Jeremías dice: “La palabra del Señor ha sido para mí fuente de burla. Yo me dije: No hablaré más en su nombre, no pensaré más en él, pero la sentía adentro como fuego ardiente que no podía contener”.
Fue del siglo VI. Su trabajo ya ha pasado de moda en muchos lugares civilizados y de una fuerte economía.
En otros, por el contrario, se mantiene el papel dela mujer que sustenta a los niños, hasta con su propia leche.
En toda la misteriosa Edad Media y anterior incluso a ella, había una gran veneración por las santas que habían dado su vida en este precioso trabajo de nutrientes.
Fue ella la que alimentó en Reims a san Remigio, el obispo de aquella ciudad.
Remigio, con su cultura, sus buenas formas y su diplomacia, logró que se convirtiera al cristianismo Clodoveo, el rey francés.
Para los franceses es un segundo Juan Bautista, el precursor de la vida cristiana en Francia.
Hubo un tiempo en que se le llamaba en las Galias a santa Balsamia “la santa Nutriz”.
Hoy prevalece el de Balsamia.
La leche es “bálsamo” dado a los niños. Ella había nacido en Roma.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
(fuente: catholic.net)
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