de Abril nace en el hogar un niño, el primogénito de cuatro hermanos y una hermana. Lo bautizarán seis meses después, aprovechando la visita de un sacerdote no juramentado.

Al niño llaman Miguel, nombre de un luchador. Toda su vida será la prueba clara del nombre y el grito del Arcángel: « ¿Quién como Dios? ». « Dios todo, yo nada », repetirá Miguel. Desde ese primer acto público ¡cuánto nervio, cuánto brío en esa pelota que será Miguel!

Con gesto imprevisto y rápido arranca una página del ritual que sostiene el sacerdote.

Para volver a cerrar su mano audaz tuvieron que introducir en ella una moneda brillante.

No será un chico fácil.

Más tarde gustará de amenizar sus clases y conferencias con anécdotas de su niñez. Recojamos algunas de sus propios labios. Son sabrosas y revelan un temperamento impulsivo y ¡qué maravillosa espontaneidad en la manera de decirlas!


La familia de MIGUEL

Abuelos paternos: Miguel GARICOITS (1741-1807) y Dominica Jaury -1806)

Abuelos maternos: Guillaume ETCHEBERRY (1744-1784) y Catalina ETCHETO (1743-1813)

PADRES: ARNALDO GARICOITS (1768-1859) GRACIANA ETCHEBERRY (1775-1845)

Hermanos y Hermanas:

- MIGUEL (1797-1863)
- JOANNES (1799-1865) casada con Catalina HARGUINDEGUY 4 hijos.
- MANECH (1801-1856) casado con Engrace LACUCHANDEGUY
- PAULA (1805-1881), muerta al servicio de las Hijas de la Cruz.
- BERNARDO (1810), murió a los 4 meses.
- MARIA (1810-1862), melliza de Bernardo.


SEMILLA DE CONSPIRADOR

Sin embargo no le impidió otra vez robar un pájaro de la trampa de un compañero o recoger leña caída en la propiedad del vecino. Su madre le obligaba cada vez a reparar el hurto.

« Vi un día, en las manos de un hermano mío, una hermosa manzana que me dio envidia y, abusando de mi fuerza se la quité. Incapaz de defenderse me dijo: « ¿Quisieras que hiciera lo mismo contigo? ». Ante estas palabras sentí tal remordimiento, que arrojé violentamente lafruta. »

« Niño aún, volaba de rama en rama por los árboles. Tenían que ser sólidos. Un día estaba sobre un cerezo. Queriendo subir siempre más, agarré la rama más alta, pero caí con ella sobre un seto suave como un sofá ; ¡Sin peligro! No temía a nada, me hubiera tirado a cualquier sitio con un punto de apoyo. »

Ese punto de apoyo lo encontrará pronto a fuerza de pensar y de buscarlo: el culto de la voluntad de Dios.

No temía a nada.

El muchacho tenía incluso la envergadura de un conspirador.

Se puso un día al frente de un grupo de conjurados contra el maestro de Ibarre, el viejo Arnaldo, Ergnaut Xáharra, como le llamaban. ¿No abusaba acaso del palo sobre los dedos y la cabeza de sus alumnos? Deciden esperarle a la salida de la clase. Caerán sobre él con todas sus fuerzas. A la hora precisa sale el maestro. Asustados, los pilletes se escapan. Sólo Miguel mantiene su agresividad, pero con una mirada rápida y juzgando perdida la batalla, se bate en retirada.

« Qué hubiera sido de mí sin la bondad inmensa de Dios », y ¿qué hubiera hecho sin su madre? El padre es callado, trabaja, sólo interviene en los momentos importantes. Graciana es la dueña del hogar. Su fe le confiere una personalidad extraordinaria. Ella es quien esculpe el alma de su inquietante hijo.

« Era pastor: andaba con los pies desnudos ¿Qué tenía en casa? Borona fría, un poco de agua caliente, y, para engañar unas alubias y... después, a cavar. »


HEME AQUI

Ante el haz que crepita en la ancha y negra chimenea, dice a su hijo: « ¿Ves este fuego, Miguel?. A un fuego aún más terrible arroja Dios a los nifíos que cometen un pecado mortal ».

En la tierra de Saint-Cyrán, todo vasco nacía jansenista. El terrible Jainko de los antiguos vascos no era el Dios del cenáculo, sino el del Sinaí. Ni amor, ni misericordia, sólo poder y majestad, juez y amo.

Una voluntad que se forja busca su punto de apoyo, aun a riesgo de equivocarse a veces, mas la educación firme de la madre lo lleva de nuevo al buen camino. Así se nos presenta Miguel. De su madre aprende a decir: Huna ni, Heme

¡Qué veneración tendrá para su madre!. Así evocará « sus primeros catecismos en el humilde hogar de Ibarre ». « Sin mi madre, creo que hubiera sido unmalvado. Después de Dios, es a mi madre a quien debo ser lo que soy. »

Un ser hecho de deseos y audacias, sin miedo a nada, ése es Miguel. Tendrá que encontrar su estrella orientadora. Será en medio de la pobreza, la humildad, el trabajo, la fe.

¡Qué humildes son los comienzos de Dios!. Miguel recordará Ibarre cuando, un día, meditando sobre los años oscuros de Jesús en Nazaret escribe: « Nada grande tiene grandes comienzos. La Providencia no procede a base de avances magníficos: no usa del charlatanismo. Comienza en una cuna pequeña, por un pequeño sendero estrecho y además, caminando lenta­ mente, en silencio durante 30 años en Nazaret. Luego, el grano de mostaza se ha hecho un árbol alto y grande ».


LA CONQUISTA DE LA HOSTIA

Camorrista y violento, Miguel, gracias a su madre, concentra sus esfuerzos cada vez más, en un solo objetivo: Dios. Sus instintos, sin embargo, permanecen. Pero conseguirá dominarse. Convierte en audacia esa energía y esa valentía. Pastorcillo pirenaico, los grandes espacios serán su feudo. Contempla, a veces, cómo el águila o el buitre giran por encima del rebaño, excitándose con sus gritos estridentes para caer sobre la presa. Miguel los desafía. Tendido sobre la roca, con los brazos y los pies desnudos, inmóvil, finge estar muerto. La makila nudosa está al alcance de su mano. En cuanto la rapaz se acerca al bastón, el muchacho salta como un resorte. Siempre dispuesto allí donde haya un riesgo que correr, un obstáculo que vencer.

He aquí que proponen al muchacho una cima cuya escalada no se realizará sin lágrimas. Acude al catecismo de la parroquia. Aprende los cánticos vascos y latinos que después canta con fuerza en las colinas a donde lleva a pacer sus ovejas. Su párroco, Don Bidegarray, un héroe de leyenda, superviviente de los pelotones de condenados a la guillotina, admira su seriedad, su saber, su madurez. A pesar de las tradiciones jansenistas que retrasaban la comunión hasta los 14 o 15 años, admite a Miguel a los 11. Todo parece fácil. En relidad ¡qué calvario tendrá que escalar!.

La víspera del gran día, cuando ha empezado ya su confesión general, interviene su madre: « Ten cuidado, Miguel. La confesión es una de las cosas más importantes. Si lo haces mal, la primera comunión será sacrílega y las que vengan después también. ». ¡Vuelve a ver el infierno!. Esas palabras bloquean al chico. Se ensimisma. Tres años le costará llegar, subir hasta la comunión. Se le ve triste. Pierde el sueño.

Apenas cumplidos los 13 años, su padre, que vive en apuros, lo coloca como criado en una finca de Oneix llamada Anghelú. Cuida las ovejas, sigue el catecismo de Don Barbaste, párroco de Garris, del cual depende Oncix.


EL CAMINO DE DAMASCO

Su seriedad y sus conocimientos sorprenden. Le llaman « haur terriblia », el chico formidable, diríamos hoy. Un día, su dueña, maravillada por tanta precocidad, le dice: « Eres mozo ya. Tendrías que hacer la primera comunión. »Pero el párroco de Garris se muestra aún más exigente que su madre: El pan inaccesible de los ángeles no puede ser el pan apetitoso de los niños. Miguel se encuentra a solas con su decepción, su tristeza, su miedo. Cuando todo está cerrado por parte de los hombres, interviene Dios.

