(558 P.C.)
Las vidas de los santos están llenas de ejemplos de hombres que se vieron obligados a aceptar cargos que no deseaban. En ciertos casos más frecuentes en el oriente, se cuenta que dichos hombres huyeron más tarde, tratando (generalmente en vano) de consagrarse a la contemplación en el retiro. Tal fue el caso de San Abraham. Nació en Emesa de Siria, el año 474, y ahí mismo tomó el hábito monacal. Cuando el joven tenía dieciocho años, unos bandoleros nómadas asaltaron el monasterio, y él huyó con su padre espiritual a Constantinopla. Ahí se refugiaron en un monasterio. Abraham fue nombrado procurador y su padre espiritual, abad. A los veinte años de edad, el santo, que se distinguía por su virtud y cualidades administrativas, fue nombrado abad del monasterio de Kratia, en Bitinia (Flaviópolis, actualmente Geredeh).
Al cabo de diez años, San Abraham huyó a Palestina; pero pronto se supo dónde estaba, y su obispo le obligó a volver a su cargo. Algún tiempo después, el santo fue elegido obispo de Kratia y desempeñó ese cargo trece años, al cabo de los cuales, huyó nuevamente a Palestina y se refugió en un monasterio de Torre de Eudokia. Ahí llevó una vida de gran mortificación y oración por más de 20 años y murió hacia el 558, sin haber vuelto a su diócesis.
San Abraham fue el más famoso de los obispos de Kratia, desde los comienzos de esa sede en el siglo III hasta su desaparición en el XII.
(fuente: santoraltradicional.blogspot.com.ar)
otros santos 06 de diciembre:
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