SANTA MARÍA FRANCISCA DE LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS (1715-1791) nació en Nápoles, Italia, en el seno de una familia ni muy rica, ni muy pobre.
Santa Francisca vino al mundo con el nombre de Ana María Gallo. Su padre, tejedor y comerciante de hilos e hilados, era un hombre por demás iracundo, que ejercía explotación infantil sobre ella, ya que la obligaba a trabajar encerrada en un taller hasta altas horas de la noche en condiciones infames.
A cambio, su madre, Bárbara Basinsi, era una mujer comprensiva y sumamente piadosa. Con católica resignación sufría a su marido, y en los ratos libres le leía vidas de santos y otras lecturas religiosas.
Con siete u ocho años, la pequeña Ana María hizo su Primera Comunión, y a partir de esa ocasión recibió la Eucaristía diariamente.
A la edad de 16 era una joven hermosa, y su padre la había comprometido con un joven de una acaudalada familia napolitana. No obstante, esto motivó el primer enfrentamiento directo de la hija con su padre.
En efecto, la futura Santa María Francisca había decidido ya para entonces consagrarse a Cristo, y ni su padre ni la cancelación de un compromiso la harían desistir; ella se mantuvo firme, a pesar de la ira y los castigos de su padre, quien terminó aplacándose.
Y así, la joven Ana María profesó como Terciaria Franciscana, haciendo votos y viviendo como religiosa en la casa familiar. Fue entonces que adoptó el nombre con el que la conocemos.
Santa María Francisca padeció mucho en su vida, en especial enfermedades y dolencias causadas por los maltratos paternos, y también por los suplicios a los que ella misma se sometía.
Casi todo el tiempo se lo pasaba haciendo penitencia y orando por la salvación de las almas. Tal era su fervor, que frecuentemente entraba en éxtasis.
Pasados varios años, se empezó a manifestar en ella el fenómeno de la estigmatización. Todos los viernes, especialmente en Viernes Santo, empezaba a sentir en su cuerpo todos los dolores de los suplicios de Cristo, y en la piel le aparecían las marcas de las cinco llagas de Jesús.
Los últimos 38 años de su vida los pasó en la casa cural del padre Giovanni Pessiri, con su compañera María Felícitas. A pesar de sus enfermedades y sufrimiento, recibía con gusto a la gente que acudía de muy lejos a Nápoles para visitarla y pedirle consejo, pues su fama de beatitud se había esparcido ya para entonces.
Santa María Francisca de las Cinco Llagas de Jesús fue canonizada por el papa Pío IX en 1867. Fue la primera Santa de la Iglesia de origen napolitano.
SANTA MARÍA FRANCISCA DE LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS nos ofrece un ejemplo de vida dedicada a la penitencia y la oración.
(fuente: santoral-virtual.blogspot.com.ar)
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