Miguel bajaba con sus ovejas de la colina por un sendero estrecho. Tenía una sola idea: la Hostia. Tal fue la obsesión, que en un momento todo desapareció a su alrededor y quedó sumido en un bautismo de luz y de alegría. En aquella hora de gracia, como Pablo en el camino de Damasco, tuvo una revelación. El Dios severo del Sinaí fue substituido por el Dios « fundido en caridad » de Belén. A la angustia, sucedió la paz. A la noche, la luz. A la tristeza, la alegría.

Un día hará esta confidencia: « He aquí lo que ocurrió a un hombre en el ardor en que se sentía consumido: se halló transportado a una claridad tal que le parecía que iba a quemarse completamente y a reducirse a la nada. Dios tuvo que moderar sus ardores en él para que pudiera soportar esa claridad. » Así hablaba San Pablo de su éxtasis. Miguel volvió en sí al dar con la cabeza contra un obstáculo.


PRIMERA COMUNIÓN

El éxtasis de Oneix va a exorcizar en él todos los demonios del jansenismo e iluminará su teología y su pastoral. Sí, Dios es amor. Huna ni: Heme aquí.

Miguel hizo su Primera Comunión en la iglesia de Garris el 9 de Junio de 1811, en la fiesta de la Trinidad. Tenía 14 años. « Los que le vieron aquel día, escribió su primo Don Etcheberry, creyeron ver a un ángel. »Por la tarde le festejaron como el alumno más brillante del catecismo y recibió en premio el Compendio de la Perfección Cristiana, de Alfonso Rodríguez, obra tra­ducida al vasco por Don López, ex-párroco de Ibarre.

El recuerdo de su Primera Comunión permane­cerá en Miguel hasta la última mañana de su vida. Con­servará una cierta nostalgia de aquella iglesia de Garris en lo alto, signo de su escalada eucarística. Poco antes de morir, confiará a Don Larramendy, párroco de Garris: « Mi deseo sería, si pluguiera a Dios, ir a ce­lebrar una vez más la Santa Misa en la iglesia donde hi­ce mi Primera Comunión. »

Su deseo, al parecer, se realizó poco después. Al pasar por Saint-Palais, subió a Oneix y visitó a la fami­lia Anghelú. El hijo de su antiguo dueño que había sido su compañero de niñez, confundido por tanta delicade­za, emocionado hasta las lágrimas, no cesaba de repetir a los suyos: « ¡Y pensar que este hombre fue nuestro criado! ¡No se le parecen los criados de hoy! »


EL SUEÑO SE ABRE CAMINO

Después de su Comunión, muy pronto, Miguel volvió a Ibarre. Su padre le requiere para explotar la finca. A él le gustaría estudiar. En realidad un gran sueño madura en su corazón: ser sacerdote. ¿En qué momento y bajo qué influencias el germen de la vocación habrá nacido en el pequeño campesino? ¿Su Madre y su abuela Catalina no habrán acariciado desde siempre este proyecto?

Pero escuchemos a Miguel: « Al volver del monte donde teníamos una granja, mi abuelo me ponía sobre sus rodillas y me cantaba canciones sobre asesinos que habían matado a sacerdotes. Apenas tenía 4 años, tenía que levantar la cabeza para ver su cara, le escuchaba muy atento. Sus palabras impresionaban mi imaginación. » A veces ha visto pasar por Ordokia y Garacotxea siluetas de sacerdotes acusados. Se ha estremecido al oír relatos acerca de sacerdotes guillotinados. Durante el retiro de la Primera Comunión, la historia de Don Dassance, párroco de Cambó, contada por Don Barbaste, le impresionó: « Detenido por los gendarmes mientras traía la Santa Hostia, que los miserables pisaron, luego, evadido gracias a la complicidad de un guardia y agarrado otra vez, Don Dassance fue por fin guillotinado en una de las plazas de Bayona. » « En cuanto a nosotros, hijos míos, concluía el predicador, no éramos lo bastante santos como para que nos tratasen como a este confesor de la fe, no éramos dignos de morir por nuestra santa religión. »

La llegada de Don Bidegaray, un héroe de la Revolución, a la parroquia de Ibarre, provocó un choque interior en el alma de Miguel. El 18 de Abril de 1802 se celebró la reapertura de la iglesia de Ibarre dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. A la vuelta de la ceremonia Miguel hizo una confidencia a su madre:

« Madre, quisiera ser sacerdote. »

La escalada del sacerdocio empezaba. Será aún más dura y más larga que la de la Hostia.

Pero Dios le llama.

« HEME AQUÍ », contesta el chico.

La madre, confusa y radiante entrevé el primer obstáculo: « Somos demasiado pobres. »


EL ARTE DE SER ABUELA

Graciana confía el secreto a su marido. Más tarde, Miguel se atreve a abordar a su padre. La respuesta es seca: «Ya sabes que ni siquiera puedo proporcionarte la ropa. » El chico insiste, su padre es cortante: « No estamos como para pensar en esas cosas. Si eres razonable, aparta de ti esos sueños, vivimos del fruto de nuestro trabajo. » Con frecuencia cuando su padre le manda a cuidar las ovejas al monte, Miguel dice: « Ya voy, pero recuerda que quiero ser sacerdote. »

El tiempo pasa. Ni el padre ni el hijo cambian de idea. Pero Miguel ha ganado para la causa a su abuela Catalina. Las abuelas saben admirablemente hacerse cómplices de sus nietos. Catalina es maestra en el arte de ser abuela. Reza por esta intención. Tiene 70 años, sin embargo sigue siendo viva y atrevida. Suena la hora de la decisión.

Un día de otoño de 1811, Arnaldo, su mujer y Miguel están cavando la viña de delante de la casa. La abuela se ha sentado a la sombra. Unas reflexiones rompen el silencio. Evocan a un muchacho que está estudiando. Miguel no vacila: « Quisiera estudiar como él. » El silencio se hace molesto. Luego, dirigiéndose a su mujer, Arnaldo le dice: « Graciana, ¿qué vamos a hacer de Miguel? Ya es hora de pensarlo. Miguel sabe comportarse bien y tiene buena salud, ¡que se quede junto a nosotros! Cuidará de nuestra pequeña propiedad y la hará valer ». Y el silencio vuelve a caer. La abuela lo ha oído todo. Apostrofa a su yerno: « Arnaldo, no sabes llevar tu casa, no sabes estimular a tus hijos. Miguel tiene disposición y afición para el estudio, tendrás que darle lo que pide. »

Desconcertado, el padre lanza de nuevo el argumento apabullante: « Pero, ¿cómo pagar la pensión? » Miguel con audacia entra en el diálogo: « Dios proveerá ». La abuela se vuelve entonces hacia su nieto: « Y tú, ¿qué harías si pudieras estudiar? » « Mañana por la mañana me marcharía bien contento. »

A la mañana del día siguiente, la abuela se fue a pie a Saint-Palais, a visitar al deán, Don Borda.

En Saint-Palais

« En Saint-Palais, en casa del párroco, yo, tan lento, tan torpe en mis estudios, tenía además el trabajo de dos criados. Lo hacía con agrado, estudiaba de noche; durante el día cuidaba el caballo de mi dueño, ayudaba a la cocinera. »


UNA ESCALADA DIFÍCIL SERVICIO Y ESTUDIANTE

El deán y la abuela se conocían desde siempre. ¡Cuántas veces el ex-párroco de Ibarre se escondió en la propiedad de Ordokia, o en la casa de los Garicoits!

Se trata ahora del presente y del porvenir de Miguel. Todo va a arreglarse muy pronto. El señor Borda obtiene una plaza en el colegio de Saint-Palais y los Anghelú de Oneix, están encantados de hospedar a su antiguo criado a cambio de unos pequeños servicios.

El camino del sacerdocio está abierto. Pero ¿quién podría sospechar los obstáculos? Miguel va a lanzarse como un magnífico corredor. Nada lo detendrá, desde luego no las contradicciones ni las falsas situaciones en que se encontrará. Sigamos las etapas de esta ruda escalada.

1811-1814 - Colegio de Saint-Palais.

