A los 16 años ingresó en el Seminario Diocesano de Verona, diócesis a la que pertenecía Puegnago, distinguiéndose por su ejemplar comportamiento, aplicación a los estudios, espíritu de piedad y ardor apostólico, por lo cual le fue concedido por la Santa Sede el permiso de ser ordenado con tan solo 22 años, el 15 de agosto de 1865. Luego de un breve desempeño en 1866 como vicario parroquial en Montorio (Verona), fue enseguida reclamado por el Seminario, donde le fue confiada la vicedirección del Colegio Episcopal de Verona, encargo que cumplió por más de 17 años, mostrándose un óptimo educador y plasmador de almas. Escribió un manual de oración, homilías y reglas disciplinarias.
Después de este largo período de fecunda labor en el Colegio, pidió y obtuvo de su obispo el poder dedicarse a un campo más amplio, por lo que fue asignado a la parroquia de Ronco all’Adige (Verona), de la que tomó posesión el 17 de noviembre de 1877, casi de incognito, para evitar el choque con grupos masónicos que lo habían amenazado de muerte de usar la solemnidad acostumbrada en esas ocasiones. Consciente y convencido de que todo aquello que hace a la promoción humana de las personas es tarea también del pensamiento y acción del párroco, reunió esfuerzos para la realización de un vasto plan de acción social y caritativa, dirigido a auxiliar a todas las personas en sus necesidades temporales y espirituales. Convocó mujeres para la asistencia gratuita a enfermos en sus domicilios, fundó una sociedad de socorros mutuos para defender a los pobres de los usureros, instituyó un asilo infantil gratuito, una escuela de oficios, una biblioteca circulante. En 1888 fundó un hospital para enfermos pobres y ancianos abandonados, en 1893 un asilo de ancianos, y al año siguiente la «Caja Rural Católica», para préstamos y depósitos a intereses acomodados. En plena época de emigración, plaga del Véneto en esos años, difundió un «Decálogo del emigrante», aun antes de la «Rerum Novarum» de León XIII (1891).
En el campo religioso, puso la Eucaristía en el centro de la vida espiritual, difundió el Apostolado de la oración y la enseñanza de la Doctrina Cristiana. Para implicar a los laicos en el apostolado, en 1882 instituyó un comité de hombres y la asociación de madres cristianas; para formar a los jóvenes en la virtud y en la devoción a la Virgen instituyó en 1882 el Oratorio femenino u en el 85 el masculino. En 1894 funda la congregación de las Pequeñas Hijas de San José, para asistir en esas obras de labor social -en especial en el Hospital- y religiosa que tenía emprendidas.
Después de tantos trabajos y pasados 22 meses de dolorosa enfermedad, el 24 de octubre de 1915 el P. José Baldo murió a los 72 años en Ronco all’Adige. Fue proclamado beato en Roma el 31 de octubre de 1989 por SS. Juan Pablo II.
Traducido y resumido para ETF de un articulo de Antonio Borrelli.
(fuentes: Santi e Beati; eltestigofiel.org)
otros santos 24 de octubre:
- San Antonio María Claret
- San Luigi Guanella
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