Miguel es al mismo tiempo criado y alumno. Los 8 kms de ¡da y vuelta de cada día no le asustan. Es « el discípulo más brillante » del señor Lacazette. Vela de noche para arrancar sus secretos a la lengua francesa y a la versión latina. Contrae amistad con un compañero, Evaristo Etchecopar, de quién ha dicho: « Era tan perfecto, en una edad tan tierna, que, a menos de un prodigio, no podría llevar elpeso de la santidad ». Murió muy joven, a los 15 años. Cuando el ejército del mariscal Soult requisó la casa de los Anghelú, Miguel fue hospedado por el deán.

1814-1816 - Obispado de Bayona y pensionado San León.

Miguel es un mozo fuerte de 17 años. Los señores Barbaste y Borda obtienen para él un puesto como criado en el Obispado de Bayona a condición de que prosiga sus estudios en el pensionado San León. El obispo es Monseñor Loison, el señor Honnert es su secretario.


EL ESTUDIANTE DE TEOLOGÍA

« No salía del Obispado fuera de las horas de clase, dirá el deán Arrambide, si no era para pasear un perro que el señor Honnert quería mucho. Miguel tenía que cuidarlo bien, pero llevaba siempre un libro en la mano. ¡La cocinera del Obispado era menos cómoda que el perro!

1816-1819. Colegio de Aire-sur-Adour.

Terminados los estudios de Humanidades, Miguel ingresa en Filosofía en el Seminario Menor de Aire, Don Bertrant­Sévére Laurence, futuro obispo de Lourdes, le comunica su pasión por las matemáticas. Miguel les dedica las horas de la noche: « Al encontrar la solución sentía tanto placer que no lo puedo expresar. » Traba amistad con cantidad de jóvenes destinados a un brillante porvenir. El más famoso será el fundador de las Siervas de María, Don Cestac. Don Larroze dirá: « En la sala de estudios y en el comedor encontré una satisfacción providencial al estar colocado entre San Miguel de Garicoits a mi derecha y San Cestac a mi izquierda. » Sin embargo nada de afectación. Es una santidad viril, como recordará Larroze 40 años más tarde: « Nunca se me ha olvidado desde Aire que su mano era un yunque. » Es ya « el atleta a mano limpia ».

1819-1821. Seminario Mayor de Dax.

El señor Dupuy, afamado superior del Seminario de Teología, reconoce inmediatamente a Miguel entre el centenar de estudiantes: « 0 mucho me equivoco, o este chico dará que hablar. »

Lo llaman « nuestro San Luis Gonzaga ». Su dominio de las tesis de teología es grande: « Cuando el profesor le preguntaba la lección o la respuesta a una objeción, contestaba lentamente pero con seguridad. Llegaba siempre al fondo de la razón teológica. » Decidieron mandarle a París, pero la intervención del señor Honnert le salvó de ese honor o de esa tentación. Fue sustituido por el señor Cestac.

El acceso al sacerdocio: - 1 de junio de 1822, las órdenes menores
- 21 de diciembre de 1822, el subdíaconado
- 15 de marzo de 1823, el diaconado
- 20 de diciembre de 1823, el sacerdocio.

Los obispos que se sucedieron en Bayona, en tiempos de San Miguel:
1802-1820 - Joseph-Jacques LOISON
1820-1830 - Paul-Thérése-David d'ASTROS
1830-1837 - Etienne-Marie-Bruno d'ARBOU
1838-1878 - Francois LACROIX


PRIMERAS ETAPAS

1821-1823. Seminario Menor de Larressore.

¿Despejará el sol la cumbre del sacerdocio? Sería fantástico. Miguel está condenado a las escaladas, a los paisajes sumidos en la niebla. Excelente ejercicio para su corazón reflexivo interiorizar y precisar su « Heme aquí »de niño. En cuanto se trata de dependencia, se sume en la oración para reunirse con Cristo que se ofreció a su Padre desde el primer instante de su Encarnación: « Heme aquí, Padre, para hacer tu voluntad. » Ni resignación, ni pasividad ; un paso adelante para ofrecerse alegremente a la voluntad divina.

El nuevo Obispo de Bayona, Monseñor de Astros, acaba de abrir, de nuevo transformado en Seminario, el Colegio de Larressore. Ha confiado la dirección a Don Claverie. Este, ex-profesor de Aire, pide y obtiene que el Sr. Garicoits venga como colaborador.

De nuevo una situación falsa. Seminarista y profesor a la vez. Como profesor enseñará aquí y allí. ¿Qué opinaban de él? Era severo, terrible durante el estudio. En el recreo, era la bondad misma. Los niños se lanzaban sobre él en tromba y los paseaba en sus espaldas hercúleas. Nunca su brusquedad innata ahogó el reflejo de la obediencia: ante las dificultades, « avisaba a mi superior cuando lo creía necesario ; luego me quedaba tranquilo, cualquiera quefuese elpartido que hubiese tomado ». Excelente método que no cesará de practicar hasta el heroísmo.

Despierta y acompaña las vocaciones. El mismo se prepara a recibir las sagradas órdenes: el primero de Junio de 1822, órdenes menores ; el 21 de Diciembre, subdiaconado y el 15 de Marzo de 1823, diaconado.

Tiene 26 años. El 20 de Diciembre de 1823, junto a trece de sus camaradas, Monseñor de Astros le ordena sacerdote en la Catedral de Bayona. Primera Misa en Larressore. Fiesta en Ibarre. Una pena: Catalina Etcheberry, no estaba. Había muerto en 1813 ¡Qué escalada! Del redil a la Catedral! Un único estribillo para tomar aliento en las horas difíciles: « Heme aquí. Adelante, siempre adelante. »


DEL COADJUTOR DE CAMBO

 - El 3 de abril de 1824, en plena ceremonia del sábado santo que está presidiendo, le avisan que una joven, desarzonada, está arrastrada por los campos por un caballo desbocado. Sin vacilar pone su estola sobre los hombros del viejo párroco impotente ; a zancadas, cruza la nave, corre a la cuadra, monta a horcajadas en su corcel, y, dando espuelas, sale a galope tendido por un atajo con pendiente empinada. Arriesga su vida. ¡Qué importa! un alma está en peligro.

- Un día, avisado que se prepara un duelo, busca a los adversarios, discute, les amonesta con tanto vigor y tanta bondad que renuncian a su encuentro.

- Enseña la catequesis en la iglesia. Le avisan que un albañil ha caído de un piso ; piensan que está muerto. En seguida, don Miguel, sin quitar la sobrepelliz, se lanza desde el comulgatorio al paso de carga... seguido por una bandada de chavales!

- Los liberales de la región están trastornados por la abnegación y el desvelo del coadjutor. Este provoca su admiración: « ¡Ese demonio moriría para salvar a sus enemigos! »


PRIMERAS ARMAS EN CAMBO (1824-1825)

Un mes después de su ordenación, Don Garicoits llegaba de coadjutor a Cambó, ciudad importante a 20 kms de Bayona. Situación delicada para él. El párroco, Don Hardoy, un excelente sacerdote, es viejo y se encuentra gravemente atacado por una parálisis. Ha perdido el contacto con sus feligreses. La juventud le rehuye. La irreligión se extiende soterradamente por medio de unos cuantos agitadores, burgueses bien considerados, entre ellos el alcalde, volteriano rabioso. La vida litúrgica no existe.

En pocos meses, el coadjutor cambia la situación. Rodea al anciano impedido de ternuras filiales, escuchando con paciencia sus opiniones y siguiendo sus directrices. Se pone siempre de su lado, lo defiende como a su padre. Pide y obtiene vivir con él y compartir sus comidas. Su pastoral, semejante a la que lleva en la misma época el párroco de Ars, produce pronto efectos. Suave y comprensivo en el púlpito, fascina a sus feligreses. Lanza la cruzada eucarística, sabe de sobra lo que resulta el estar privado de la Hostia. Quiere una liturgia sencilla pero hermosa. Prepara bien su catecismo, visita a los enfermos, yendo incluso a pedir limosna para ellos después de vaciar su bolsa.

Alguien le pide un día que le inscriba en la Cofradía del Sagrado Corazón erigida en París. Fue un rayo de luz para él, apóstol del Sagrado Corazón. Su « Heme aquí » va a tomar nuevas dimensiones y resonancias. Se constituye un grupo. Con su amigo, Don Jauretche, publica en vasco un manual de devoción titulado « Llamada de amor del Sagrado Corazón de Jesús a los cristianos fieles » (Bayona, 1825, 503 pág.). La fiesta del Sagrado Corazón del año 1825 en Cambó fue triunfal.

La parroquia de Cambó, en 18 meses, había cambiado su rostro e incluso su espíritu. Hasta a los librepensadores, se les habían bajado los humos ; el alcalde volvió a ser un cristiano serio. Los bailes desaparecieron, la liturgia, privilegiada, floreció con brillo. Los jóvenes se entusiasmaron con su coadjutor. Las vocaciones religiosas resplandecieron. No se hablaba más que del santo sacerdote: « Aphez saindua. »


DESCUBRIMIENTO DE BETHARRAM (1825)

Campanada en la casa parroquial de Cambó. Una misiva de Monseñor de Astros nombra a Don Garicoits director del Seminario Mayor de Betharram y profesor de Filosofía. Sorprendido el hombre del « Heme aquí » se recupera pronto. Para él, nada es catastrófico, todo es misterio, todo es germen de una cosecha futura. « ¿Qué designio puede tener nuestro Obispo para arrancarme así de un ministerio que a todas luces, Dios bendecía? »

Necesitará 3 años para darse cuenta de que su sacerdocio, tan duramente conquistado, era solamente la segunda cumbre de una ascensión que, como el pico de Nethe por encima de Garacoetxea, constaba de tres.

En su descubrimiento de Betharram, en pleno Bearn - él, el vasco en el extremo oriental de la diócesis él, como los vascos atraído por el occidente - emprende, en medio de la noche y las nieblas, a partir del 7 de Noviembre de 1825, la escalada más dramática de su existencia: la de la vida religiosa. Descubrir Betharram es primero, conocer una tierra y una historia santa, una pequeña Galilea de milagros donde, desde hace 500 años, la Virgen derrama sus favores. Lee las narraciones ingenuas en las obras de Poiré (La triple corona de la Bienaventura Virgen, Madre de Dios. Paris, 1639), de Marca (Tratado de las maravillas operadas en la capilla de Nuestra Señora de Betharram, Barcelona, 1646), de Labastide (Carmen topographicum et historicum, Toulouse, 1667).

El descubrimiento de Betharram será después conocer a un sacerdote venerable, el señor Pedro Procope Lassalle, a quien el Obispo, para agradecer sus méritos y sus generosidades, mantiene como director del Seminario a pesar de su edad. Don Garicoits, es el único, cuando llega, en conocer el secreto del Obispo: « Me había encargado oficiosa y verbalmente de todo el Seminario, confesará más tarde. » Nadie lo sabe entre los profesores. ¡Qué tacto y psicología le harán falta al más joven de los directores para ejercer semejante papel! ¡En qué consideración le tiene su Obispo!


EL EDUCADOR

Descubrir Betharram será además una sorpresa: ver un Seminario Mayor convertido en una Abadía de Theleme a consecuencia de la debilidad del Superior. He aquí la situación tal como la describe el Sr. Garicoits: « El Seminario era el refugio de toda especie de sotanas. El Superior, muy bueno, muy viejo, no se enfrentaba con el desorden. Los seminaristas compraban gallinas, hacían cocer « pâtés » en el horno de la casa. El criado, en poco tiempo, ganó cerca de 20 000 francos vendiendo vino a los seminaristas... »

Una vez más, en situación falsa, los choques eran de prever. El milagro se opera. Sin autoridad oficial, sin herir ninguna susceptibilidad ni salir nunca de sir papel, restaura el espíritu del Seminario: por su ascendiente personal, por su competencia profesional, por su mirar recto y franco que transfigura su profunda vida interior, por su lealtad. Los demás profesores dejaban transparentar algunas imperfecciones que permitían ejercer la malignidad de los seminaristas. « Sólo el Sr. Garicoits, decía un exalumno, no era atacado porque era inatacable. » Unos indeseables fueron eliminados. La mitad del Seminario se dirigió al Sr. Garicoits para ponerse bajo su dirección espiritual. Su pastoral de la Penitencia y de la Eucaristía creó un clima de alegría, de paz y de vida interior. Los demás directores tuvieron virtud suficiente como para no ofuscarse ante los éxitos de su joven compañero, ni oponerse a la experiencia valerosa que hacía correr un espíritu nuevo por la casa: había vuelto a ser un nuevo Seminario.

El descubrimiento de Betharram será también la experiencia progresiva de la presencia de María. Con­templada durante varias horas en la « devota capilla », Nuestra Señora va a dar una nota femenina, maternal, a la espiritualidad varonil del vasco. Al « Heme aquí » a veces austero del Hombre-Dios, el Sr. Garicoits añadirá el « Heme aquí » igualmente generoso pero más envuelto de ternura, de la Virgen María. Nazaret, con los misterios de la Anunciación y de la Encarnación será la patria de su alma y, más tarde, de su Instituto.


SIGNOS DE LOS TIEMPOS

El 5 de julio de 1831 moría el señor Lassalle. El Sr. Garicoits es nombrado superior por Monseñor de Arbou. Tiene 34 años. El Seminario cuenta con 120 estudiantes y al Sr. Garicoits ha añadido a la enseñanza de la Filosofía, la de la Sagrada Escritura y la administración. Pero no le darán tiempo para ejercer su talento. Un proyecto de Monseñor de Astros se va a realizar poco a poco: el traslado del Seminario a Bayona. Al comienzo del curso 1831 sólo quedan 60 teólogos. En 1833, Monseñor de Arbou ordena los últimos diáconos.

Ya en 1828, Monseñor de Astros, previendo la vuelta del Seminario a su ciudad episcopal, había pensado en establecer en Betharram un cuerpo de misioneros. Esa idea será el germen de una realización y de un drama. Lentamente, M. Garicoits se sentirá llamado a crear ese equipo apostólico, pero el drama surgirá y se ampliará por la naturaleza propia del equipo: ¿será estrictamente diocesano, a las órdenes exclusivas del obispo, o bien religioso, dependiente de la Santa Sede y de un Superior General?

El gran invierno del Sr. Garicoits no será la estación muerta y glacial, sino la de la semilla, la de la germinación, la de la esperanza.

Lacordaire, contemporáneo del Sr. Garicoits, decía: « Es propio de los grandes corazones descubrir la principal necesidad de los tiempos en que viven y consagrarse a ella. »

La atención del Sr. Garicoits hacia su época se agudiza cada vez más. Las llamadas de Dios se multiplican. ¿Qué ve? Las consecuencias nefastas de la Revolución con su ola de incredulidad y la difusión de las obras de Voltaire y de Rousseau ; la independencia, que alcanza incluso al clero. « ¡Ah!, dijo un día M. Garicoits, ¡si hubieran visto, como yo, llorar a Obispos! ».


NUEVOS PRODIGIOS

¿Qué ve? En los medios que aún son creyentes, los progresos del jansenismo que aparta de los Sacramentos, el galicanismo, la reacción de Lammenais, los católicos de Francia tan divididos como hoy, la desaparición de las grandes Ordenes, la descristianización del mundo rural y el abandono de la iglesia por parte de la juventud. Las grandes Ordenes ya no existen: ¿No sería el momento, estima M. Garicoits, de « sustituir esas grandes cosas por su sombra? ». ¿No se necesitarían nuevas familias religiosas más pequeñas y más adecuadas? ¿Será el fundador de uno de esos nuevos equipos o va a ingresar en una Congregación ya existente? Los Jesuitas acaban de instalarse de nuevo en Burdeos.

stos años de búsqueda, de reflexión, de interrogación, están también atravesados por fenómenos místicos. Durante sus misas se producen prodigios. El día de Navidad de 1829 o 1830, una persona de Nay ve de repente una luz maravillosa que envuelve al Sr. Garicoits en el incarnatus est del Credo. Después de la muerte del Señor Lassalle, hechos parecidos se multiplican. Resplandor del rostro y levitación del cuerpo durante la Santa Misa: « He visto al Sr. Garicoits en el aire, después de la Consagración, como a un palmo. » Y eso tres veces, atestigua el Sr. Perret, en Julio de 1831. Si uno se lo decía al Sr. Garicoits, como para disculparse, replicaba: « ¡quién podría resistirse! »

Se acumulan los signos. Madura el proyecto misionero y religioso. El Sr. Garicoits lo somete, en cuanto concierne a su conciencia, a un director experimentado ; por lo que respecta a los demás, a la autoridad diocesana, en la persona de Monseñor de Arbou. La acogida, es más que prudente, reservada. En eso la autoridad mantiene su papel de control de las divinas intervenciones. Para su Dios como para su Obispo, el Sr. Garicoits tiene una sola palabra: « Heme aquí. » Pero ignora en qué noche penetra.


EL CHOQUE CON LA POBREZA

Las Hijas de la Cruz, recién fundadas en el Poitou. por San André-Hubert Fournet y Santa Isabel Bichier des Ages, tendrán sobre el futuro fundador una influencia decisiva. Acaban de establecer una Comunidad en la finca de Igón, a 4 kms de Betharram. M. Garicoits era entonces coadjutor de Cambó. Como dos chicas deseaban consagrarse a Dios, salió a caballo para visitar y conocer esta nueva experiencia de vida religiosa. El primer contacto fue decepcionante. No le gustó aquel estilo de desnudez radical. Al volver a Cambó, declaró a las dos postulantes: « No os vayáis con las Hijas de la Cruz. Id de preferencia a las Dominicas de Nay. » A pesar suyo, ingresaron en Igón.

En Julio de 1828, Monseñor de Astros propone a las Hijas de la Cruz de Igán al « buen señor Garicoits »

así lo llamaban- como confesor. Al trasladarle de Cambó a Betharram, con gran sorpresa, el Obispo había dicho, llevado de un presentimiento: « ¿Creéis que lo quito del ministerio parroquial para que sea simplemente profesor de Filosofía? El Sr. Garicoits es un santo ; quiero que sea el director de todas mis religiosas ; veréis cómo va a reanimar en la Diócesis la savia del espíritu cristiano y religioso. »

La experiencia de aquella vida evangélica radical y las confidencias de las monjas terminan con los prejuicios del confesor. Vuelve a encontrarse en Igón con sus antiguas feligresas de Cambó, desbordantes de entusiasmo y alegría, felices de lo ocurrido. Todo es signo. Todo es llamada. El Sr. Garicoits es el primero en reir con esa aventura.

Dos religiosas del Poitou, van a favorecer sobremanera la ascensión espiritual del santo y la misión del fundador: Sor María-Perpetua, a quien, ve muy a menudo entre 1824 y 1834, primera superiora de Igón, y sobre todo la fundadora, Sor Isabel Bichier des Ages, que pasará una docena de temporadas en Igón entre 1825 y 1837. Esto le propocionará la posibilidad de descubrir el Santuario y de conocer al vidente de Betharram.


INFLUENCIA DE LA « BUENA SOR »

Pero, recojamos las confidencias del santo: « Me creía un vil personaje. Yo, que había cuidado los rebaños de mi madre y vivido pobremente, me dejaba llevar por la afectación y me adornaba con calzado ele­gante -botas o zapatos con hebillas- para sustituir mis zuecos de pastor. Así estaba cuando se me presentó la ocasión de encontrar a la Buena Sor. Al ver la santi­dad de aquella alma de élite, su vida religiosa, su pobreza, reflexioné y comprendí que había errado el camino. El choque es duro pero muy eficaz. » Poco después escribe: « No tengo más que mi breviario, mi Biblia y mi teología, y nunca me he sentido más feliz que hoy. Cuanto más me acerco a mis orígenes, a mi antigua desnudez, más feliz soy. »

El Padre Garicoits, así lo llamaremos en adelante, descubre en la Buena Sor una enamorada de la voluntad divina: «Poseía el arte de fundar y de desarrollar las obras de Dios en medio de la oscuridad, de las incertidumbres, de los obstáculos de todo género ; el arte de fundarlas y desarrollarlas precisamente por eso. » Y aún más: « Al conocer la voluntad de Dios nada podía detenerla, tan grande era la confianza que tenía en las promesas divinas. » A ella le atribuirá sus propios éxitos: « A la Buena Sor le debo mi conversión. » El término, bajo su punto de vista, no es demasiado fuerte. « Es la Buena Sor la que ha hecho todo, sólo he sido el ejecutor de sus consejos. » « Le soy deudor de todo del bien que he hecho. » En presencia de esas almas hermanas, uno evoca a Teresa de Avila y Juan de la Cruz, Francisco de Sales y Juana de Chantal. Miguel de Garicoits e Isabel des Ages serán canonizados el mismo día, el 6 de Julio de 1947, por el Papa Pío XII quien exaltará al hombre « de perfil al aguafuerte » y a la mujer cuya fisonomía se matiza con « tintas suaves al pastel »: dos obras maestras de la naturaleza y de la gracia, dos seres sedientos de la voluntad de Dios.


UN DIALOGO IMPORTANTE

Pequeño locutorio de la Hijas de la Cruz en Arudy. El Padre Garicoits y Sor María-Perpetua conversan. El expresa su pesar porque no se abre a los muchachos la vida religiosa como se les abre a las muchachas. Trás un silencio, Sor María-Perpetua declara con autoridad:

- Para ellos también hay que instituir una comunidad como la de las Hijas de la Cruz.
- Sí, desde luego pero, ¿dónde?
- En Betharram, que los seminaristas abandonan para ir a Bayona.
- Y¿quién será el fundador?
- Usted, Sr. Garicoits.


LA DECISIÓN (1832)

Luchará con fuerza contra esta idea de ser un fundador. Su humildad así como su discreción no se lo permiten. No quisiera compararse con Ignacio de Loyola o Vicente de Paúl. No se resiste a Dios, se debatirá, pero capitulará en un: « Heme aquí » crucificador.

El tiempo, la reflexión, el Espíritu, hacen surgir en su conciencia las razones a favor y en contra. Más que nunca los signos se precípitan. Un motivo le obsesiona: « Lo que me ha inducido a retirarme a Betharram, confesará más tarde, es ver la poca obediencia del sacerdote para con su Obispo y el deseo de luchar contra tal calamidad. »

No puede aguantar más. Necesita decidirse. Sale para Toulouse a consultar a un jesuita de muchafama, el Padre Le Blanc. Este lo somete a los Ejercicios de San Ignacio para preparar la elección final. La lógica sobrenatural y militar del vasco español se corresponde bien con la del vasco francés. Del choque de las preguntas nace la respuesta. El último día, el director de los Ejercicios pronuncia estas palabras inspiradas: « Dios le quiere más que jesuita ; tiene que seguir su primera inspiración que creo parte del Cielo y será Usted padre de una familia hermana de la nuestra. »


ORACIÓN DEL « HEME AQUÍ »

OH BUEN JESÚS! HENOS AQUÍ,
RECIBIDNOS Y PRESENTADNOS
A VUESTRO DIVINO HIJO.
Dios te salve, etc.

OH BUEN JESÚS! HENOS AQUÍ,
RECIBIDNOS DE MANOS
DE VUESTRA SANTA MADRE
Y PRESENTADNOS A VUESTRO PADRE.
Alma de Cristo...

OH PADRE ETERNO! HENOS AQUÍ,
RECIBIDNOS DE MANOS DE
VUESTRO HIJO BIEN AMADO.
NOS ENTREGAMOS A VUESTRO AMOR.
SI, DIOS MÍO, HENOS AQUí, SIN RESERVA,
AHORA Y POR SIEMPRE...
BAJO LA DIRECCIÓN DE VUESTRO ESPÍRITU
SANTO Y DE NUESTROS SUPERIORES,
BAJO LA PROTECCIÓN DE JESÚS Y DE MARÍA,
DE NUESTROS BUENOS ÁNGELES
Y DE NUESTROS SANTOS PATRONOS.
Padre nuestro...


INICIOS DE LA FUNDACIÓN

Hace una visita al Obispo anterior, Monseñor de Astros, ahora Obispo de Toulouse. Puesto al corriente, éste le dice: « Vaya ; empiece su obra ; sin adelantarse a la Providencia, sígala en todas sus indicaciones con generosidad y perseverancia. » Después de la respuesta del director y del Obispo recibe la del Espíritu. A su vuelta a Betharram, se precipita hacia el Santuario y allí, ante el Tabernáculo y ante la Virgen, la luz le inunda. Confiará al Padre Etchecopar: « Sentí entonces en lo más profundo de mi ser un movimiento extraordinario que me confirmaba en mi designio y me incitaba a ejecutarlo. » El hombre del « Heine aquí » se levanta como alzado por el impulso divino que lanzó al Verbo de Dios por los caminos de los hombres en el más generoso de los « Heine aquí, Padre, para hacer tu voluntad ».

Sigue siendo el hombre de un único objetivo. Sólo piensa en el esbozo espiritual del nuevo Instituto. El Padre Etchecopar nos ha transmitido sus íntimos pensamientos:

« ¡Oh!, decía el Padre Garicoits, ¡si se pudiera reunir una sociedad de sacerdotes que tuviera por programa el del Sagrado Corazón, el Sacerdote Eterno, el Servidor del Padre: adhesión y obediencia absoluta, sencillez perfecta, dulzura inalterable. Esos sacerdotes serían un verdadero « batallón volante » de soldados de élite, listos para correr a la primera señal de los jefes a cualquier sitio, sobre todo hacia los ministerios difíciles que los demás rechazan.»


LOS PRIMEROS COMPAÑEROS

EL TRABAJO DEL « SUPERIOR DE LAS CUATRO PAREDES... »

« Decía una misa en la capilla de Betharram ; luego confesaba a los peregrinos. A veces eran las 11 cuando salía hacia Igón. Las monjas me esperaban en ayunas. Les decía la Santa Misa en la capilla del convento y les daba la Comunión. ¡Qué ánimo no les hizo falta a estas monjas para acostumbrarse a mis irregularidades durante tanto tiempo! »

El Padre Garicoits quedó solo con el Sr. Guimón. Tiene dos ventajas para emprender su fundación: la voluntad de Dios y la pobreza absoluta. « Sólo tenía ruinas y la Providencia. » Pero añadía: « Pues bien, a pesar de esto o mejor, a causa de esto, Betharram ha resultado atrayente. »

De 1833 a 1837, 16 sacerdotes responden a su llamada misionera: 7 están comprometidos, 5 de entre ellos formarán el equipo de los primeros compañeros: En total 2 vascos y 4 bearneses, de 28 a 37 años de edad. El jefe tiene 35. La obra está en marcha: se desarrollará « lentamente, con dificultad, en medio de diversas pruebas. » El grano de trigo metido en tierra. Tenemos el Acta de nacimiento de la Sociedad:

« En el mes de Octubre de 1835, el personal de Betharram compuesto por los señores Garicoits, Guinión, Perguilhem, Chirou, Larrouy y Fondeville quiso darse una regla para santificarse con más edificación. Adoptarán el Reglamento de la Casa de los Misioneros de Hasparren y sin otro preámbulo de noviciado que su buena voluntad de glorificar a Dios, salvar sus almas y santificar a las gentes, los miembros eligieron como Superior al Señor Garicoits, le prometieron obediencia, pobreza, renovaron su voto de castidad y vaciaron en sus manos sus pequeñas bolsas. »

Estos Estatutos redactados por Monseñor de Astros y dirigidos a un grupo de Sacerdotes Adoradores, son un código de vida ascética. No son una Regla de Vida Religiosa. Pero una vez más, piensa el Fundador, no hay que «pasar por encima de la Providencia »: las cimas se descubren progresivamente a los que va penetrando con ánimo en la noche y en la niebla.


«HEME AQUÍ PARA CUMPLIR TU VOLUNTAD»

Es hora ya de analizar la fórmula clave de la espiritualidad del Padre Garicoits, el resorte de su santidad heroica.

« Huna ni », esta expresión se la enseñaron su madre y su abuela en Ibarre. Joven sacerdote, sigue aferrado a ella, como testimonia su prima Ana, quien le oyó predicar en Ibarre: « Recomendaba decir muy a menudo al Señor: ¡Huna ni! ¡Heme aquí!. Repetía tanto estas palabras que un asistente dijo con desprecio: « Ya sabemos de dónde saliste. » Esto me dio mucha pena. »

La lectura de Bossuet le invita a profundizar apasionadamente en el misterio de la Encarnación, como foco de donde emana toda santidad.

Pero su aporte genial, que surgió quizás en Cambó cuando lanzó el culto al Sagrado Corazón, su carisma propio, es profundizar en el primer acto del Verbo Encarnado (según leemos en la Carta a los Hebreos), en aquel impulso del corazón que lo conducía al encuentro del Padre: « Aquí estoy, Padre, para cumplir tu santa voluntad » (He X, 6). A partir de ese momento ha encontrado su ideal, fijo, preciso, sin cambio. Lo escribirá en su Manifiesto de Fundador:

« En el instante en que ingresó en el mundo, animado por el Espíritu de su Padre, se entregó a todos los designios que tenía sobre él, se puso en lugar de todas las víctimas... entró en su carrera por ese acto mayor que no paró nunca... así nos ha amado Dios.
Al ver ese espectáculo prodigioso, los sacerdotes de Betharram se sintieron impulsados a consagrarse para imitar a Jesús aniquilado y obediente, y para aplicarse enteramente a proporcionar a los demás la misma felicidad, bajo la protección de María, siempre dispuesta a todo lo que quisiera Dios y siempre sumisa a todo lo que hiciera Dios ».
(Prefacio de las Constituciones de 1838)


HEME AQUÍ

No con la resignación del enfermo que está esperando al médico y sus prescripciones, sino con el impulso del atleta que se lanza al estadio para ganar la carrera. Sin la melancolía del anciano fatalista, más bien, el salto de los cabritos en las colinas de Ibarre, la salida del sol cada mañana en las laderas de Betharram para cruzar el cielo: ¡Heme aquí! El grito alegre del niño corriendo hacia su padre que le llama. El grito del soldado de Dios.

« Cumplir la voluntad de Dios. » El Padre Garicoits escribirá al principio de sus cartas como talismán estas tres letras: F(iat) V(oluntas) D(ei). Sobre todo estarán escritas con caracteres de fuego en su corazón. - « Este es mi secreto: en todo tengo un solo deseo, hacer la voluntad de Dios. Cuando veo que El desea una cosa, la realizo inmediatamente. » Esta frase es de 1834.

Más tarde dirá: « Vosotros que amontonáis ciencia sobre ciencia ¿no veis el gran relato escrito en las entrañas mismas de la historia, a saber, sólo es necesario cumplir la voluntad de Dios en todo, en todas partes, siempre, con prontitud, con alegría, y que en ello reside la única fuente de la paz y del bien? »

En las horas de tinieblas: « Con Dios, cuanto menos claro se ve, con más seguridad se anda. Nada más razonable, más seguro, ni más provechoso que sin temor lanzarse en esas contradicciones aparentes y en esas tinieblas divinas. » « Para darse cuenta de la voluntad divina, es necesario amar. El amor es clarividente, todo lo ve, todo lo entiende, prevé, adivina. »

« Dios borda sobre nuestras cabezas un tejido magnífico. Alzad los ojos, sólo veréis el reverso de la tela y no se os aparece más que una gran confusión. Pero cuando alcancéis a ver el trabajo desde la parte superior, lo veréis tal como es, y entonces, os llenaréis de sorpresa y admiración al ver lo que hoy vuestra ignorancia se atreve a censurar. »

« Nos hacemos ilusiones a propósito de la importancia de nuestras obras. No se trata de hacer muchas cosas, sino de hacer lo que Dios quiere. Es el remedio para hacer mucho haciendo poco y, muchas veces aparentemente, no haciendo nada como Cristo durante 30 años... »


MÉTODO PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS

1. Redoblar el celo para cumplir mis deberes actuales ;
2. Renunciar a toda afección desordenada
3. Disponerme a la más perfecta imitación de N.S.J.C.
4. Orar ;
5. Examinar
6. Exponer a quien corresponda
7. Obedecer por lo que a mí toca, sin retardo, sin reservas y sin retorno, más bien por amor que por cualquier otro motivo. Heme aquí, ¡oh Dios mío! sin retardo, sin reservas y sin retorno.


RESPETO A LA AUTORIDAD

Todo es expresión en la voluntad de Dios. Y sobre todo los deseos del Obispo: « Realizar la voluntad de Dios, allí donde estás, sin preocuparte de otra cosa. Dios me había llamado a Betharram, por eso he querido quedarme aquí siempre. Estaba siempre listo para obedecer a todas las órdenes del Obispo. » Si el Obispo le llamaba a Bayona, salía en seguida. El Obispo le rechaza sin dar motivos ; vuelve a Betharram, y a sus compañeros asombrados les dice: « Monseñor no ha querido de mis servicios. Heme aquí de vuelta. »

Lo somete todo a su Obispo. Para no olvidar nada escribía sus notas en un pequeño cuadernillo. Monseñor Lacroix decía un día: « He visto ayer al Padre Garicoits, había venido con su pequeño cuadernillo cargado de proyectos y preguntas: esta es su costumbre. »

En el Fundador, dinamismo, impulso, deseo de progreso sí, pero nunca se pone en peligro el equilibrio ni el respeto de la autoridad.

Fue por consiguiente, el hombre de la obediencia, el testigo y el mártir de la obediencia, « sin retardo, sin reserva, sin vuelta », él, que exigió siempre una obediencia leal, filial, delicada. Un proyecto de Comunidad, sólo podría realizarse en una voluntad común de la búsqueda de la voluntad divina ; pues es cierto que la obediencia religiosa es un don del Espíritu. Pero, ¿Dios puede rehusársela a aquellos a quienes llama? « Después de todo, añade el Padre Garicoits, la voluntad de Dios pasa antes que todos los intereses y la existencia misma de la Comunidad. » Sólo un corazón que ama comprenderá.


EL HOMBRE DE LAS FALSAS SITUACIONES

Llamo situaciones falsas las que, en deberes opuestos, igualmente imperativos, imprescriptibles, se enfrentan sin que sepamos cómo conciliarlas. El hombre de buena voluntad se encuentra atrapado, sacudido por vientos distintos, por obligaciones contradictorias. Si no consigue salir del callejón, termina por agriarse; quizás hasta por rebelarse, o, lo que es peor, por desanimarse y abandonarlo todo. ¡Vaya usted a hablarle de santidad!

Miguel Garicoits fue el privilegiado de las situaciones falsas. Su culto a la voluntad de Dios hizo de él un vencedor.

Atraído invenciblemente por la Hostia, a los 11 años está dramáticamente lejos del jansenismo inconsciente pero cruel de su madre... Se marcha? con el ceño fruncido y el corazón enlutado. Excluido del banquete de Dios, es necesario que Dios intervenga para terminar, tras 3 años de martirio, con este drama interior.

Llamado al sacerdocio y por consiguiente al Seminario, le mandan al monte a cuidar ovejas. Alumno en Saint-Palais, es a la vez criado. Seminarista en Bayona, es al mismo tiempo pinche de cocina y fac-totum en el Obispado.

Coadjutor de Cambó, está a las órdenes de un párroco incapacitado. Profesor en Betharram, tiene un superior sin disciplina alguna ; superior él, en un Seminario sin alumnos. Fundador a quien se le prohibe fundar y a quien se deja obstinadamente a la cabeza de una sociedad híbrida.

Esta última falsa situación duró 30 años en un crescendo de oscuridad y de sufrimiento. Quizás, Monseñor de Arbou hubiera llegado pronto a reconocer la legitimidad del deseo del Padre Garicoits: fundar una Comunidad Religiosa con votos perpetuos y un Superior autónomo. Pero estaba escrito que el Padre Garicoits sería el privilegiado entre los privilegiados de las situaciones falsas. En este aspecto, el cielo no podía encontrar mejor coadjutor que el sucesor de Monseñor de Arbou: el « rouergués » Monseñor Lacroix (1793-1882).


LUCHA CON EL OBISPO

Monseñor Lacroix es Obispo y jefe de su Diócesis y quiere que esto se entienda así. Donde el Padre Garicoits ve universal, él ve diocesano. Quiere una piadosa asociación sacerdotal, el Padre Garicoits quiere una congregación religiosa con votos y un Superior electo. Pretende un grupo de misioneros a su única disposición, el Padre Garicoits ve un « batallón volante » listo a salir a la llamada de cualquier Obispo. Monseñor Lacroix ejercerá « para mantener la comunidad de Betharram y su superior en su estricta y exclusiva obediencia, una perseverancia que reforzará y complicará de manera singular la excepcional duración de su Episcopado » (1838-1882, G. Bernoville).

Sin embargo, todo empieza bien. En su primera visita a Betharram en Noviembre de 1838, Monseñor Lacroix aprueba el proyecto del Padre Garicoits de seguir el Sumario y las Reglas comunes de los Jesuitas. Pero cuando vuelve, por las fiestas de Septiembre de 1841, remite a la comunidad unas Constituciones de las que él es autor y le confiere el título de Sacerdotes Auxiliares del Corazón de Jesús. Tal título encanta al apóstol del Sagrado Corazón. En cuanto a las Reglas, decepción: ni votos, ni superior elegido, ni reconocimiento romano. Su arma principal será, la humildad y la obediencia.

Obedencia además que permanece sumamente inteligente. Ni abdicación de su intuición sobrenatural, ni renuncia a persuadir al Obispo. ¿Quién vencerá entre el vasco y el auvernés?

La tarde de los funerales del Padre Garicoits, el Obispo, al terminar su magnífico panegírico, declara: « Era un santo, pero se ha equivocado. » Fue sólo una santa ilusión ». Sin embargo, la fidelidad de los discípulos a su maestro y unas intervenciones providenciales darán razón al Padre Garicoits. A petición expresa de una carmelita de Pau, una pequeña árabe de Galilea, Sor María de Jesús Crucificado, Monseñor Lacroix, en 1875, mandará a Roma las Constituciones ; éstas son aprobadas. El obediente consigue victorias.


EL TESTIMONIO DE LAS OBRAS

El Padre Garicoits escala la cima de la vida reli­giosa en la noche y el silencio. Pero sus obras testimo­nian a la luz del día. Es un hombre de acción. Un místi­co de la acción. Veamos rápidamente sus obras principales.

1. - Apertura de escuelas y colegios. Atento a la campaña que está llevando a cabo Montalembert desde 1831 y cuya idea maestra es recristianizar la escuela, recristianizar Francia, el Padre Garicoits abre en Betharram en 1837, una escuela primaria. A pesar de ciertas crisis entre los profesores -el primer director morirá en el patíbulo por un triple asesinato- y las tra­bas que pone el rector de la Academia de Pau, termina por ganar. En 1847, añade los años del secundario. El famoso colegio Notre Dame de Betharram ha nacido.

A partir de 1851, confían al Padre Garicoits una escuela en Orthez, luego el colegio Moncade, el colegio San Francisco en Mauleón, la escuela de Assón, y sobre todo, el colegio Sta. María de Olorón, lo que le lleva a la fusión de los Sacerdotes de la Santa Cruz con los Padres de Betharram.

2. - Organización de los Hermanos coadjutores. Ante la insistencia de muchos seglares apasionados por la vida religiosa, el Padre Garicoits añade a su Comu­nidad de Sacerdotes una Comunidad de Hermanos. Compra fincas, construye, abre talleres de encuaderna­dores, zapateros, carpinteros, panaderías. Varios de ellos serán maestros. Sueña con abrir un orfelinato agrícola e industrial. Sigue de cerca a todo este mundo tan diverso de Hermanos con un amor de predilección.


MAS ALLÁ DE LOS MARES

3. - Restauración de Betharram. Los viejos edificios amenazan ruina. La noche del 22 al 23 de Julio de 1839, un incendio se declara en el desván. El Padre Garicoits sube al desván, hunde una puerta de un puntapié, y, a golpes de hacha, impide que las llamas lleguen a la capilla. « ¡Qué hombre! » gritaba el Padre Guimón desde la orilla opuesta del Gave: ¡él había preferido situarse al otro lado del agua! Restaura la Capilla Mayor o Santuario de Nuestra Señora. Reconstruye el Calvario destrozado por la Revolución y confía el trabajo artístico de las estaciones a un joven artista Alexandre Renoir.

Ha dejado 8 estaciones cuyos bajorrelieves se imponen por la majestad soberana de Cristo. Antes de marcharse, ofreció al Padre Garicoits la estatua de la Blanca Madona, la cual, desde entonces, reina en el centro del majestuoso retablo del altar mayor. Ningún obstáculo, ni siquiera la falta de recursos, lo detenía * ¿Y la Providencia? » gritaba a los prudentes. * Bethi aintzina! ¡Siempre adelante! »

4. - La llamada de América. El el siglo XIX, 9 000 vascos a la búsqueda de trabajo, emigraron a América Latina. Aislados por su idioma en aquellas grandes ciudades, su fe iba deteriorándose.

La alerta la dieron, en el Obispado de Bayona, las autoridades de Buenos Aires. Monseñor Lacroix se dirige al Padre Garicoits. ¡Qué magnífica ocasión para pronunciar un vibrante « Heme aquí » a Dios y a su Obispo! La Communidad acepta unánime el proyecto el 10 de Octubre de 1854.

El Fundador pone a su cabeza a uno de los mejores religiosos, el Padre Diego Barbé, director del Colegio de Betharram. La despedida ante el Santuario es desgarradora: « ¡Betharram! ¡Betharram! tener que abandonar tus muros », grita el Padre Guimón, el primer compañero de 62 años, besando esta « Tierra Santa ».

El 31 de Agosto, en el Puerto de Bayona, « L'Etincelle » se apareja para el viaje. ¡Ya nadie los esperaba! Faltos de todo, tuvieron que improvisarlo todo.

Así empezaba en América Latina la epopeya de aquellos aventureros de Dios cuya obra aún continúa en Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil


LAS TENTACIONES DEL SANTO

Cuando uno visita Betharram qué fácil parece evocar la silueta del Padre Garicoits Se le ve en el Santuario, en el Altar, en el confesionario los corredores, en su celda, en clase, en conferencias, en el locutorio, en la cocina donde friega con los hermanos mientras canta.

¡Cuán terriblemente cotidiana se muestra esta vida cuando uno considera los recuerdos que dejó: su breviario, su rosario que se colgaba al cuello para desgranarlo en sus ¡das y venidas, sus anteojos ovales, su gran reloj, su navaja de afeitar, su makila, y su tabaquera que sacrificó hacia los 50 años...!

En una vida tan desbordante y tan humilde, uno quisiera saber si tuvo tentaciones y si cedió. Ese hombre de los saltos hacia delante ¿habrá conocido quizá la decepción de no llegar nunca? ¡Cuántos obstáculos! Precariedad de medios, reticencia por parte de las autoridades e incluso profunda divergencia de opinión con su Obispo, sin esperanza de solución ; incomprensión y falta de perspectiva de muchos de los suyos, ¡Cómo no pensar que haya conocido el desaliento, aun aquella alma de acero! La mayor tentación del hombre del « Heine aquí » habrá sido, al parecer la de la fuga, como su contemporáneo el Cura de Ars.

¡Partir! Marcharse lejos de Betharram, convertido para él en un calvario de innumerables estaciones

1. - La tentación de París. En 1837, un discípulo de Lamenais, pensando haber encontrado en Betharram otro Ignacio de Loyola, se atreve a proponerle el relanzamiento del movimiento. Meta noble « Poner la vida religiosa en armonía con las necesidades del siglo ». Una ciudad prestigiosa: París, « en intimidad con hombres superiores ». Evidentemente « una ocasión preparada por la Providencia ». El Padre Garicoits no aceptó.

Un día lo explicará: « Quise y quiero quedarme en el lugar escogido especialmente por la Providencia, en la obra de la cual ha hecho su obra. »


¡SIEMPRE ADELANTE!

2. - La tentación de América. Durante una conferencia a propósito dé la humildad, abre su corazón: « El que se levante aunque sea un ángel, vuelve a caer en el infierno. Nadie sabe ponerse en el último lugar. Critican la doctrina de la humildad .- es lo que me hace pensar en América cada día. » Fue el 17 de Septiembre de 1860, tenía 63 años y había tenido ya varias congestiones cerebrales. Poco antes, escribía a un sacerdote invitándole a ir a América: «Le quedan todavía fuerzas y años ; la cosecha es tan hermosa ¡Si supiera usted que envidia me da! ¿Quién sabe lo que puede suceder todavía? » Se hubiera marchado con el primer equipo, así se lo decía a la hermana del Padre Barbé: « Iré yo a América - ¿a su edad? - ¿qué me importa eso? morir aquí o allí. » En realidad había preparado su maleta.

« ¡Señal de Ascensión! »

« ¡Abrid la ventana! » dirá el moribundo. Aquella ventana da al « Viejo puente » del Gave. ¡Era, quizás, la hora de pasar a la otra orilla « De las tinieblas a una luz espléndida... »

3. - La tentación de Ibarre. Fue la más lacerante y nunca dejó de crecer. « A veces pensé dejarlo todo, asustado por las cuentas que tendré que dar a Dios. Ibarre se presentaba a mi fantasía: « Tienes allí a tu padre ya anciano (morirá éste a los 90 años, en 1859) ¡Qué félicidad para él vivir sus últimos días conmigo! Los estipendios nos serán suficientes. Luego, si hiciera falta, aún podría trabajar la tierra. Volven a ver la pequeña iglesia, pobre pero graciosa. Creo verla: allí en lo alto, el Bidouze pasa a su lado. Si es necesario iré apedir limosnapara embellecerla. » Estas son las ideas que, a veces, me asaltan. Las considero tentaciones. »

¿Quién habrá exorcizado al Padre Garicoits de estos demonios! El culto a la voluntad de Dios. Está forzado al heroísmo de la esperanza: « Ante todo, Dios ha hecho nuestra obra y es santa. La conservará. » Y aún más: «Cuando todo parece perdido, es cuando hay que esperar más. » Cuando uno va hasta el final de la noche se encuentra con una nueva aurora. »


EL VIDENTE DE BETHARRAM

Un peregrino de 1860, nota lo atractivo que es el Padre Garicoits el Vidente de Betharrani, y la luz aparece en seguida resplandeciente. » Obispos ; poderosos de este mundo, sacerdotes, sin numero ' que le deben la orientación de sus vidas, una decisión de un caso de conciencia. Venían a hacer retiros junto a él. Fieles y peregrinos del Santuario y sobre todo oleadas de religiosas, en particular, las Hijas de la Cruz a quienes por centenares educó en Igón. Mantiene una correspondencia espiritual abundante. Lee en los corazones. Discierne las vocaciones. Revela los secretos interiores: « Veamos, juguemos limpio » dice sin ambages. Da luz, levanta, purifica. Su preocupación es ver a las almas bien orientadas.

Es un « indicador » de vocaciones. « Hay muchos descarrilados en esta época en que comienzan a circular los primeros trenes de la región, hay que encarrilarlos. »

A todos ofrece la misma espiritualidad, la que constituyó su éxito personal: « Heme aquí, Dios mío ; sin tardar, pero sin precipitación ; sin reserva, pero sin prodigalidad ; sin vuelta, pero sin testarudez ; por amor más que por cualquier otro motivo. »

Llega así a la última mañana de su vida. La montaña de las cumbres duramente escalada es la de la santidad. Está gastado. El día 13, se arrastra hasta Mirepeix para echarse a los pies de Monseñor Lacroix. Ultimo diálogo. ¿Qué se habrán dicho? Silencio total por parte de los dos actores de un drama inmenso. A la noche siguiente nueva crisis. « ¡Ah! todo ha terminado ¡Dios mío, ten piedad de mí! » Son las 3, el alba del día de la Ascensión del Señor. El Padre Garicoits por fin, ha llegado. « ¡Qué cosa tan hermosa, un santo! ¡y tan simple! uno que dijo siempre Sí a Dios. »

escrito por Amédée Brunot, s.c.j. de Betharram
(fuente: betharram.info)

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